Cómo sacar partido al alga asiática: el plan de la Junta de Andalucía desata las críticas de los pescadores

Cómo sacar partido al alga asiática: el plan de la Junta de Andalucía desata las críticas de los pescadores

El Gobierno andaluz aprueba un plan de gestión para convertir la ‘Rugulopterix Okamurae’ en una “oportunidad económica”, mientras la pesca artesanal denuncia que se la haya ignorado

Cádiz lanza un SOS ante la «catástrofe medioambiental del alga asiática: 1,2 millones de kilos retirados de La Caleta

Casi cada día un municipio costero anuncia un nuevo récord: “La Línea [Cádiz] retira diez toneladas de algas en 48 horas”; “Algeciras [Cádiz] recoge 180 toneladas de alga asiática de la playa de ‘El Chinarral’”; “Cádiz lanza un SOS ante la ”catástrofe medioambiental del alga asiática: 1,2 millones de kilos retirados de La Caleta“; ”La Mancomunidad Occidental [de Málaga] recibe en mes y medio en el Complejo Ambiental más de 4.200 toneladas de algas asiáticas“.

Los titulares suelen ir acompañados de una llamada de auxilio: en apenas una década, la Rugulopteryx Okamurae ha tomado las playas andaluzas, desde la capital gaditana a Punta Génova [Cabo de Gata, Almería], convirtiéndose en enemigo número 1 para la biodiversidad marina (alterada por la especie exótica), los consistorios (que pagan la retirada de toneladas de arribazones y no saben qué hacer con ellas), los pescadores (que levantan redes cargadas de alga) y el destino turístico (que ve lastrada su imagen).

Frente a la invasión, la Junta de Andalucía acaba de abrir la puerta a aprovechar la invasión para elaborar fertilizantes o cualquier otro producto aprobando un “plan de gestión frente al alga Rugulopteryx Okamurae en la costa andaluza”. El objetivo es aprovechar los miles de toneladas que el mar escupe a las playas andaluzas. El Gobierno de Juan Manuel Moreno quiere convertirlas en “oportunidad económica”, con el objetivo de “valorizarlas” y que se pueda comercializar: “Que deje de ser un residuo y se convierta en un recurso”.

La Junta anima a los ayuntamientos (responsables de recoger el alga que llega a la costa) a explorar “diferentes mecanismos de colaboración” con terceros, lo que abre la puerta no sólo a la investigación, sino también a la comercialización del alga por entidades privadas o mixtas. Se trataría de transformar los restos en un producto comercial y así paliar los gastos de recogida que los municipios asumen en solitario.

“Hay interés en explotar en exclusividad esa biomasa. Esta es la puntilla para el sector pesquero”, advierte Carmen Díaz, presidenta de la Federación Nacional de Pesca Artesanal en Andalucía (Fenapa, la principal entre los pescadores de artes menores), que advierte que recurrirá el plan por no haber contado con los principales afectados por el alga. El plan no fue expuesto a información pública.

En los últimos años se han desarrollado múltiples proyectos para transformar la biomasa en un producto, pero nunca se había pasado de la idea, porque comercializar una especie invasora está, en principio, prohibido. Para hacerlo, se necesita un proyecto, un plan de gestión autonómico que dé un marco general y una autorización particular; es decir, una intervención en cascada de casi todas las administraciones (municipio, Junta de Andalucía, Gobierno central, Comisión Europea). Y hasta ahora, ni siquiera había plan autonómico.

Autorización de la Comisión Europea

El alga fue detectada por primera vez a finales de 2015 en las playas de Ceuta, adonde probablemente llegó en las aguas de lastre de un carguero procedente de Asia. También pudo llegar incrustada en alguna especie de cultivo acuícola. Al principio pasó desapercibida por su gran similitud con otras especies nativas. Desde entonces, su expansión desde el Estrecho por las costas del Mar de Alborán ha sido fulgurante. Rehúye los fondos arenosos, pero se adapta muy bien a los rocosos y no muy profundos, y tiene una extraordinaria capacidad reproductiva gracias a la multiplicación asexual, incrementada cuando se rompe el talo y se dan ciertas condiciones ambientales. La lentitud de las administraciones para declararla invasora le ha facilitado las cosas.

Hay datos indirectos pero concluyentes que confirman su expansión fulgurante: las redes en los puertos de Conil suben colmatadas, las especies desaparecen (tiene un sabor que no toleran) y las playas amanecen cubiertas. De La Caleta (Cádiz) se sacan 60 toneladas diarias, ya se la ha visto en el puerto de Girona, en torno a Marsella y hasta en la costa de Sicilia, pero el núcleo principal del problema sigue siendo el área mediterránea de Cádiz (Tarifa, Algeciras, La Línea) y la Costa del Sol occidental (Estepona, Manilva).

La especie, con una capacidad de colonización “extraordinaria”, ha sobrepasado ya la fase de naturalización. Para la mayoría de los biólogos, el alga es ya imparable al menos a corto plazo, lo que invitaría a recalibrar la estrategia habitual frente a especies invasoras: sin llegar a pedir la unión con el enemigo, hace tiempo que algunos plantean proyectos e ideas para aprovecharse de él.

Andalucía deberá ahora recabar proyectos, remitirlos al Ministerio de Transición Ecológica y de ahí serán reenviados a la Comisión Europea, que los evaluará según criterios técnicos, ambientales y de seguridad, “con especial énfasis en garantizar que las actividades propuestas no contribuyan directa ni indirectamente a la dispersión o perpetuación de la especie en el medio natural”, explican fuentes del Ministerio de Transición Ecológica.

“Tenemos todos los caladeros colapsados”

La estrategia tiene riesgos y detractores. La principal asociación del sector de la pesca tradicional, que faena en la zona costera, ha cargado contra el plan. El sector lleva años luchando por su mera supervivencia: cuando suben la red, aparece una alfombra parduzca que destroza las artes.


Imagen de la proa de un pesquero cargado de algas en Algeciras

Ahora se encuentran con un plan elaborado desde la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente que ignora tanto a la Dirección General de Pesca como a los propios pescadores, aprobado en pleno agosto y que ni siquiera les permite sacar provecho.

El plan aborda la retirada y puesta en valor del alga una vez que queda depositada en la costa, pero nada dice de cómo abordar el problema en la mar. El documento despacha su situación con un breve párrafo sin medidas vinculantes: “En la medida de las posibilidades, en los beneficios de la valorización de los restos inactivados de Rugulopteryx, se debería contemplar como medida de apoyo a la mitigación de los impactos que produce la especie en los sectores afectados”.

La sensación es, de nuevo, de ninguneo. “Es un plan contra los pescadores. Clama al cielo. Nuestra flota se está ahogando”, protesta Carmen Díaz, presidenta de la Federación de Pesca Artesanal [Fenapa en Andalucía, quien califica la situación de “devastadora”: “Tenemos todos los caladeros de la flota artesanal colapsados, sin alternativa de pesca de otras especies”.

Díaz, que no descarta acciones judiciales contra el plan, denuncia que la falta de respuesta a sus escritos acredita la “desidia, dejación de funciones y falta de respeto al sector” y se queja de que los fondos europeos FEMPA se destinen a proyectos ajenos al sector (por ejemplo, al turismo) mientras la pesca de bajura “se muere”. Llevan desde 2022 pidiendo a la Junta de Andalucía medidas técnicas y un plan de gestión. Se reunieron con la viceconsejera en noviembre de 2024, acompañados por técnicos de Ibima y la Universidad de Málaga, para plantear un plan de gestión. “¿Respuesta? Nada”, protesta Díaz. “La primera noticia de un plan de gestión llega ahora.

“¿Con qué científicos han trabajado? ¿Con qué pescadores? No sabemos por qué trabajan en secreto un plan de gestión que afecta a los pescadores en primer lugar, también al turismo, la hostelería y los ciudadanos. Es un problema biológico para sectores productivos que no existen para la administración, que parece al servicio de los que van a hacer suelas de zapatos o fertilizantes”. Fenapa ha remitido una carta al Consejero Ramón Fernández Pacheco y al director general de pesca Carlos Aldereguía pidiendo un plan de gestión específico para la pesca en el litoral y una mesa de trabajo para un plan de gestión del alga “con todos los representantes del sector pesquero”, suspendiendo cautelarmente el aprobado por Medio Ambiente.

El problema en los municipios

El Gobierno andaluz aprobó el plan en el último Consejo de Gobierno previo a las vacaciones de verano, y en la presentación ha aprovechado para pedir “colaboración” al Gobierno de España. También los municipios, todos gobernados por el PP, han apuntado a Madrid: el pasado 24 de julio, una semana después de la presentación del plan andaluz, los alcaldes y alcaldesas de Marbella, Estepona, Mijas, Fuengirola y el Campo de Gibraltar pidieron una “actuación urgente” del Gobierno central.

Para los municipios, el problema del alga es de imagen y de recursos: limpiar la playa cada mañana cuesta mucho dinero. Marbella retiró 4.500 toneladas en el primer semestre, frente a las 2.500 en todo 2024. Desde 2019 ha gastado 1,2 millones de euros. En Tarifa fueron 12.500 toneladas en 2024. “Tenemos que contratar una empresa especializada porque no tenemos medios suficientes”, explica Ignacio Trujillo, concejal de Turismo y Cultura del municipio. La Diputación Provincial concede una ayuda que palía el gasto.


Algas acumuladas en la playa de Poniente de la Línea de la Concepción EFE / A.Carrasco Ragel.

A finales de julio fue el Ayuntamiento de Cádiz el que pidió al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía “acciones efectivas” para erradicar o contener el alga, denunciando que la Estrategia de Control del Alga Asiática, aprobada por el Gobierno central en 2022, no ha servido hasta ahora para frenar la invasión. Está por ver si el plan de sacarle rédito económico consigue al menos mitigar su impacto.