El cardenal Cobo responde a Vox: «Una procesión católica o la fiesta del cordero no son una amenaza a nada ni a nadie»

El cardenal Cobo responde a Vox: «Una procesión católica o la fiesta del cordero no son una amenaza a nada ni a nadie»

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal advierte: «Sembrar el miedo al diferente no es el camino», y defiende «un pacto nacional de migraciones entre todos los partidos políticos, evitando discursos ideologizados y oportunistas»

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No es una respuesta oficial, pero sí la primera voz episcopal que se alza frente a los ataques de Vox y en defensa de la convivencia interreligiosa contra las políticas del odio al migrante. El cardenal de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, José Cobo, uno de los blancos preferidos de la ultraderecha (durante años fue responsable de Migraciones de la Iglesia española y, como arzobispo de la capital, responsable de implementar el acuerdo para la resignificación de Cuelgamuros), ha publicado un artículo en Agenda Pública en el que critica con dureza la decisión del Ayuntamiento de Jumilla de prohibir el rezo islámico en el polideportivo de la localidad. “Una procesión católica arraigada o una fiesta del cordero en una población con presencia musulmana no pueden constituir una amenaza a nada ni a nadie”, señala el purpurado.

“El uso ordenado de un polideportivo para unas tradicionales fiestas religiosas, de familia y vida de fe no parece perturbar la convivencia de una población con una presencia tan significativa de pluralismo religioso”, constata Cobo, quien pide “reflexionar de nuevo sobre el sentido de la presencia de las religiones en la vida pública y, con ello, sobre la llamada laicidad positiva del Estado: ello implica la no confesionalidad, pero sí el respeto fundamental hacia las creencias y convicciones de los miembros de la sociedad, sin retrocesos en lo ya logrado”.

“No es un tema nuevo: la migración siempre trae consigo retos que deben afrontarse con una visión de Estado, sin improvisaciones ni medidas emotivistas que contradigan los principios éticos en que debe basarse toda política”, escribe el cardenal de Madrid, quien plantea una reflexión ante el ejemplo de Jumilla: “Cuando en un municipio hay más de 1.500 nuevos vecinos trabajando e integrándose, ¿no es lógico armonizar la convivencia teniendo en cuenta los derechos fundamentales de todos?”.

“El bien común exige crear condiciones para que todos los miembros de la sociedad desarrollen su potencial, respetando la libertad y la diversidad”, sostiene Cobo, quien defiende que “las religiones pueden aportar valores, elementos sapienciales y motivaciones que enriquecen la vida pública y fortalecen la cohesión social”.

“Eso en modo alguno supone una colonización religiosa de la cultura ni una nueva forma de confesionalismo religioso” como defiende la ultraderecha, señala el vicepresidente del Episcopado, quien advierte de la tentación de “’prevenirnos’ o azuzar con el miedo a unas determinadas manifestaciones religiosas como forma de arrinconar la presencia de las religiones en la vida social”. “El miedo al diferente nunca es la repuesta a la diversidad, muchas veces desdibuja, confronta y se pone al servicio de intereses nada dependientes del bien común. Eso lo aprendimos con mucho sufrimiento en diferentes momentos de la historia”, recuerda.

“Debilitar la debida presencia religiosa es debilitar la convivencia. Una procesión católica arraigada en una fuerte tradición o una fiesta del cordero en el seno de una población con presencia significativa musulmana no pueden constituir una amenaza a nada ni a nadie. Tampoco sembrar miedo al diferente es el camino”, denuncia Cobo, quien insiste en que “cuando, poco a poco, se va sembrando una visión negativa de lo religioso, o cuando educamos en la prevención al diferente, entonces hacemos un flaco servicio a la convivencia armoniosa en una sociedad plural”.

“Todo cuanto hagamos por crecer en clima de diálogo y respeto de la vida religiosa en nuestra sociedad repercutirá en la humanización de la misma”, recalca el vicepresidente de la CEE, quien añade que “el respeto a las creencias y prácticas de todos exige evitar tanto la imposición como la marginación”.

“Este es el arte que conjugamos todos los que queremos participar de la vida social de forma positiva. El fundamentalismo religioso, los populismos políticos, los reduccionismos y la política del miedo conducen a la desfiguración de la religión en la sociedad”, concluye Cobo, quien resalta que “estamos asistiendo al dibujo de un nuevo rostro de la sociedad española” lo que, “lejos de ser un problema, es un reto por desplegar pues son personas las que llegan, y cada una es un valor para la sociedad. Máxime cuando llegan porque las hemos llamado de un modo u otro”.

“Urge dar respuestas legislativas coherentes y justas para que la migración sea ordenada, solidaria y justa. No restrictiva ni militarizada ni egoísta. Tenemos que seguir demandando un marco más amplio que supere la mirada corta: necesitamos un pacto nacional de migraciones entre todos los partidos políticos, evitando discursos ideologizados y oportunistas, conjugando la dignidad de toda persona, el bien común, la seguridad y la asunción de las responsabilidades de los estados en este mundo globalizado en el que vivimos y del que nos beneficiamos”, finaliza.

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