
El Instituto Cervantes abandona el palacio del PNV en la avenida de Marceau de París
Aunque tenía la posibilidad de quedarse abonando una «renta de mercado» al nuevo propietario, el partido nacionalista, en el edificio ya no quedan ni rótulos ni bandera y el organismo ha trasladado ya todas sus actividades, incluida la Biblioteca Española
Testaferros y 65.000 dólares llegados de México: así compró en 1936 el PNV el palacio de París que ahora ha recuperado
En las últimas semanas, el Instituto Cervantes, organismo encargado de la promoción de la lengua castellana y de la cultura española en el mundo, ha arriado la bandera rojigualda y retirado sus rótulos corporativos del palacio ubicado en el 11 de la avenida de Marceau del centro de París. Tras restituir a comienzos de año el Estado al PNV la titularidad de ese edificio, adquirido mediante testaferros en 1936, antes de que fuera la sede en el exilio del Gobierno de la Euzkadi surgida durante la Guerra Civil, la entidad adscrita al Ministerio de Exteriores ha decidido abandonar definitivamente estas instalaciones, incluida la Biblioteca Española o Biblioteca Octavio Paz, con unos 50.000 volúmenes y siete décadas de historia.
Según confirman fuentes del Instituto Cervantes, este organismo ha concentrado ya todas sus actividades en la capital de Francia en su otra sede, la del 7 de la rúa de Quentin Bauchart. Sobre la biblioteca, la web oficial simplemente incorpora un aviso: “Nuestros servicios se han visto limitados por razones técnicas hasta una fecha que les anunciaremos oportunamente”. Y remite ya a los usuarios a la otra dirección, apenas separada unos minutos a pie de la anterior. Ambas sedes están en bulevares hausmanianos próximos a los Campos Elíseos, al Arco de Triunfo y a la Torre Eiffel.
El decreto que traspasó del Estado al PNV la propiedad del palacio de Marceau preveía la posibilidad de que el Instituto Cervantes se quedase como inquilino hasta 2030 a cambio de una “renta de mercado”, pero la mudanza se ha hecho mucho antes. El PNV, oficialmente, no quiere hacer comentarios sobre el asunto, si bien fuentes internas sí admiten que esa “renta de mercado” era una cifra elevadísima por las características y ubicación del inmueble. En una agencia inmobiliaria, por dar dos ejemplos, un estudio de 28 metros cuadrados allí cuesta 430.000 euros y un apartamento de 142 metros cuadrados supera los 4,1 millones. El partido tampoco ha comunicado qué uso quiere dar a la más señera de sus posesiones en el exterior.
Cartel de la avenida de Marceau de París
El edificio de Marceau, con sus características puertas azules, ofrece ya el aspecto de estar sin actividad a simple vista. En el momento de la visita, tras unas lluvias intensas, una alcantarilla expulsaba agua sin parar en la misma entrada del palacio sin que a nadie la llamase la atención. Todas las contraventanas estaban ya cerradas. La avenida, la frontera entre el distrito VIII y el XVI del caracol que es el mapa de París, es una de las que nacen en la estrella del Arco de Triunfo y mueren en el río Sena. El nivel de vida de la zona lo muestra que el concesionario más cercano es de la marca Bentley y que, en el restaurante más próximo, la hamburguesa cuesta 27 euros. Desde la acera de enfrente, con Porsches aparcados, se puede tomar una fotografía con la parte superior de la torre Eiffel de fondo.
En esa acera de enfrente, en el 22 de Marceau, sí ondea una bandera de España. Es la sede de la delegación permanente del Estado ante la OCDE, cuyo embajador actual es el expresidente valenciano Ximo Puig. Otro militante del PSOE valenciano, Max Aub, tiene una placa. Francés de origen alemán y residente en España desde niño, trabajó en esa sede durante la Guerra Civil y ayudó a alumbrar el ‘Guernica’ de Pablo Picasso, cuya temática tiene mucha relación con la historia del palacio de enfrente.
Los “testaferros” del PNV
Salvo ahora, en 2025, el palacio del 11 de Marceau nunca estuvo a nombre del PNV como tal. Pero eso no implica que quienes lo adquirieron realmente no lo hicieran por iniciativa del partido. Es conocido que, desde la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la formación nacionalista empleaba “testaferros” o intermediarios para preservar su patrimonio. En este caso, el cambio de titularidad se fundamentó en un dictamen historiográfico del secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, que se basa, a su vez, en el análisis del profesor Óscar Álvarez Gila y de Xabier Hualde Amunárriz, ambos de la UPV/EHU.
Se indica que, en efecto, la sede de París fue empleada como base de operaciones principal del Gobierno de Euzkadi en el exilio, así como de otros organismos auxiliares. Aquel Ejecutivo se constituyó en octubre de 1936, cuando los sublevados ya habían conquistado Vitoria y Pamplona el mismo día del golpe de Estado y Donostia, en septiembre. Bilbao cayó en junio del año siguiente, semanas después del bombardeo nazi que inspiró a Picasso.
Así, los nuevos organismos autonómicos se ubicaron en el extranjero. El informe recalca que “el uso” o el “significado” del edificio no ha de confundirse con su propiedad. Y añade que “es capital” entender que “el uso de testaferros o sociedades pantalla” por razones políticas y de seguridad en un contexto de guerra dota de “complejidad” al estudio de la historia concreta de este inmueble.
Más en detalle, “se identifica como donante de los fondos que pagaron el inmueble a Francisco Belausteguigoitia Landaluce, emigrante vasco residente en México, con unos fuertes vínculos personales con el PNV”. La “orden telegráfica” con las instrucciones al dirigente del PNV Heliodoro de la Torre para el envío de 65.000 dólares estadounidenses se dio el 12 de septiembre de 1936. La fecha es muy relevante, porque entonces aún no estaba aprobado el Estatuto ni creado el Gobierno de Euzkadi. “De la Torre, receptor de los fondos, es el tesorero del PNV, por tanto, es el gestor económico de dicho partido, en el momento de recibir los 65.000 dólares y no de un Gobierno que aún no existía”, se puede leer en el informe historiográfico.
El edificio se pagó en francos franceses, en concreto 1.460.000 abonados al contado. La devaluación del franco era tal que aún sobraba con los 64.982,30 dólares disponibles, ya que por el camino los bancos se quedaron con algunas comisiones. Y “a finales de 1938 se inició el levantamiento de un entramado societario de nuevo cuño que se usaría como nuevo propietario oficial del edificio, siendo así transferida la propiedad del edificio a la sociedad mercantil Finances et Entreprises S.A. en 1939”. “Las siete personas que se reparten las 600 acciones por un valor total de 3 millones de francos franceses son, todas ellas, de nacionalidad británica o francesa, residentes en el Reino Unido (5) y Francia (2), con el nexo común de estar, casi todos ellos, vinculados al negocio del tráfico marítimo”, se explica sobre los que estaban detrás de esa tapadera. “El capital fundacional no fue aportado por sus socios accionistas, sino que llegó en su totalidad de manos del tesorero del PNV, siendo, por lo tanto, los accionistas meros testaferros”, se apostilla. De hecho, el cambio de titularidad se hizo sin entrega de dinero. Fue una compraventa “enmascarada”.
Rótulos retirados en la entrada de la antigua Biblioteca Española de París
En el folleto editado por el Instituto Cervantes sobre la Biblioteca Española, se indica que el de Marceau es un “edificio singular”. Su historia, en verdad, no arranca con la Guerra Civil española, sino el siglo anterior. “Fue construido en 1883 por el arquitecto Paul Déchard como residencia familiar de Narcisse Fillot, un directivo de Au Bon Marché, por entonces el mayor de los grandes almacenes europeos. El edificio se compone de tres cuerpos de obra en U en torno a un patio interior al que se accede por un paso de carruajes. El cuerpo principal, con fachada a la avenida Marceau, consta de cuatro plantas. El segundo, perpendicular al principal, está formado por el salón de baile o salón de los espejos. Un tercer elemento estaba en su origen reservado a la caballeriza y al servicio. En 2012 se aprueba la inscripción de varios elementos del inmueble en la lista de monumentos históricos de París”, se explica. El Gobierno de España ha acometido muy recientemente importantes reformas en Marceau.
La exposición franquista
Fue en 1937 cuando el Gobierno de Euzkadi, con el lehendakari José Antonio de Aguirre al frente, se instaló en el edificio del PNV precisamente porque era de su partido. Pero en 1940 París quedó ocupada por las fuerzas nazis y la Gestapo entregó el inmueble a sus aliados franquistas. Entre los moradores, la Falange -el partido único y parafascista de la dictadura-, la Agregaduría Militar y la Comisión de Recuperación de Bienes y los Servicios de Seguridad. “Desde aquí se coordina la represión del exilio republicano español”, explica el Instituto Cervantes.
Con la liberación de París, en 1944, el Ejecutivo autonómico en el exilio recuperó el palacio. De aquella época es la fundación Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, realizada allí mismo. Pero no fue una estancia larga. Se iniciaron una serie de procedimientos judiciales que hicieron que, en 1951, el 11 de Marceau pasara a manos del Estado, que ha mantenido hasta ahora esa propiedad. Los historiadores que elaboraron el dictamen para el traspaso remarcaban que era muy importante tener en cuenta que esas resoluciones que dieron la titularidad al Gobierno español se fundamentaban en dos legalidades ilegítimas, la de la Francia colaboracionista primero y la de España franquista después.
La Biblioteca Española fue inaugurada en noviembre de 1952. Antes, se había organizado allí la denominada ‘Exposition du livre espagnol contemporain et des tapisseries de Goya (‘Exposición del libro español contemporáneo y de tapices de Goya“’). Fue promovida por el franquismo para ir saliendo de su aislamiento internacional y blanquear su imagen. Entre los asistentes, participó quien luego sería pontífice de la Iglesia católica como Juan XXIII. La mayor joya expuesta fue el único manuscrito conservado del ‘Cantar del Mío Cid’.
“De los 3.603 libros de la exposición de 1952 que dio origen a la Biblioteca Española, publicados entre 1940 y 1951, han llegado a nuestros días unos 2.000 documentos. […] A lo largo de sus más de 70 años de historia, la biblioteca ha reunido un fondo bibliográfico integrado por unos 50.000 documentos. La colección patrimonial incluye obras de valor histórico y cultural (libros antiguos, primeras ediciones, libros únicos, raros o valiosos, con dedicatoria autógrafa), muchas de ellas testigo de la historia de la biblioteca y del paso de autores hispanos por París”, cuenta el Instituto Cervantes. La lujosa sala de lectura estaba “presidida por un retrato de Manuel de Falla pintado por Ignacio Zuloaga, con estanterías de roble y un fresco en el techo del pintor Jean-Alfred Marioton”, se destaca.
A expensas del Tribunal de Cuentas
El Gobierno de Pedro Sánchez incluyó este traspaso en un decreto ómnibus que presentó en la Nochebuena de 2024. No logró convalidarlo en enero de 2025, pero el PNV explicó que inscribió el 11 de Marceau a su nombre en las semanas en que estuvo en vigor. “La no convalidación de un decreto-ley produce la inmediata cesación de sus efectos y su derogación, pero no la anulación de los efectos producidos durante su vigencia. La transmisión ya ha sido establecida en la ley (ope legis), y es un acto que ya se ha perfeccionado (completado)”, explicaron entonces fuentes del partido.
Pero la polémica política estaba servida. El PP acusó al Estado de dilapidar patrimonio público para contentar a sus socios. Aunque nunca ha habido una tasación oficial, se dijo entonces que el “regalo” era de 17 millones de euros. Finalmente, en mayo, una comisión mixta de Congreso y Senado, a instancias del PP, pero también de Vox, solicitó al Tribunal de Cuentas una auditoría sobre la operación. En el PNV no olvidan estos ataques del PP ahora que insiste en volver a recomponer relaciones.
En este tiempo, de hecho, los nacionalistas han explicado en detalle cómo los dos presidentes ‘populares’, José María Aznar y Mariano Rajoy, habían negociado igualmente con el palacio de París cuando precisaban del apoyo de esta formación en el Congreso. Iñigo Urkullu, siendo lehendakari, también dejó una carta en el buzón del palacio reivindicando su pertenencia al PNV y Andoni Ortuzar, en su etapa al frente del Euzkadi Buru Batzar, se dejó fotografiar también allí, cuando todavía ondeaba la bandera de España y se veía el rojo logotipo del Instituto Cervantes.