Cine trans para hackear el mito de Batman: la revolución que trae ‘The People’s Joker’

Cine trans para hackear el mito de Batman: la revolución que trae ‘The People’s Joker’

El debut como directora de Vera Drew, que Filmin estrena el 15 de agosto, es una parodia del Universo de DC convertida en deslumbrante retrato autobiográfico, desafiando a Warner y a los derechos de autor

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Lo de que haya algo gay en Batman es una idea con bastante recorrido. Podemos acudir a los años 50 del siglo pasado y a aquel infame ensayo donde el psiquiatra Fredric Wertham aseguraba que los cómics eran perniciosos para los niños. “Las historias de Batman son psicológicamente homosexuales”, aseguraba en La seducción de los inocentes. “Es difícil ignorar la sutil atmósfera de homoerotismo que domina las aventuras del maduro Batman y su joven amigo Robin”. Wertham escribía a partir de una de las muchas mutaciones del Caballero Oscuro en las viñetas, cuando sus aventuras habían pasado a ser más alegres y coloristas, y solía estar acompañado en ellas.

Es la versión del personaje que adaptó la famosa serie de televisión de los años 60, con un tono abiertamente humorístico, siendo a su vez esta Batman la que motivó un brusco cambio en la aproximación audiovisual al personaje a mediados de la década de los 90. Frente a la oscuridad que habían practicado Tim Burton o Batman: La serie animada, Joel Schumacher quiso volver a las raíces más frívolas con dos películas a las que se les achacó, en su día, la muerte cinematográfica del personaje hasta su resurrección a manos de Christopher Nolan. Batman Forever y Batman y Robin mostraban a los justicieros de Gotham portando trajes ajustadísimos con primeros planos de sus glúteos y paquetes enfundados en spandex. Y, por supuesto, pezones. Eso fue lo más comentado.

Schumacher, un hombre abiertamente gay, tuvo que acabar pidiendo disculpas por esta visión de los personajes, empujado por el consenso que tachaba a Batman Forever y Batman y Robin de pasos en falso en la trayectoria de un superhéroe tan amado. Mientras que, como no podía ser de otro modo, ambas películas fueron siendo reivindicadas con los años. Vera Drew es una de esas espectadoras que ama (no irónicamente) el Batman de Schumacher. Hasta el punto de que, según ha contado, fue gracias a una escena de Batman Forever que empezó a asumir su identidad trans.


Jim Carrey y Tommy Lee Jones en ‘Batman Forever’

Se trata de aquella escena donde Nicole Kidman coquetea con Batman en una azotea, deslizando sus manos por los pectorales del superhéroe. Drew deseó ser Kidman en aquel momento, siendo algo tan revelador como para que en The People’s Joker, su primera película como directora, haya incluido una dedicatoria a Joel Schumacher (fallecido en 2020). Y otra, a su madre.

Una broma convertida en autobiografía

La génesis de The People’s Joker —que se incorpora al catálogo de Filmin el 15 de agosto— es tan ferozmente propia de nuestros tiempos como para venir de X, cuando todavía se llamaba Twitter. Finales de 2019, Joker está arrasando en taquilla, y se viralizan unas declaraciones del director Todd Phillips asegurando que las comedias ya no funcionan por culpa de la “cultura woke”. Bri LeRose, guionista de series como Arrested Development, citó el tuit diciendo que “solo vería la película de este cobarde si Vera Drew la reeditara”. Por entonces Drew era conocida en la industria por su trabajo de montadora, que había llegado a ser galardonado con el Emmy en la serie Who is America? de Sacha Baron Cohen. Drew aceptó el desafío de su amiga.

Su idea, originalmente, era remontar la película dedicada a la némesis de Batman como si fuera una comedia absurda, añadiendo sonidos de pedos y trompazos. Pero entonces descubrió que la película le gustaba genuinamente. Al margen de cómo esta podía apelar a instintos antipolíticos o servir de emblema para el movimiento incel —tal y como entonces se advertía en la conversación pública, desatando algo parecido a un pánico moral—, Drew se sintió inspirada por el personaje de Joaquin Phoenix. “Se hablaba de lucha de clases y de la crisis de la salud mental; aquí había un personaje cuyo sistema le estaba fallando completamente y aún así él solo quería hacer reír a la gente, mientras esa misma gente le explotaba. Me sentí muy identificada con eso”, contó más tarde.


Fotograma de ‘The People’s Joker’

Este entendimiento de Arthur Fleck como pobre diablo canibalizado por el aparato social y su maquinaria mediática sería enriquecida más tarde por el propio Phillips en la tan extraordinaria como incomprendida secuela, Joker: Folie à deux. Mucho antes de eso, la identificación de Drew con el personaje le llevó a alterar la propuesta de LeRose y a desarrollar toda una nueva película a partir de ella —recurriendo a la propia LeRose como coguionista—, que mezclara su propia biografía con el Universo DC. Drew logró financiar el filme con crowdfunding y pidiendo favores a conocidos, así como echando mano de sus habilidades con el montaje y los efectos digitales.

De esta forma, lo primero que sorprende de The People’s Joker es la variedad de técnicas empleadas para visualizar la trama (y abaratar costes). Drew utiliza profusamente cromas y CGI rudimentario, al tiempo que las secuencias más complejas a nivel de escala son resueltas mediante pasajes animados, que reimaginan a los personajes con diseños alternativos. Todo obedece a articular una parodia reconocible de la mitología de Batman y el Joker, remitiendo a la imaginería de los cómics y las múltiples películas que ha producido Warner a partir de ella, y partiendo de la propia pasión de Drew por la cabecera. Es una parodia hecha con mucho cariño, vaya, aunque esto no haya evitado los problemas legales una vez se empezó a gestionar su distribución.


‘The People’s Joker’

Drew consiguió que el Festival de Toronto la programara dentro de su sección Midnight Madness, en septiembre de 2022. Solo llegó a haber un pase, sin embargo, según la directiva del festival por culpa de un “problema de derechos”. Drew atribuiría la cancelación a su vez a la “carta airada” de cierto “conglomerado mediático”, con lo que resulta obvio que en Warner Bros. Discovery no estaban contentos con la existencia de la película. La cineasta, aún así, se amparó en el carácter de parodia —algo enfatizado con un rótulo al inicio de The People’s Joker—, y seguramente le ayudó en su empeño que la película… resultara ser magnífica. La crítica no tardó en hacerse eco. Warner desistió en su persecución de The People’s Joker según esta fue acumulando elogios.

El filme llegó por fin a las salas de EEUU en 2024. Más tarde Variety la incluyó en su lista de las mejores películas del año, y Drew ganó el premio a Mejor dirección en los galardones del cine independiente (esos que, oportunamente, tienen por nombre los Gotham Independent Film Awards). The People’s Joker se ha convertido en tiempo récord en un título de culto, y ha estimulado un debate crítico que no duda en alzarlo como uno de los filmes más relevantes del cine queer actual.

La Joker de la anticomedia

Willow Catelyn Maclay y Caden Mark Gardner son dos figuras de la crítica estadounidense que también quedaron profundamente impactadas por Batman Forever y aquella insinuante escena con Nicole Kidman. Ambas, como mujer y hombre trans respectivamente, han ido publicando una serie de cartas (Body Talk) donde analizan el presente del audiovisual queer. Naturalmente The People’s Joker les interesa muchísimo. Las inquietudes visuales de Drew —así como la reapropiación de imágenes con posibles consecuencias legales— a Maclay le recuerdan por ejemplo al New Queer Cinema de los 90, representado por cineastas como Gregg Araki, Gus van Sant o Todd Haynes.

Haynes, al fin y al cabo, se dio a conocer por un mediometraje que narraba la vida de la cantante Karen Carpenter con muñecas Barbie: un mediometraje cuya distribución intentó pararse por todos los medios. Es un ímpetu contracultural que podemos rastrear fácilmente en The People’s Joker, aunque la película solo responde a su propia contemporaneidad y es una que, a cambio, bien podría compartir con la obra de Jane Schoenbrun. Schoenbrun, persona no binaria, ha desarrollado hasta la fecha dos películas enormemente aclamadas en los círculos independientes, We’re All Going to the World’s Fair (2021) y El brillo de la televisión (2024). Esta última pudo ser distribuida por A24, llegando a un público más amplio y pudiendo ser vinculada a la propuesta de The People’s Joker.


‘The People’s Joker’ comparte ciertas características con ‘El brillo de la televisión’

El brillo de la televisión y The People’s Joker comparten un “lenguaje visual basado en la forma en que las cineastas trans llegaron a identificarse con imágenes que no eran intencionadamente significativas para espectadores trans”, según Maclay. Ambas películas, en efecto, plantean subjetividades queer cuyo autodescubrimiento es impulsado por una ficción determinada desafiando lo que pudieran pretender sus creadores. Schoenbrun recurre a una serie ficticia (pero de ecos indudables a Twin Peaks), mientras que Drew hace lo propio con el Universo de DC. En su caso introduciéndose como protagonista en la misma ficción, mezclando el nombre de Joker con el de su habitual amante Harley Quinn (el personaje se da a conocer como Joker the Harlequin), para a partir de ahí deformar a su antojo el panteón de personajes que rodean a Batman. Y al propio Batman.

Con inteligencia admirable, Drew va alterando el carácter de los personajes, siendo especialmente jugoso el tratamiento de Batman y Robin. Llegado un momento, la protagonista empieza un romance con un hombre trans, que a su vez es otra versión de Joker: lo curioso del asunto es que este vistió anteriormente el uniforme justiciero de Robin, y Batman abusó sexualmente de él —¿os acordáis de la soflama de Wertham?— cuando compartían hogar. Este Joker alternativo está codificado además como el Joker que Jared Leto interpretó en Escuadrón suicida, lo que a su vez es un chiste finísimo porque Leto, siendo cis, ganó el Oscar gracias a interpretar a una mujer trans en Dallas Buyers Club.


La película tiene varios segmentos animados

The People’s Joker está llena de ocurrencias del estilo. La parodia es extremadamente divertida, cimentada en una sabiduría pop que sabe expandirse a coordenadas más serias o ambiciosas. Drew, según su experiencia de mujer trans en el mundo de la comedia estadounidense, se las apaña entonces para tejer una punzante sátira sobre esta industria, aprovechando el esquema narrativo del Joker de Phillips —su encarnación también quiere triunfar como humorista, practicando lo que ella misma denomina “anticomedia”— de forma que pueda arremeter contra una institución estadounidense como Saturday Night Live y la supuesta voluntad inclusiva de este tipo de espacios.


‘The People’s Joker’

La película critica pues la capitalización de la disidencia de género y la imposición a que esta encaje en coordenadas más cómodas o agradables. Es ahí donde la voluntad satírica de The People’s Joker se cruza con su carácter íntimo y confesional, atendiendo a la biografía de Drew y a su transición. La presencia de un medicamento llamado Smylex —que inhibe la identidad de la protagonista ensanchando artificialmente su sonrisa— no solo es una hábil relectura del Joker, sino también una llamada de atención sobre los intentos de silenciar las voces queer bajo la máscara de lo inofensivo.

El sufrimiento que esto depara en la protagonista, así como el retrato —de una sensibilidad desarmante— de la relación con su madre, le otorga una poderosísima hondura, tanto dramática como discursiva, a The People’s Joker. Termina de afianzarla como una película imprescindible de nuestro tiempo, y una prueba especialmente bella (por emancipatoria, por revulsiva) de que la cultura popular solo ha de pertenecerle, propiamente, a la gente.