Cómo saber si tu aire acondicionado toma aire del exterior o del interior

Cómo saber si tu aire acondicionado toma aire del exterior o del interior

La inmensa mayoría de los equipos de aire acondicionado doméstico solo toman aire del interior de la casa, por lo que no es posible que introduzcan olores o contaminación del exterior

¿A qué temperatura debemos poner el aire acondicionado para que refresque y consuma menos?

Cuando en verano las temperaturas rozan los 40 grados, el aire acondicionado convierte nuestros hogares en refugios climáticos. Cerramos las ventanas a cal y canto y esperamos a que pase la ola de calor. Aun así, nos puede asaltar la duda: ¿estamos ventilando correctamente la casa? O quizá tengamos el pensamiento contrario: ¿estaremos introduciendo contaminación del exterior? La respuesta es sencilla si sabemos cuál es el funcionamiento básico de un aparato de aire acondicionado y de otros sistemas de ventilación usados en el hogar.

De dónde sale el aire que respiras en casa

Un sistema de aire acondicionado doméstico, sea del tipo split o una unidad portátil, funciona mediante la transferencia de calor del interior al exterior. Es decir, extrae el calor del interior de la casa y lo expulsa al exterior, algo que podemos comprobar porque la unidad exterior, o el tubo, en el caso del aparato portátil, producen aire muy caliente. Sin embargo, es un intercambio de temperatura, no de aire.

Los componentes de un sistema split son una unidad interior (evaporador) y la unidad exterior (condensador más compresor), que están conectados por unos tubos de cobre. Por estos tubos no circula el aire, sino un fluido refrigerante. El refrigerante cambia de estado (líquido a gas y viceversa) para absorber calor del aire interior y liberarlo fuera.

El proceso comienza cuando el refrigerante frío y líquido entra al evaporador (unidad interior). Allí, un ventilador impulsa el aire caliente de la habitación sobre unos serpentines, haciendo que el refrigerante absorba el calor y se evapore. Este gas ahora caliente es succionado por el compresor (la unidad exterior).

El refrigerante, ahora en estado gaseoso, es comprimido y enviado a un condensador donde libera el calor al exterior, volviendo a su estado líquido. El refrigerante líquido, ya a menor temperatura y presión, regresa a la unidad interior para repetir el ciclo de evaporación y enfriamiento.

Es decir, en este tipo de instalaciones, el aire que se enfría es el que ya estaba dentro de la estancia. No entra aire del exterior.

Esto puede ser una buena idea, especialmente si el aire exterior está contaminado. Un aire acondicionado convencional reduce no solo la temperatura del aire, sino también su humedad, algo muy conveniente cuando estamos en un lugar con calor y una humedad ambiental elevada. Además, incluso los modelos más sencillos suelen incluir un filtro que atrapa las partículas más grandes, aunque no es suficiente para absorber las partículas microscópicas que afectan a la calidad del aire.

Los modelos más avanzados de aire acondicionado incorporan un purificador de aire que incluye a su vez filtros de malla tupida que eliminan hasta el 99% de las partículas en suspensión, el polvo y los alérgenos como el polen. Otros modelos hacen pasar el aire por una fuente de rayos ultravioleta que además eliminan bacterias y virus.

En otro caso, podemos renovar el aire de la casa aprovechando las primeras horas de la mañana para abrir las ventanas, ya que es cuando hay temperaturas más bajas y niveles más bajos de contaminación.

Los sistemas de ventilación mecánica controlada

Todo lo anterior es válido para la inmensa mayoría de sistemas de aire acondicionado. Sin embargo, en algunas grandes instalaciones y en casas unifamiliares energéticamente eficientes es posible encontrar sistemas en los que el aire se toma del exterior para asegurar que se está renovando constantemente. Estos sistemas se denominan de ventilación mecánica controlada.

La Ventilación Mecánica Controlada (VMC) es un sistema diseñado para renovar el aire interior de una vivienda de manera constante, eficiente y silenciosa. El objetivo es eliminar los contaminantes internos del recinto, como CO₂, humedad excesiva, compuestos orgánicos volátiles y olores, pero al mismo tiempo minimizar las pérdidas de energía, es decir, de calefacción en invierno y de refrigeración en verano.

Hay dos tipos de sistemas VMC. La de flujo simple consiste en extraer el aire viciado de zonas húmedas como cocinas y baños mediante extractores mecánicos, mientras que el aire fresco entra de forma pasiva a través de rejillas ubicadas en estancias secas como dormitorios o salones. En este caso, el aire del exterior no recibe ningún tratamiento ni cambia su temperatura, por lo que pueden entrar contaminantes y olores del exterior. No obstante hay que tener en cuenta que es un sistema de ventilación, no de aire acondicionado.

Por otro lado, la VMC de doble flujo tiene dos circuitos independientes: uno extrae el aire viciado hacia el exterior y otro introduce aire fresco desde el exterior, lo filtra y lo climatiza. Ambos flujos atraviesan un recuperador de calor, donde hasta el 90% de la energía térmica del aire extraído se transfiere al aire entrante en invierno (y al revés en verano). Esto permite reducir drásticamente el consumo energético de la climatización, especialmente si se combina con el uso de bombas de calor o aerotermia, o incluso splits de aire acondicionado convencional.

Los sistemas de VMC son un componente fundamental de las viviendas Passivhaus, donde la envolvente de la casa debe ser hermética para ahorrar energía, pero esto impide la renovación natural del aire, por lo que el circuito de ventilación es necesario. Sin embargo, muy pocos edificios en España cuentan con este sistema en la actualidad.