El Gobierno ya tiene sobre la mesa las 10 ideas finalistas para la resignificación de Cuelgamuros

El Gobierno ya tiene sobre la mesa las 10 ideas finalistas para la resignificación de Cuelgamuros

El jurado ha seleccionado las mejores propuestas para transformar el mausoleo franquista en un lugar de memoria, y ahora estos proyectos deberán desarrollarse y detallarse para elegir un ganador en el plazo de unos meses

Se abre el concurso de ideas para Cuelgamuros con un plazo estimado para su transformación de más de cuatro años

Han pasado 65 años desde que fue inaugurado –en el vigésimo aniversario de la victoria franquista– como un megalómano símbolo del poder del régimen. Pero desde este lunes la resignificación de Cuelgamuros está un poco más cerca. El Gobierno tiene ya sobre la mesa una decena de propuestas para convertir el ex Valle de los Caídos en un lugar de memoria. El jurado ha seleccionado los mejores planes entre los 34 que se presentaron al concurso lanzado en abril, semanas después de que el Ministerio de Presidencia pactara con la Iglesia católica la intervención del complejo.

El concurso engloba tres encargos: una transformación en clave paisajística y artística, la construcción de un centro de interpretación y un proceso de musealización para explicar a partir de paneles u otro tipo de elementos qué es –y fue– Cuelgamuros.

La deliberación se ha publicado en la Plataforma de Contratación el Sector Público, y en ella figuran los nombres de una decena de proyectos, como Caminos de Memoria, Luz que emerge, La base y la cruz o Herida.Memoria.Luz. Ahora sus responsables deberán desarrollar estas ideas bajo una serie de indicaciones y requerimientos, y volver a enviar un proyecto en el plazo de dos meses desde el 1 de septiembre, ya que agosto se considera inhábil. Entre estas 10 aproximaciones estará la que finalmente transforme la mayor parte del complejo, en el que los monjes benedictinos seguirán presentes, al igual que la basílica, tras el acuerdo al que el Ejecutivo ha llegado con el Vaticano.

Un acuerdo que ha levantado ampollas en algunos sectores vinculados al catolicismo y que se ha convertido en un tema de enfrentamiento de partidos como Vox con los obispos españoles. La ultraderecha y los nostálgicos del franquismo han puesto en marcha campañas “en defensa de la cruz del Valle” y han intentado boicotear de muchas maneras este proceso, que busca cumplir con la Ley de Memoria Democrática. La última ofensiva tuvo como objeto precisamente este concurso, cuando Abogados Cristianos y una serie de arquitectos presentaron hasta nueve recursos para paralizarlo, sin éxito.

Enfrente, las asociaciones memorialistas se quejaron por la permanencia de los benedictinos en el Valle –aunque ya no bajo la dirección del prior filofranquista Santiago Cantera–. La basílica seguirá funcionando y conservará “como espacio dedicado al culto” la zona que ocupa el altar y las bancadas adyacentes, a las que no afectarán las intervenciones “de carácter artístico y museográfico”. El resto de espacios (vestíbulo, atrio, nave desocupada y cúpula) “podrán ser objeto de intervenciones”, según el acuerdo.

“La Cruz se queda”

No es una novedad, pero el acta del jurado en la que hace reflexiones y recomendaciones a los finalistas, recuerda que la monumental cruz de más de 150 metros de altura no es susceptible de ser derribada. “La confrontación arquitectónica con el monumento está perdida de antemano. La cruz permanecerá”, admiten los expertos. “La creación, dedicación y existencia del conjunto monumental —incluido el doloroso sacrificio de vidas humanas— no puede neutralizarse con otra intervención material. El lugar es, por su propia existencia, un testimonio ideológico. Solo puede resignificarse mediante otras ideas”, desarrollan.


El jefe de delegación de Vox en el Parlamento Europeo, Jorge Buxadé en la inauguración de la muestra «La Cruz como símbolo de las raíces cristianas», sobre Cuelgamuros. .

“Debemos asumir desde el inicio que ninguna intervención arquitectónica, por sí sola, puede contradecir o deshacer el gesto original que dio lugar al monumento. La verdadera tarea que plantea este concurso es aprovechar el potencial de la arquitectura, el arte y el paisaje para estimular y representar una nueva mirada, capaz de reubicar la historia, la política y las emociones que encierra este lugar en el horizonte contemporáneo de España”, señala el acta que firma el jurado. Un jurado presidido por el secretario general de Agenda Urbana, Vivienda y Arquitectura, Iñaqui Carnicero, y que cuenta también con el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, y el de Cultura, Jordi Martí Grau, además de varios artistas y arquitectos de reconocido prestigio, un asesor técnico y otro a propuesta de la Conferencia Episcopal.

“Para que este proceso sea legítimo, no basta con que se perciba como transparente: debe también asumir el conflicto y la diversidad de miradas como su tema central, no como un inconveniente. Toda intervención sobre un lugar cargado de significado histórico —como lo es el Valle de Cuelgamuros— debe atender tanto las dimensiones científicas e intelectuales como las emocionales y simbólicas. Y en este caso, además, debe incorporar la inevitable, y no siempre constructiva, presencia de proyecciones políticas y posicionamientos ideológicos”, señala el escrito.

Los costes del proceso alcanzarán los 31 millones de euros: 26,2 para sufragar los trabajos, 4,1 de honorarios para el proyecto ganador y 605.000 euros en premios para los diez finalistas.

Miles de víctimas sin identificar

Mientras la resignificación sigue su marcha, miles de restos permanecen en las catacumbas de la basílica. Franco quería que Cuelgamuros fuera un monumento a las víctimas de la contienda –de ahí su nombre de Valle de los Caídos– así que trasladó a Madrid –muchas veces sin siquiera avisar a los familiares– a muertos del bando nacional y a miles de fusilados desenterrados de las cunetas para formar parte de la mayor fosa común de España.

El mal estado de conservación y las numerosas trabas que han ido poniendo al proceso dificultan los trabajos de exhumación e identificación. Por eso, el jurado recomienda a los finalistas a descartar soluciones como en otros países en los que se ha hecho una enumeración de “todos los nombres”, dado que no es posible identificar a todas las personas allí sepultadas.