Los alcaldes demócratas se preparan ante la posible toma militar de sus ciudades ordenada por Trump

Los alcaldes demócratas se preparan ante la posible toma militar de sus ciudades ordenada por Trump

De Seattle a Baltimore, los alcaldes se comprometen a proteger sus ciudades con todos los medios a su alcance tras el despliegue de la Guardia Nacional en Washington y Los Ángeles

Trump pone en jaque las instituciones de EEUU y arrastra al país al autoritarismo

Tras ver los vehículos militares recorrer las calles de Washington contra la voluntad de los líderes locales, alcaldes de todo Estados Unidos se han puesto a pensar qué harán si la Administración pone la diana sobre sus ciudades.

El desprecio de Donald Trump por las ciudades gobernadas por el Partido Demócrata es conocido desde su campaña para las presidenciales de 2024, cuando prometió que se haría con el control de Washington, una promesa que ha tratado de cumplir esta semana. En junio ya había enviado soldados de la Guardia Nacional a Los Ángeles para reprimir las protestas contra las redadas del Servicio de Control de Inmigración. Trump lo hizo oponiéndose a la voluntad del estado de California, que ha demandado a su Administración.

Hay formas de colaboración con el Gobierno federal previstas para abordar problemas como la delincuencia, según las autoridades de los gobiernos municipales. En opinión de los líderes locales, Trump aprovecha la excusa del crimen y los disturbios para desautorizarlos, sembrar el caos, y hacer que en las noticias se deje de hablar de sus vínculos con Jeffrey Epstein.

Aunque los alcaldes reconocen que aún les queda trabajo para mejorar la vida de sus residentes, muchos municipios han logrado reducir las tasas de delitos violentos, que en la mayoría de las grandes ciudades vienen cayendo.

“De acuerdo con el relato que el presidente Trump sostiene de manera constante, ciudades como Seattle son infiernos progresistas sumidos en la anarquía”, dice el alcalde de Seattle, Bruce Harrell. “Eso, sencillamente, no es cierto. Aquí tienen su sede grandes comunidades y grandes empresas, así que su visión de nuestra ciudad no se ajusta a la realidad, es solo una distracción para que el pueblo estadounidense no vea sus fracasos como presidente”.

Al enviar al ejército, Trump puede hacer aumentar la delincuencia, alimentar la desconfianza en el Gobierno y generar situaciones inseguras para los vecinos y hasta para los soldados, en opinión de algunos alcaldes.

Incluso regidores del Partido Republicano, o alcaldes de estados gobernados por la formación conservadora, han mostrado su desacuerdo con lo que consideran una poco fundamentada usurpación del poder local por parte de Trump. La Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos, dirigida por David Holt (miembro del Partido Republicano y alcalde de Oklahoma), se opuso a la toma de control de la ciudad de Washington por parte de Trump y dijo que “el control local siempre es lo mejor”.

“Estos alcaldes de todo el país, de múltiples orígenes ideológicos, aman su ciudad más que su ideología”, dijo Jacob Frey, miembro del Partido Demócrata y alcalde de Minneapolis.

Varios alcaldes han declarado a The Guardian que están dispuestos a defender sus ciudades de una posible intervención de Trump, tanto legalmente como de otra forma. Están trabajando con sus jefes de policía para garantizar la lealtad de los cuerpos y coordinándose con los gobernadores ante el posible despliegue de la Guardia Nacional. Los departamentos de planificación de emergencias y los abogados municipales de las grandes ciudades demócratas ya han diseñado estrategias para resistir las medidas drásticas que Trump dice que quiere tomar contra ellas.

Pero Trump ya ha demostrado su disposición a infringir la ley para ir contra las ciudades. Informaciones de prensa señalan que el Pentágono está planeando poner en alerta a los soldados de la Guardia Nacional en los estados de Alabama y de Arizona, para desplegarlos si hay disturbios en las ciudades. Trump ha dado señales de que esto es solo el principio de su ofensiva contra los gobiernos municipales. La fiscal general, Pam Bondi, envió cartas esta semana a una serie de ciudades demócratas en las que amenazaba a los líderes locales con arrestarlos si no cooperaban con el Gobierno federal para cumplir las leyes de inmigración.

En opinión de Brett Smiley, miembro del Partido Demócrata y alcalde de Providence, en el estado de Rhode Island, la gente debería alarmarse ante la posibilidad de que se desplieguen soldados en las ciudades de Estados Unidos, independientemente del motivo. “No es algo a lo que debamos acostumbrarnos, no debemos permitir que este Gobierno rompa otra norma o pauta de nuestra sociedad y que en un par de años no nos parezca raro ver soldados en nuestras ciudades”, advierte.

Por qué va Trump contra las ciudades

La pelea de Trump con las ciudades tiene sus raíces en el primer gobierno del republicano y forma parte de un relato extendido entre la derecha que achaca a las políticas progresistas una supuesta decadencia urbana. Entre las drásticas medidas contra las ciudades previstas en el plan conservador ‘Proyecto 2025’ figuraba retener los fondos federales que les corresponden para obligarlas a cumplir con los planes de deportación.

Otro de los compromisos electorales de Trump era “desplegar recursos federales, incluida la Guardia Nacional, para restablecer la ley y el orden cuando las fuerzas locales del orden se nieguen a actuar”. “No dudaré en enviar recursos federales, incluida la Guardia Nacional, hasta recuperar la seguridad en las ciudades en las que se ha producido un derrumbe total de la ley y el orden, en las que los derechos fundamentales de nuestros ciudadanos están siendo violados de manera intolerable”, dijo el entonces candidato en un vídeo de 2023.

También trascendió en los medios que le habría gustado adoptar medidas mucho más duras y ágiles contra los manifestantes y alborotadores de las protestas por el asesinato de George Floyd de 2020 en Minneapolis. Ahora está utilizando problemas menores para declarar emergencias, como las protestas contra la inmigración o los delitos cometidos contra un empleado del Gobierno.

Minneapolis, la ciudad donde comenzaron las protestas después de que un policía asesinara a George Floyd, aparece en la lista de ciudades deterioradas, según Trump. “No creo que nadie pueda pretender saber lo que hay en la cabeza de Donald Trump”, indica a The Guardian el alcalde demócrata de Minneapolis, Jacob Frey. “[Trump] es un completo desastre, una idiotez, no sé qué está pensando, no sé qué está pensando ni cuál es el motivo, es evidente que se está centrando en ciudades gobernadas por demócratas”, cavila.

Otras ciudades que Trump tiene entre ceja y ceja tienen alcaldes negros y del Partido Demócrata: Baltimore, Oakland, Los Ángeles y Chicago. “El hecho de que mi ciudad, y todas las otras que el presidente mencionó el domingo, hayan logrado avances históricos en materia de delincuencia y a pesar de eso sean las señaladas lo dice todo”, dijo Brandon Scott, alcalde de Baltimore, durante una rueda de prensa esta semana.

Las particularidades de la capital

El Gobierno federal tiene una historia de colaboración con los ayuntamientos para abordar el problema de la delincuencia. Varios alcaldes demócratas pusieron varios ejemplos que se dieron al respecto durante el Gobierno de Biden, pero siempre fueron acuerdos bilaterales y no un reemplazo de la policía local. “No estamos contra la ayuda federal, estamos contra el caos federal”, advirtió Frey.

El alcalde de Detroit, Mike Duggan, indicó en un comunicado que la ciudad registra tasas de homicidios, tiroteos y robos de vehículos más bajas que en los últimos 50 años. La nota concede gran parte del éxito a la colaboración con las agencias federales y con la fiscalía general. “Esta colaboración es sencilla y eficaz: la policía de Detroit se encarga de la vigilancia policial y las autoridades federales aumentan de manera considerable su asistencia durante los procesos judiciales federales”, decía Duggan, que abundaba: “Agradecemos la colaboración que tenemos hoy en día y no vemos ninguna razón por la que ninguna de las partes podría querer cambiarla”.

Los alcaldes no presumen de haber resuelto el problema de la delincuencia violenta, sino de haberlo reducido y de estar trabajando para lograr nuevas mejoras, según Scott. “Necesitamos gente que quiera ayudarnos de verdad a conseguirlo, en lugar de intentar imponerse y convertirnos en algo distinto de la democracia representativa de la que todos nos sentimos orgullosos”, defendió.

Alcaldes de todo el país establecen una clara distinción entre el poder de Trump en la ciudad de Washington y el que puede ejercer en otras ciudades. Aunque Trump haya sido el primero en hacer uso de ella, la Ley de Autonomía Local de Washington de 1973 incluye un artículo que en caso de emergencia permite al presidente hacerse cargo temporalmente del Departamento de Policía. Otras ciudades no incorporan esa posibilidad en su normativa.

Incluso con esa Ley de Autonomía Local, las autoridades de Washington presentaron una demanda contra Trump en la que alegaban que estaba ejecutando una “toma de control hostil” de la policía capitalina tras intentar reemplazar a su jefa, aunque finalmente accedió a mantenerla en el puesto.

“Sabemos que cuando alguien dice que va a ser un dictador desde el primer día, nunca renuncia voluntariamente a esa aspiración al segundo día”, dijo esta semana en una rueda de prensa el abogado Norm Eisen, que ha presentado varias demandas contra la Administración Trump. “Eso es lo que se está viendo en las calles de Washington”, expresó.

Las ciudades se preparan

Jacob Frey dijo que la ciudad de Minneapolis ya se había pertrechado legalmente y diseñado planes operativos para la policía, los bomberos y los servicios de emergencias. “Nuestro jefe de policía y yo estamos en sintonía, y él informa al comisionado de seguridad, que a su vez me informa a mí”, aseguró.

“No hay ninguna ambigüedad en cuanto al funcionamiento de esta estructura jerárquica que, desde luego, no llega hasta Donald Trump”, advirtió. “Hacer algo así en Minneapolis sería una usurpación ilegal y flagrante del control local; por supuesto, procederíamos de manera inmediata para obtener una medida cautelar [que lo impida]”.

La decisión de Trump de enviar a Los Ángeles soldados de la Guardia Nacional también es de dudosa legalidad. Normalmente, las tropas de la Guardia Nacional están a las órdenes del gobernador. En el caso de California, el gobernador, Gavin Newsom, ha demandado a Trump por usar al ejército como fuerzas del orden en contra de la Ley Posse Comitatus. Un juzgado celebró esta semana una vista sobre el caso.

Bruce Harrell, el alcalde de Seattle, dice que confía en poder proteger al departamento de policía y a los vecinos si Trump envía soldados. “Lo que tengo que hacer es asegurarme de que las personas de las que soy responsable como alcalde sepan que podemos luchar contra su extralimitación [de poder], y de que nuestro departamento jurídico tenga bien preparados los razonamientos legales”, indicó. Brandon Scott, el alcalde de Baltimore, dijo que estaba dispuesto a tomar todas medidas “legales y de otro tipo”.

Incluso así, sigue habiendo dudas sobre hasta qué punto pueden reaccionar las ciudades si Trump llama a la Guardia Nacional. “Es muy difícil saber cuáles son nuestras opciones porque nos encontramos en territorio desconocido”, dijo Brett Smiley, alcalde de Providence. “No hay precedentes y no sé cuáles son mis opciones para impedir la llegada de los soldados. Esa es una de las razones por las que estoy tratando de ser tan proactivo para dejar claro que no es necesario, que no es deseable”.

Traducción de Francisco de Zárate