Cómo debe ser la protección auditiva de los bebés y los niños en los conciertos

Cómo debe ser la protección auditiva de los bebés y los niños en los conciertos

Los oídos humanos son muy sensibles a los ruidos fuertes y los daños son acumulativos, por lo que las consecuencias son más graves en los bebés

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Durante un reciente concierto en México el cantante Colombiano de reggaetón Maluma interrumpió la actuación para regañar a una fan, llamándola “irresponsable”. ¿El motivo? Llevaba un bebé de un año sin protección para los oídos. El vídeo de la regañina se ha hecho viral y ha suscitado un debate sobre la necesidad de proteger la audición de los más pequeños, en especial en entornos tan ruidosos como un concierto de música.

Los niveles de sonido en los conciertos, especialmente en recintos cubiertos de gran tamaño, están en los límites de lo saludable. Suelen oscilar entre 90 dB y 120 dB en la zona general del público, con picos momentáneos que a veces alcanzan los 140 dB cerca de los altavoces o el escenario, o durante las partes más intensas de una actuación.

Los límites máximos permitidos en muchos recintos, recomendados por las organizaciones sanitarias y adoptados en las normativas de toda Europa, especifican un límite máximo entre 107 dB y 114 dB, con picos muy breves permitidos de hasta 140 dB como máximo absoluto. Pero estos niveles superan con creces los niveles ambientales seguros para las personas, y mucho más para niños y bebés.

“Un niño sin ningún problema de hipersensibilidad al sonido, si se expone a un ruido intenso de forma ocasional, no repercutirá en su audición. El problema radica en si la exposición la hacemos repetida y es larga”, explica la doctora Carmen Trapero Domínguez, especializada en otorrinolaringología infantil.

Los daños del ruido en los oídos

El sistema auditivo humano es extremadamente sensible y nos permite detectar los murmullos más sutiles, pero es también susceptible de sufrir daños irreversibles cuando se expone a un ruido excesivo. Los sonidos fuertes pueden dañar las delicadas células ciliadas responsables de traducir las vibraciones en señales eléctricas en el cerebro.


Los niños tienen conductos auditivos mucho más pequeños que los adultos, lo que puede amplificar los sonidos de mayor frecuencia.

Estas células disponen de unos filamentos microscópicos que se mueven con las ondas sonoras más pequeñas, pero también pueden romperse. El daño a estas células ciliadas es acumulativo y permanente. Una vez destruidas, no se regeneran. La pérdida auditiva inducida por ruido (NIHL, por sus siglas en inglés) no se debe únicamente a ruidos repentinos y extremadamente altos, como fuegos artificiales o disparos, sino que puede acumularse gradualmente por la exposición prolongada a niveles más tolerables de sonido, como la música alta en bares o conciertos o incluso el uso prolongado de auriculares.

La NIHL se manifiesta como un cambio permanente en el umbral de sonido, lo que significa que la persona deja de percibir los sonidos más bajos. Los niños son especialmente susceptibles a este tipo de pérdida auditiva. Anatómicamente, los niños tienen conductos auditivos mucho más pequeños que los adultos, lo que puede amplificar los sonidos de mayor frecuencia y aumentar la intensidad de las ondas sonoras dañinas que llegan al oído interno, como explica la Academia Estadounidense de Pediatría. “Al comenzar de forma tan temprana el daño acumulativo, va a provocar que el déficit auditivo comience antes”, confirma la doctora Trapero.

Pero, además, los niños suelen tener menos conciencia de los posibles peligros y pueden no reconocer las molestias hasta que el daño ya se ha producido. Dado que la infancia es un periodo crítico para el desarrollo del habla, el lenguaje y las capacidades cognitivas, incluso una ligera reducción de la capacidad auditiva puede tener un gran impacto en el proceso educativo.

Qué niveles son aceptables para niños y bebés, y cómo protegerlos

El consenso científico indica que los sonidos por debajo de 70 dB (decibelios) son generalmente seguros para la exposición continua y prolongada en adultos, pero para los niños y los bebés, los umbrales recomendados son aún más bajos. Las salas de neonatos de los hospitales suelen limitar el ruido de fondo a unos 45 dB. La Academia Americana de Pediatría de nuevo aconseja a las familias mantener los niveles de sonido ambiental por debajo de los 60 dB para los bebés, lo que equivale aproximadamente al volumen de una ducha en funcionamiento o una conversación tranquila.

En los conciertos, donde el ruido ambiental suele superar los 90-110 dB, muy por encima de los límites seguros, el daño puede producirse rápidamente: una exposición a niveles de ruido superiores a 120 dB (por ejemplo, cerca de los altavoces) puede causar lesiones inmediatas en el oído de los niños.

La medida de prevención más lógica es no exponer a los niños a estos riesgos y evitar llevar a los pequeños a lugares con ruido excesivo, como conciertos, eventos deportivos o espectáculos pirotécnicos. Si no hay más remedio, hay que intentar alejarse lo más posible de la fuente de ruido y no ponerse cerca de los altavoces del concierto.

Una medida de protección adicional e imprescindible es colocar auriculares de protección que se ajusten bien a la cabeza de los bebés y sean cómodos. Estos accesorios son similares a los que emplean los trabajadores de la industria (por ejemplo, en aviación), solo que en una talla más pequeña, y pueden reducir el ruido en unos 30 dB. Los tapones para los oídos son menos fiables para los niños muy pequeños debido a problemas de ajuste, pero siguen siendo preferibles a dejarlos desprotegidos.

El cuidado de la audición de los pequeños debe continuar en casa, por ejemplo, manteniendo el volumen de la televisión bajo, protegiendo a los pequeños de los sonidos intensos, como el aspirador o los juguetes que hagan mucho ruido, y vigilando el uso de auriculares a un volumen elevado.