El aviso de Carles Puigdemont

El aviso de Carles Puigdemont

Cuando en otoño se conozca la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y a continuación el Tribunal Constitucional resuelva el recurso de amparo de Puigdemont en el que solicita que se ordene al Supremo la aplicación de la ley de amnistía, se pondrá fin de manera definitiva a la anomalía

En la Universidad de verano de Catalunya, Carles Puigdemont ha avisado de que “en el otoño pasarán cosas que no han pasado hasta ahora” y que esas cosas, que no identifica expresamente de manera inequívoca, pueden obligar a Junts a tomar decisiones que pueden tener un impacto en la continuidad de la legislatura.

El argumento de que pasarán cosas de las que no hay precedentes resulta poco convincente. Desde hace casi una década en todas las estaciones de cada año han pasado cosas que no habían pasado antes. Y así seguirá siendo en los próximos años. El desorden generalizado se ha convertido en el nuevo orden. Cada país se está adaptando a dicho desorden como puede, sin que, además, se vea la luz al final del túnel.

Ese desorden generalizado es el que abierto la posibilidad de que se cuelen en la agenda política española y europea asuntos que no se pensaba que pudieran formar parte de la misma. El reconocimiento por el Parlamento Europeo del catalán como una lengua oficial es uno de ellos. Antes de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 y el impacto que el resultado de las mismas tuvo en el sistema político español, (abdicación del rey Juan Carlos I, quiebra parcial del bipartidismo, la puesta en marcha del Procés y la aplicación del artículo 155 de la Constitución y un largo etcétera) no se contemplaba la posibilidad de que el reconocimiento del catalán se convirtiera en un asunto sobre el que el Parlamento Europeo tendría que pronunciarse en la presente legislatura.

No se puede dejar de subrayar que el debate en el Parlamento Europeo sobre el reconocimiento del catalán se ha producido en el momento en el que el nacionalismo catalán ha tenido sus peores resultados electorales en todas las consultas electorales: europeas, estatales, autonómicas y municipales, pero en los que, al mismo tiempo, su concurso ha sido imprescindible para la investidura del presidente de Gobierno en España, que es lo que ha singularizado la presente legislatura.

Aunque no ha sido la lengua, sino la amnistía el asunto en torno al cual giró la investidura y han girado los dos primeros años de la misma, es el reconocimiento de la lengua por el Parlamento Europeo la cuestión de mayor importancia para el nacionalismo. La amnistía era necesaria para que se pudiera dialogar entre los nacionalistas catalanes y los demás, pero su impacto no pasaba de ahí. Se trataba de corregir una anomalía, que no debería haberse producido, pero que se había producido. Era una necesidad coyuntural.

Se trata, además, de un asunto que ya está resuelto. Cuando en otoño se conozca la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y a continuación el Tribunal Constitucional resuelva el recurso de amparo de Carles Puigdemont en el que solicita que se ordene al Tribunal Supremo la aplicación de la ley de amnistía, se pondrá fin de manera definitiva a la anomalía. Pero Carles Puigdemont para el nacionalismo catalán es fungible. Si lo ha sido Jordi Pujol…

El reconocimiento del catalán por el Parlamento Europeo para el nacionalismo, por el contrario, es una cuestión estructural. El reconocimiento primero y la consolidación del catalán después como una lengua europea es la garantía más importante para la supervivencia del nacionalismo, porque la lengua es el elemento constituyente de la Nación.

Ese reconocimiento no es posible sin el impulso del Gobierno de España, pero no está garantizado con dicho impulso. Lo que sí es seguro es que con un Gobierno que no esté presidido por el partido socialista, no habrá reconocimiento del catalán.

En el otoño veremos qué ocurre.