
Las aerolíneas hacen su particular agosto ante el corte de la alta velocidad entre Galicia y Madrid
Durante más de una semana las compañías aéreas han elevado sus precios al ver que serían casi la única alternativa ante las afectaciones producidas por los incendios en el noroeste español
La línea de alta velocidad entre Galicia y Madrid se restablecerá este miércoles a las 17.00
Era una situación predecible, que sin embargo no ha dejado indiferentes a los afectados en los últimos días: el aumento desorbitado de los precios de un billete de avión que conecte Galicia con Madrid, ante el corte de la alta velocidad ferroviaria entre las dos regiones por los incendios de este mes de agosto.
La catástrofe ha obligado al corte del servicio de alta velocidad, reanudado este miércoles a las 17 horas, tras la mejora de la evolución de los incendios en Galicia y Castilla y León, y entre tanto miles de personas se las han tenido que ingeniar en el noroeste y el centro peninsular para poder regresar o llegar a sus destinos en plena época estival. Mientras, las aerolíneas han hecho, literalmente, su agosto.
Muchos perjudicados han decidido utilizar la alternativa por carretera, aunque la imposibilidad de disfrutar de un Blablacar ha hecho que algunos de ellos se decanten por el taxi, llegando a pagar 240 euros por cabeza en un vehículo con capacidad para cuatro ocupantes.
Una rápida búsqueda en la plataforma de vuelos Skyscanner dejaba entrever este miércoles cómo realizar el recorrido Madrid-Galicia por aire había pasado a ser una opción reservada para aquellos cuya desesperación les lleva a desembolsar cantidades inusuales para estos trayectos.
Si una persona quisiera volar este jueves desde Madrid Barajas hasta alguno de los tres aeropuertos gallegos, situados en A Coruña, Vigo y Santiago de Compostela, se encontraba que el pasaje más barato está en los 95 euros, aunque la mayoría de ellos se situaba entre los 100 y 300 euros.
El coste del recorrido de vuelta desde alguno de estos aeropuertos a la capital se elevaba hasta los 180 euros en el mejor de los casos. Sin embargo, la mayoría de las opciones publicadas en este agregador de ofertas, que elevan su precio cada minuto, estaban entre los 300 y 500 euros. Salir de Galicia estaba mucho más codiciado que llegar. En los últimos días, los vuelos con destino o llegada en esta comunidad autónoma han multiplicado su precio por seis, como contaba el pasado fin de semana La Voz de Galicia.
Isabel Velasco tenía un billete de tren para este lunes 18 de agosto desde Madrid a Vigo. “Tenía conocidos en Galicia que ya me alertaban de la situación, porque ellos tampoco podían volver a Madrid por todo lo que estaba pasando con los incendios”, comenta. Esta funcionaria del Ministerio de Exteriores de 29 años decidió comprar un billete de avión con algo de antelación, precisamente, para evitar el aumento de precios que por entonces ya era una realidad. “Veíamos que la cosa no se iba a arreglar y sabíamos que una amiga había pagado 300 euros por un vuelo”, añade.
Cuatro días antes de su dudoso viaje en tren, se decantaron por comprar el vuelo. “No nos salió nada mal para lo que veíamos. Volar dos personas y un gato nos costó unos 150 euros”, dice con cierta tranquilidad. Todavía quedan amigos suyos por llegar a Galicia, aunque este miércoles no sabía si lo podrán hacer. “Uno de ellos llega mañana en tren, se supone”. “Otro se ha cogido un billete de avión porque si no, no llegaba”, señala.
Es el mercado
Como explica Jordi Castilla, portavoz de la organización de consumidores Facua, los precios del transporte aéreo son dinámicos: “Están condicionados a la demanda que haya” en cada momento. “Cuanta más gente quiera volar, más alto será el precio para hacerlo”. Según remarca, este fenómeno se debe a “la forma de funcionar de un mercado que no duda en aprovechar determinadas necesidades por parte de la población para que las empresas se lucren más”. Por eso lo normal es que “las compañías aéreas eleven el precio de los billetes”.
Desde Facua defienden que en este tipo de situaciones sí se podría apostar por un elemento intervencionista, “aunque hablar de eso suponga arenas movedizas en el sistema”, en palabras de Castilla.
El portavoz de la organización de consumidores apunta que la oferta de billetes por parte de las aerolíneas depende exclusivamente de ellas. “Que apenas haya stock de pasajes responde al normal funcionamiento de un mercado basado en que a mayor necesidad, mayor precio”, reitera.
De todas formas, Castilla incide en que Renfe, más allá de haber ofrecido estos días la posibilidad de la reubicación del pasajero en otro tren o la devolución del importe, también ha permitido la reestructuración del viaje sin coste para el afectado. “Siempre debe hacerse por transporte público, es decir, autobús o tren. El transporte aéreo no entra en esta posibilidad”, apuntilla.
Como recuerda la Federación de Consumidores y Usuarios CECU, en caso de cancelación de un trayecto, o ante la previsión de que este pueda ser cancelado, “atendiendo a la magnitud de los incendios y a la incertidumbre sobre su control, la empresa ferroviaria deberá ofrecer dos opciones”: el reintegro total del importe del billete, que deberá realizarse en un plazo máximo de 30 días, o facilitar “un transporte alternativo en condiciones comparables, sin coste adicional, que garantice que el retraso sea el menor posible. Esta alternativa puede ofrecerse en una clase superior, a través de otra compañía ferroviaria o incluso mediante otros modos de transporte”.
Precios imposibles
La impotencia se apoderaba este miércoles de María Giráldez, que a sus 25 años trabaja como estilista de moda en la capital. Lleva varada en Vigo junto a su novio desde la semana pasada. “Yo volvía el viernes 15 y él el domingo 17, pero ninguno de nuestros trenes ha podido salir”, detalla con algo de frustración. Renfe fue cambiando sus billetes a los días siguientes, pero la conexión ferroviaria no se restablecía. “Hemos mirado los vuelos pero nos salían a casi 400 euros cada uno, algo imposible para nosotros”, añade.
El alquiler de un coche para volver a la capital tampoco era una opción: “El precio más bajo estaba en los 200 euros, cuando los billetes de tren nos habían salido por unos 40 euros gracias al Verano Joven”, los descuentos de hasta el 90% que el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible ha activado para facilitar a los jóvenes de entre 18 y 30 años viajar en transporte público este verano, tanto por España como por Europa.
Por fortuna, Giráldez ha podido quedarse en la casa que su familia tiene en Vigo mientras teletrabajaba. “El jueves tengo que estar presencial y no voy a llegar”, se lamenta.
Harry Daniel ha tenido algo más de suerte, aunque haya encontrado una alternativa que le ha costado un desembolso de 240 euros. Este fotógrafo de 29 años, natural de Valencia, tenía que volver a su tierra tras visitar Pontevedra junto a su familia.
Fueron de los últimos pasajeros en poder recorrer el trayecto Madrid-Galicia el pasado 13 de agosto. “Cinco horas después llegó el primer corte en las comunicaciones por tren, así que nos salvamos”, explica. Daniel tenía planteado el retorno el 15 de agosto en tren hacia Madrid y de ahí llegar a la capital del Turia, también en tren.
Nada de eso ocurrió. “Renfe me ofrecía un cambio o una devolución, así que empecé a buscar alternativas”, prosigue. Los Blablacar con los que contactó no respondían ni dejaban claro el lugar de recogida. “Vi que Renfe me dejaba comprar un billete desde Santiago de Compostela a Madrid que salía a las 5.47 horas para el día 16 de agosto, y lo pillé”, añade.
Tampoco fue posible salir en ese tren. Daniel volvió a buscar alternativas, una vez superado el enfado hacia Renfe, por permitirle comprar ese billete de un tren que se sabía que no saldría de la estación y cuyo email de cancelación llegó una hora más tarde de la hora de salida. “Trenes no había, pero es que aviones y autobuses tampoco. Ni aunque hubiera podido o querido gastarme 500 euros en volver a Madrid podría haberlo hecho”, se queja.
Finalmente, junto con tres italianos a los que no conocía de nada se montó en un taxi dirección Madrid. “Cada uno pagamos 240 euros, pero fue la única forma de poder regresar. Luego cogí un Iryo a Valencia en el que no hubo problemas”, finaliza este fotógrafo valenciano.