
Lentes de contacto y verano: cómo usarlas y qué cuidados debemos tener
El calor y el uso de aires acondicionados puede aumentar la sequedad ocular al usar lentes de contacto: cómo usarlas para que esto no pase
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Verano es sinónimo de sol, playa y piscina. Unas condiciones que, si usamos lentes de contacto, pueden representar todo un desafío para nuestra salud ocular. El calor y la humedad de esta época del año, así como la mayor exposición al sol, nos exige mayor cuidado con nuestras lentes para evitar problemas.
Si bien ofrecen una corrección de la visión sin necesidad de gafas graduadas, que pueden resultar incómodas o no adaptarse al estilo de cada persona, y son muy prácticas durante el verano, sí pueden ser más difíciles de usar durante esta época del año porque son más propensas a “atrapar” partículas. Sin el cuidado y la higiene adecuados, aumenta el riesgo de infecciones oculares por el uso de este dispositivo médico. Por tanto, su uso conlleva cierta responsabilidad.
El Consejo General de Ópticos-Optometristas de España (CGCOO), cuyos datos indican que el 8% de la población española de entre 12 y 65 años lleva lentes de contacto, aconseja extremar la higiene de estos productos en verano para reducir el riesgo de infecciones en los ojos y prevenir síntomas como la visión borrosa, enrojecimiento, dolor, lagrimeo o mayor sensibilidad a la luz.
Seis formas fáciles y sencillas de proteger las lentes de contacto este verano
Llevar gafas de sol mientras llevamos las lentes proporciona una barrera protectora contra los efectos del viento.
Usar gafas de sol
Siempre es recomendable usar gafas de sol de calidad, tanto si llevamos lentes de contacto como si no, aunque la luz solar, el viento y la arena pueden ser especialmente molestos para quienes usan lentillas. Pero es que, además, las lentes de contacto necesitan una lubricación adecuada para que funcionen correctamente: usar gafas de sol mientras llevamos las lentes proporciona una barrera protectora contra los efectos del viento. También puede ayudarnos tomar descansos a la sombra y utilizar sombreros de ala ancha para reducir la exposición directa a la luz solar en la cara y los ojos.
No dormir con las lentillas puestas
Tras una jornada intensa de actividad al aire libre no debemos cometer el error de quedarnos dormidos con las lentes puestas, ya que aumenta el riesgo de desarrollar una infección, en concreto, de seis a ocho veces según esta investigación. Pero dormir con ellas no forma parte de una buena higiene ocular.
Lentes de contacto desechables, una opción
Las lentes de contacto desechables son fáciles de usar y ayudan a mantener los ojos libres de irritantes. Esta opción tiene más probabilidad de garantizar que los ojos estén cómodos tras haberse expuesto a todos los elementos externos. Si se secan durante un día de viento y calor, si entran partículas o no se limpian bien, o se rayan, usarlas otros días puede aumentar la incomodidad.
Si, en cambio, usamos unas lentes reutilizables, es importante respetar la fecha de caducidad, una medida útil siempre y especialmente en verano.
Mantener los ojos hidratados
El calor del verano puede deshidratar aún más los ojos, lo que disminuye la producción de lágrimas y provoca sequedad ocular. Esto, a su vez, hace que usar lentes de contacto pueda llegar a ser verdaderamente incómodo. Además de beber agua durante todo el día, es importante usar gotas lubricantes para los ojos, siempre bajo recomendación de un experto, si sentimos que los ojos están secos o irritados.
Seguir una rutina de limpieza
Una buena higiene de las lentes de contacto es importante durante todo el año, pero sobre todo durante los meses de verano, cuando hay mayor exposición a irritantes. Las lentes de contacto y sus estuches pueden contaminarse fácilmente si no mantenemos una limpieza y mantenimiento adecuados. Antes de colocarnos las lentes de contacto es fundamental, independientemente de la época del año, realizar una correcta higiene de manos con agua y jabón y secarlas con una toalla antes de manipularlas.
Las lentes nunca deben limpiarse ni con agua ni saliva, sino con los líquidos recomendados por los profesionales de la visión (no todas las soluciones están indicadas para los distintos tipos de lentes, ya que tienen bactericidas o neutralizantes distintos que actúan de una manera u otra en la lente).
Además de limpiar y guardar siempre las lentes con una solución nueva, no debemos reutilizar la misma que ya hemos usado en otra ocasión. El estuche también es parte esencial de todo este proceso de limpieza, por lo que lo mantendremos limpio y lo cambiaremos de forma regular.
Tomarse un descanso
Las lentes de contacto crean una barrera alrededor de la córnea e impiden que las lágrimas lleguen a los ojos. Si las usamos demasiado tiempo puede hacer que se nos resequen los ojos y nos causen molestias. Para evitar que esto suceda es importante darles un descanso de vez en cuando. Podemos alternar su uso con el de las gafas, lo que nos ayudará a mantener los ojos frescos y protegidos a largo plazo.
¿Podemos bañarnos con las lentillas puestas?
Ni piscinas, ni playa, ni lagos o ríos, tampoco duchas ni jacuzzis. No debemos nadar con las lentillas puestas porque nuestros ojos se irritan con mayor facilidad y porque el agua puede albergar innumerables virus y microbios. Y tampoco debemos exponer las lentes de contacto al agua. En el caso de las piscinas, porque tienen un alto contenido de cloro y son un caldo de cultivo perfecto para provocar infecciones. También los ríos, lagos y pantanos obligan a tomar precauciones extra porque aumenta el riesgo de contaminación de las aguas estancadas.
De acuerdo con las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) estadounidenses, no solo debemos evitar el agua clorada de la piscina: cualquier tipo de agua puede poner en riesgo la integridad de las lentes de contacto y la salud de nuestros ojos.
De hecho, otro informe de los CDC apunta que al menos el 85% de los jóvenes que usan lentes de contacto tienen hábitos que aumentan el riesgo de infección ocular, entre los que destaca bañarse con ellas, así como dormir con ellas, no cambiarlas cuando toca y no cuidar de los estuches.
Además, la entrada de agua en los ojos cuando nadamos también elimina las lágrimas naturales que lubrican los ojos, lo que puede empeorar la sequedad ocular crónica. Por tanto, lo más seguro es siempre quitarnos las lentes de contacto no solo antes de nadar, sino también de ducharnos o participar en cualquier actividad acuática donde nuestros ojos puedan mojarse.