El fontanero polaco
Las estimaciones del Banco Mundial calculan que al final de esta década Polonia puede superar en riqueza por habitante al Reino Unido. El primer ministro polaco, Donald Tusk, lo explicó con sencillez: “Es mejor estar en la UE”
Nigel Farage impone su agenda xenófoba sobre inmigración en el debate público del Reino Unido y presume de ello
En una sesión de cine de Oxford casi agotada, el público ríe encantado en el estreno de El club del crimen de los jueves, una película basada en la popular serie de novelas de Richard Osman.
La audiencia conecta bien con el grupo de audaces septuagenarios interpretados por los actores más conocidos del país, que investigan crímenes, hacen tartas y viven en un castillo. El escenario está ciertamente muy lejos de la realidad visible al salir a la calle de ese mismo cine, llena de parches y agujeros que el ayuntamiento no arregla por falta de presupuesto y de capacidad. Por algún motivo, el chiste sobre la Universidad de Oxford como un lugar de mala comida y mucho esnobismo no cala.
Sin desvelar la trama, casi todo lo bueno es británico y encaja con el patrón que sigue vendiendo el país entre la realeza y el encanto rural. Los personajes responden a estereotipos y esa es una de las claves del éxito de las novelas de este género definido en inglés como “cozy crime”, novelas sobre crímenes pero con toque agradable y algo humorístico, habitualmente ambientadas en pequeñas comunidades.
Lo que no parece haberle chocado demasiado a nadie es el estereotipo del personaje polaco, el no británico de la película y que responde a todos los clichés locales sobre su nacionalidad y la percepción del sistema de inmigración como un problema lleno de abusos oscuros.
Más allá de algunos detalles dudosos sobre los requisitos en las fronteras después del Brexit para los ciudadanos de la UE -que tardaron años en entrar en vigor-, la caricatura del polaco con toque paternalista es parte de la normalidad. También sucede en otras novelas donde se encuentran personajes y tramas parecidas, como en el caso de otra exitosa y con más sustancia, Caledonian Road. Algunos detalles están inspirados en casos reales sobre migrantes polacos que tuvieron especial impacto en la década anterior.
Lo interesante de películas y novelas populares es la sociedad que reflejan y en cierto sentido apuntalan. Y esto tiene mucho que ver con lo que sigue pasando en el Reino Unido casi una década después del Brexit, que sucedió empujado en gran parte por el temor a la supuesta “invasión” de extranjeros de la UE y otros países. La persistencia de la idea de “el otro” que se aplica a cualquier persona que no sea británica -y a menudo va más del acento del inglés que del color de la piel- marca el debate público.
Ya que la salida de la UE no resolvió el supuesto problema de llegada de migrantes en un país con paro marginal y falta de trabajadores en sectores esenciales, ahora algunos políticos intentan dirigir la ira a los abogados de derechos humanos y a los tratados internacionales que frenan las deportaciones masivas, según el líder de la extrema derecha y artífice del Brexit, Nigel Farage, que está imponiendo de nuevo su agenda, tal y como presumió él mismo hace unos días.
La polaca es la nacionalidad más numerosa entre los más de cinco millones de ciudadanos de la UE que siguen viviendo en el Reino Unido. Una estimación de 2021 del Observatorio de Migración de la Universidad de Oxford decía que había entonces más de un millón de polacos en el país.
Muchos europeos trabajan en transporte, construcción y reparación (de ahí, la etiqueta del “fontanero” polaco), pero, en contra del estereotipo que persiste en el país, ganan con su trabajo de media más que los trabajadores británicos o de otros orígenes. Según los últimos datos disponibles, los polacos, como otros europeos, trabajan más en tecnología y en servicios sanitarios. Ya hay una generación más joven, nacida en el Reino Unido o que ha crecido en el país, que trabaja en todo tipo de sectores.
El estereotipo que se sigue aplicando a los ciudadanos polacos sucede en un país que ahora mismo no tiene mucho que ofrecer en términos de riqueza o calidad de vida.
Más allá de la distorsión de Londres, la mayoría del Reino Unido es más pobre que muchas regiones europeas, también polacas. Varsovia o Cracovia son ahora más ricas que gran parte de Inglaterra y Gales. Las estimaciones del Banco Mundial calculan que al final de esta década Polonia puede superar en riqueza por habitante al Reino Unido. El primer ministro polaco, Donald Tusk, lo explicó el año pasado con sencillez: “Es mejor estar en la UE”.