
La historia nunca contada de ‘Superestar’, el disco incomprendido de Tamara
Grandes talentos del pop español ayudaron a forjar un álbum particular de la artista que después cambiaría su nombre por Yurena, que se vendió poco en su momento y hoy es inencontrable; las personas que lo hicieron posible desentrañan sus misterios 25 años después
¿Medio millón de euros por un concierto de Gloria Estefan es barato o caro?: cómo se fija en España el caché de un artista
Corría el año 2000, y actuaba en Madrid una escena musical que se había aburrido en el ambiente denso y pardo del indie de los noventa. Había algo petardo en estos jóvenes que no estaba bien visto y que, en cambio, enlazaba mucho mejor con la generación anterior, la de los ochenta. Cuando Tamara emergió como exótico personaje televisivo, vulnerable y sensible, a la par que decidida a ser una superestrella, esta nueva escena sintió que la entendía.
Este idilio, que convivió con el desprecio de otro público y otros artistas que por aquel entonces se tomaban a sí mismos muy en serio, resultó ser un campo magnético que acabó atrayendo a Tamara —pues aún era conocida así— a su terreno. Un terreno muy poco comercial: divertido, desprejuiciado, algo amateur, de bajo presupuesto, gamberro incluso: el underground de los dos miles. “Dios le ha dado una segunda oportunidad a España enviando a Tamara, que viene a liberarnos de la mediocridad conservadora de Alejandro Sanz y Raúl”, dijo Nacho Canut, de Fangoria.
El disco Superestar lo publicó un sello llamado Piérdete, propiedad de Sergio Aguilar, director de la primera discográfica dedicada íntegramente al hip-hop español: Yo Gano. ¿Cómo acaba una artista como Tamara grabando para la casa que publicó a El Club de los Poetas Violentos o Frank T? Bueno, Aguilar también tenía ese lado que antes hemos denominado petardo. “Piérdete era para la música pop, pero con un punto irreverente, retro, ochentas, no sé, huyendo un poco del tipo de música que había por entonces y haciendo algo un poquito más divertido”, recuerda.
Y los mejores aliados para eso no estaban en Madrid, sino en Barcelona. Genís Segarra, teclista del grupo Astrud, estaba creando un sello para editar a los grupos de sus amigos, que se unían y desunían en diferentes formaciones (Les Biscuits Salés, Stardu, Arden…), incluyendo su proyecto paralelo, tan desconocido y recreativo como los demás, Hidrogenesse. Esa estructura, para la que no tenía empresa ni licencia, pero sí mil ideas, se llamó Austrohúngaro, y por ello publicó sus primeros discos en Piérdete, junto a Sergio Aguilar.
“En esas estaba yo cuando Tamara empezó a salir en Crónicas Marcianas”, señala Aguilar. El despacho de abogados que llevaba sus asuntos era el de Juan Canut y Clara Barral. A Juan en la música se le conoce como Johnny, batería de Los Nikis, Los Vegetales e incluso brevemente en Parálisis Permanente, y es hermano de Nacho Canut de Fangoria. Otro de los hermanos también está en la música, Mauro, jurado en Eurovisión e integrante junto a los otros Canut de Los Vegetales, y pareja además de Clara Barral. “Un día, hablando con Clara, empezamos a hablar de esta chica que salía en la tele”, prosigue Aguilar tirando de recuerdos. El diseñador Tori Alimbau, que se ocupaba de la imagen gráfica de sus sellos, recuerda que él y Araceli, cantante en las mencionadas Les Biscuits Salés, le dieron “la tabarra” con insistencia para que publicara a Tamara en Piérdete.
“Dijimos: lo mismo le podemos sacar un disco en este sello que he montado de rollo pop”, prosigue Aguilar. Lo decían “por probar”, porque estaban seguros de que alguien se les habría adelantado, pues “todo el mundo llevaba semanas hablando de ella”. El director llamó a la productora del programa que presentaba Javier Sardá y consiguió el contacto. Clara y Sergio quedaron con ella, “que vino, obviamente, con su madre”. La artista les dijo que, aunque había grabado ya un disco, de poca repercusión, no tenía discográfica. Dijo sí de inmediato y propuso recuperar alguna de esas canciones, junto con otras nuevas. “Y así fue como firmamos un contrato”, dice Aguilar.
“Para Sergio, fichar a Tamara era tirar piedras contra su propio tejado porque los grupos de hip-hop que sacaba eran heteropatriarcado no, lo siguiente. Hacerlo habla mucho de su libertad y de su capacidad de arriesgarse”, afirma Alimbau.
Tamara (después Yurena) presentando el single ‘A por ti’ el 8 de noviembre del año 2000 en el Hard Rock Café de Madrid
Barral y Aguilar querían sacar algo lo antes posible, aprovechando el pico de popularidad, y por eso decidieron publicar enseguida la canción que más sonaba en televisión, No cambié, escrita por Leonardo Dantés, y después crear nuevos temas con otros compositores, pero de un estilo totalmente diferente. Se les ocurrió que podía ser una buena combinación trabajar con autores que venían de los ochenta, como Carlos Berlanga, Nacho Canut o Luis Miguélez, junto a otros de la escena indie del momento, como Tito Pintado de Penelope Trip, o Ibon Errazkin y Teresa Iturrioz de Le Mans (posteriormente, Single); “eran las personas a las que conocíamos, teníamos amistad o amigos en común”.
A pesar de su fama y de su estribillo extremadamente pegadizo, No cambié se situó como la discreta cara B de este maxisingle, que se abría con A por ti, un tema que venía de ese disco anterior, que era más bien una maqueta autoproducida. Rafa Spunky, músico, dj y colaborador habitual de Fangoria, produjo ese tema, así como una remezcla de diez minutos titulada “sin ropa interior remix”. “Me suena que veníamos de algún concierto de Fangoria en la furgoneta y Nacho Canut me dijo si me apetecía producir a mí el single de Tamara”, recuerda Spunky. “Pues mira, sí, venga”, fue la respuesta. La llama había prendido, por tanto, entre lo mejorcito del tecnopop español, aunque Tamara no los conociera.
Spunky trabajó las bases del A por ti en casa y después las llevó a Blue Box, el estudio de Javier Almendral en la calle Génova. Todos recuerdan que grabaron “cerca de la sede del PP”. Almendral, además de ser ingeniero de sonido, había tocado en míticos grupos oscuros y venerados como Demonios Tus Ojos (junto a Javier Corcobado) y Vírgenes Adolescentes. Eligen, por tanto, el estudio de alguien que sabe apreciar las rarezas. “Para hacer la remezcla, le pedí a Tamara que me susurrara toda la canción: házmelo en plan sexy. El remix funcionó muy bien fuera y alguien nos dijo que sonó en la semana de la moda en Nueva York, estábamos todos emocionadísimos”, recuerda el productor. La versión en vinilo de este maxi está “muy cotizada”. El propio Spunky ha vendido alguna de las copias que tenía por 200 euros.
Presentación a la prensa del single ‘A por ti’ de Tamara el 8 de noviembre en el Hard Rock Café de Madrid´. A la izquierda, entre los asistentes, Margarita Seisdedos, madre de la artista
Las imágenes del disco, realizadas por Leila Méndez, una conocida y prestigiosa fotógrafa de moda de Barcelona, rezumaban cierto aire de boite, un brillo disco y setentero. El perro gigante de porcelana está en la contraportada para recordarnos a qué tipo de universo kitsch pertenece: quizá a la idea de glamur según el manual de Pitita Ridruejo. Tori Alimbau, que conoce muy bien estas coordenadas, se encargó del diseño, con el que sufrió porque no había mucho espacio limpio en la foto para las letras, y colocó una estrella bajo el nombre de Tamara, motivo que recuperaría para el elepé.
Nada más salir a la venta, en noviembre de 2000, el maxisingle se colocó en el número uno de las listas de ventas de Afyve. Y ahí se mantuvo, invariablemente, las ocho semanas que restaron hasta finalizar el año. Por encima de Mónica Naranjo, de Ricky Martin, de Estopa e incluso de Madonna. Esas ventas —unas 35.000 copias— le reportaron un disco de oro. No fue hasta el 29 de enero de 2001 que el single desapareció del top. Habían pasado tres meses e, incomprensiblemente, el disco largo no se publicaba. Estaban perdiendo el momento.
“Fueron meses de un culebrón”, recuerda Sergio Aguilar: “Ella no acudió al estudio de grabación cuando estaba previsto”. La producción ya había comenzado y faltaba la parte vocal, pero Tamara había dejado de dar señales de vida. No contestaba al teléfono y no se sabía dónde estaba. La trama se había comenzado a urdir, a espaldas de todo el mundo, en Navidad.
Según recuerda el director del sello, el gran éxito comercial del maxi de A por ti dio lugar a una serie de pujas por incluir en exclusiva la canción No cambié en los recopilatorios de fin de año, que se anunciaban en televisión y se vendían con alegría como regalo de reyes. Lo consiguió Vale Music, la compañía que dirigían los dj Toni Peret y el recientemente fallecido José María Castells, que incorporó la canción a su cuádruple CD Todo éxitos del año 2000.
“El director de la oficina de Madrid le hizo una oferta por la exclusiva, pero a cambio pidió que Tamara actuara en unas presentaciones del disco por España. Ella accedió, pero esta persona resultó que, además de directivo en esa empresa, era productor musical y le propuso hacer el disco con él”. Tamara se dejó convencer y llegó a grabar, a escondidas, un disco con producción musical de Space Cream (Daniel Heredero). Hubo quien consiguió una copia de ese máster e, inevitablemente, ese disco no oficial pero auténtico, ha circulado de manera pirata en estos años.
“Tamara estuvo semanas sin coger el teléfono, estaba desaparecida grabando ese otro disco, así que tiramos de burofax”, dice. Después de tomar medidas legales, la cantante apareció y dijo que le habían hecho una liada, como contó en una entrevista para el suplemento La Luna de El Mundo: “A veces hay personas que te embaucan, que te confunden en el momento”. Contó la artista que la convencieron de que tenía que estar en una multinacional y viajar al extranjero: “Por eso en un momento dado me quedo trastornada y digo bueno, vale”.
Sobre cómo se resolvió aquello, la artista explicó: “Yo misma caí del árbol. Me dije: ‘Pero Dios mío, qué puñetas estoy haciendo, causándome daño a mí misma y a la compañía que me ha respaldado, a los compositores que me han ayudado’. En ocho días, a todo correr, tuve que aprenderme las canciones”.
En el estudio la esperaba Rafa Spunky quien, preocupado por la pérdida de tiempo, se puso a trabajar en las ocho canciones que tenía que producir. “Estábamos todos diciendo qué divertido es esto, porque estamos produciendo una marcianada, pero ella se pensaba que estaba con Babyface produciendo un disco de maravilla”. De hecho, la primera mezcla de las voces no le gustó nada de nada.
“Juanjo Teen Marcianas y yo produjimos su voz usando vocoder y autotune. Si había algún error, lo amplificábamos y no le gustó nada. Nos hizo remezclar otra vez y hacérselo más normalito, por decirlo de alguna manera. Creo que todo era demasiado moderno para ella, no entendió el concepto ni nada”, recuerda Spunky, citando al dj y músico electrónico Juanjo Fernández. También conocido como Rude Taylor, Fernández, que escribió la canción del disco La pesada, un simpático tema de tecnopop que recuerda a los sonidos del sello Spicnic (casa de Alpino, Intronautas o Los Verdugos), falleció en 2021. Spunky sentía que tenía “toda la libertad del mundo” pero solo hasta que alcanzaba “el último filtro, ella”. Mosqueado por los vetos que Tamara estaba poniendo a su producción, le pidió a Sergio Aguilar que retirara su nombre del disco. Este no no hizo caso de aquel pronto, que Spunky lo ve hoy como una “tontería de veinteañero.
Como no podía utilizar los efectos que quería, en algunas ocasiones Spunky dobló la pista de voz de Tamara con una propia, como suele hacer en los discos y directos de Fangoria. Pero ese recurso no siempre funcionaba, por lo que llamó a algunas personas para que cantaran de manera discreta en segundo plano. Fran Loud, que acababa de sacar su primer disco, Upbeat Sadness (Autoreverse, 2001) y había remezclado a La Prohibida, para quien luego compondría canciones como Amor eléctrico. Loud rechazó la oportunidad de componer para Superestar pero estuvo muy cerca durante el proceso de grabación y todo lo que sucedió alrededor del disco. “Cuando Tamara escuchó la primera versión de las voces de Rafa Spunky, le dijo ‘yo no puedo volver con esto a Barakaldo, que me tiran tomates’”, recuerda.
“Se buscaba una manera de producir aquello, pero que su voz quedara natural. Recuerdo grabar muchas capas que se superponían para hacer un colchón de voz”, rememora sobre las cerca de dos horas que pasó en el estudio. “Le pedí a Rafa que me quitase la voz de referencia de ella porque me despistaba mucho, pues la mujer afina lo que puede”, añade. El resultado final le pareció “increíble, ¡un puto discazo!” que “un testimonio de la época”, señala. “No había una intención deliberada de hacer algo provocador. El disco se tomaba muy en serio y captura la escena en la que estábamos, un poco el electroclash español, con toques supermelancólicos y armonías preciosas”, añade.
Superestar cuenta con un tesoro oculto del pop español, tres canciones del tándem compositor de Pegamoides y Dinarama, que son Carlos Berlanga y Nacho Canut: Hablando por hablar, Amor Caníbal y Nada para mí, que bien podrían haber estado en la discografía de Alaska quien dijo, por cierto, que le parecía “estupendo” que llamaran a Tamara “la nueva Alaska”. La aportación indie llegó por Ibon Errazkin y Teresa Iturrioz, que habían estado juntos en Le Mans y luego formaron Single, y Tito Pintado, que fue la voz del grupo Penelope Trip, donde cantaba de manera ininteligible, y posteriormente creó Telefilme. “Para Tamara hice la primera canción que compuse en español”, recuerda.
“Yo estaba recién llegado a Madrid, conocía el fenómeno de Tamara y me encantaba. Me pareció genial que me pidieran una canción. Ella salía en televisión sin parar, el maxi había sido un éxito y para mí era la primera oportunidad, y probablemente la última, de hacer una canción en un disco que iba a ser supuestamente muy escuchado, aunque luego no fue así”, rememora el músico. La canción de Tito Pintado es precisamente Superestar, la que da título al disco. Pero en un principio no se llamó así, venía con una letra menos.
“Yo la titulé Superstar, escrito normal, pero fue a Tori a quien se le ocurrió ponerle una e en medio”, señala Pintado. Tori Alimbau ya ni se acordaba de aquello, pero las preguntas refrescan su memoria y de golpe le viene a la cabeza incluso el lugar en el que sucedió: “Estábamos en La Palmera un día que pinchaba a Tito”. La Palmera era un bar muy pequeño en el centro de Madrid, regentado por el director de una distribuidora discográfica, en el que se amontonaba la gente de esta escena para beber y escuchar a djs improbables que ponían discos en un altillo encima de la barra. Ahí podía pasar cualquier cosa. “Tito me dijo ‘mi canción se va a llamar Superstar’ y yo le dije ‘le tienes que poner una e, como si dijeras super y estar. Un rollo como de David Lynch, como de estar en el ajo, estar en el candelero, pero también algo castizo como de cuarto de estar”, explica. Tori mira la portada en su móvil mientras habla por teléfono y piensa que debería haber puesto la e en cursiva para que se notara más. El diseñador se ríe al enterarse de que la serie que ha rodado Nacho Vigalondo para Netflix también se llama Superestar, con la e en medio. “Fue la mayor gamberrada, sin intención de ser gamberros”. Pero no es verdad, esa no fue la mayor gamberrada que le hizo a Tamara.
“Se pilló un berrinche por una cosa inventada en el interior de la portada del disco”, admite el diseñador. La artista tardó bastante tiempo en darse cuenta y muchos de los que compraron el disco nunca repararon en ello. Justo en el pliegue interior del desplegable de la portada, Alimbau colocó la misma mano de uñas largas y rojas con las que posó la cantante en la sesión que realizó el fotógrafo Ramiro e en un piso del barrio de Malasaña. “Y dibujé con Photoshop un sexto dedo”, revela. Era una broma sutil en referencia al apellido de su madre, Margarita Seisdedos.
“La línea creativa la marcó Tori y la ejecutamos Ramiro y yo”, recuerda la diseñadora de interiores Iria Corredoira Alonso, que realizó el estilismo y buscó la casa de paredes rojas en la que se realizó la sesión: en ella vivían Sofi Clari, amiga y compañera de profesión, que durante años se ocupó de la pasarela de moda que tenía lugar en el Festival de Benicàssim y el estilista y coleccionista de ropa vintage Pablo Torres Weist. Una pared tenía una chimenea de mármol y ese espejo sesentero de madera pintado con pan de oro y forma de sol que enlazaba con la estética del single anterior. La instrucción más importante que le dio el diseñador al fotógrafo fue que le dejara espacio para poner las letras; no como en la foto de Leila Méndez.
De izquierda a derecha, Javier Calvo, Nacho Vigalondo y Javier Ambrossi en la foto promocional que anunciaba la grabación de la serie ‘Superestar’
El set en el que se hizo la portada acabó siendo tan icónico que definió la imagen de Tamara en ese momento e incluso Netflix lo recreó en la foto promocional que usó para anunciar su serie, con los productores Javier Calvo y Javier Ambrossi posando junto a Vigalondo delante de una pared roja, una chimenea y un espejo similar. Torres, que vivió con pasión aquellos años del tamarismo, recuerda con emoción aquella sesión en su casa: “Margarita Seisdedos se quedó dormida y la tapé con una mantita, luego tomamos café con tostadas en la cocina”, recuerda.
Iria Corredoira estaba “ilusionada” con la oportunidad de hacer el vestir a Tamara. “Yo creo que si alguien la ha defendido desde el principio ha sido el underground de Malasaña”, afirma. La cantante salía en televisión con un estilo que se había forjado ella misma, “más normal”, pero la estilista quiso “sacarla de su contexto” y llevarla a la tendencia de la moda en aquel momento, con un estilo militar y vintage. “Ramiro e propuso algo que recordaba a la película Portero de noche. La ropa que viste Tamara era de Iría y de su hermana, combinado con accesorios prestados por Locking Shocking, la marca de Ana Locking que comenzó primero diseñando joyería. No obstante, en el maquillaje y la peluquería, no pudo intervenir mucho: ”Fui a buscarla a su casa y estuvo como 45 minutos maquillándose las pestañas una por una, no he visto nada igual en mi vida. El maquillador me decía: ‘No sé qué hacerle’, y no pudo hacer mucho“.
“La tratamos con muchísimo cariño”, recuerda Corredoira. “Es una chica supereducada que respeta el trabajo de los demás. Aunque es muy confiada y salieron otros que se aprovecharon de ella. Me da rabia esa gente que pensaba que ella era… peculiar, pero ¿por qué no? Ese era el punk que nosotros queríamos. Tenía todo el derecho a subirse al escenario, como muchísima más gente”. “Ella era musa, quizás no del indie pero sí indie-gay. Algo especial. No la quiero llamar friki porque nadie es friki, todos tenemos nuestro momento”, añade Pablo Torres. “La recuerdo con cariño, pero fue vapuleada y maltratada de manera bestial y nadie se merece eso. Y todos somos un poco responsables porque la vestimos de Chanel, pero luego te dejamos caer”, añade.
Maxi de Tamara ‘Tú vas a ser mi hombre’ para el que se usó una fotografía tomada bajo el puente de Eduardo Dato, en Madrid
Además de la sesión de portada, Corredoira volvió a vestir a Tamara para una sesión de fotos promocionales que se hicieron en el puente de Eduardo Dato de Madrid, con ropa que la estilista eligió del armario de la cantante, de entre un maravilloso vestuario de Carnaval que le había enviado un amigo canario. Llevaba unas gafas de sol grandes, ropa negra con brillo y un body semitransparente. “Se le ve poco, pero estaba casi desnuda. La tapábamos todo el rato, pero ella tan contenta, paseándose por la calle Serrano y nosotros le hacíamos fotos como robados”.
El fotógrafo Ramiro e contribuyó en gran medida a traer a Tamara a esa escena, que él solía fotografiar, pues además de su trabajo de moda era reconocido por sus fotografías de calle, a personas que no eran modelos, pero que con las cosas que hacían o con su manera de vestir configuraban el underground de ese momento. “Hice las fotos desde un punto de vista de fan, y me presté a formar parte de un equipo”, recuerda. “Me hacía ilusión poder conocerla, quedamos previamente, fuimos a su casa. Fue una experiencia inmersiva, definitiva, me quedé muy impactado. Aunque ya había pasado su momento más mainstream, seguía siendo ella, y seguía siendo muy famosa”. Tal y como recuerda Pablo Torres, había incluso cámaras de televisión en la puerta de su casa mientras hacían la sesión de fotos. “Era un personaje que tú veías que salía en la tele pero, de repente, entrabas en esa casa, que era tan cutre, pequeña y triste, con su ropa metida debajo de la cama porque no había armarios. Y veías que había llegado un punto en que no sabías si eso que veías era real o era un circo. Veías esa historia en la tele, que no te creías, pero luego en la puerta de aquel apartamento había una pintada, firmada por Arlequín, en la que la insultaban”, señala Ramiro e.
Polaroids de respaldo que realizó el fotógrafo Ramiro e durante la sesión de fotos para la portada
Las “gamberradas” del diseñador no terminaron con el disco largo, sino que se extendieron al siguiente single, un promo de Tiembla, Tamara que llegó a tener dos portadas diferentes. Ninguno de los implicados recordaba bien lo ocurrido, pero finalmente hemos podido recomponer la historia. Durante la sesión de fotos en casa de Pablo Torres se hizo un segundo estilismo, en otra parte de la pared roja. De nuevo, ese mismo toque militar pero chic, rematado con una gran flor blanca a la que Iria Corredoira le cosió una bandera francesa, como se puede apreciar en las polaroids de trabajo proporcionadas por Ramiro e para este artículo. “En ese momento estábamos todos muy patrióticos, pero con ironía”, recuerda. Cuando la foto llegó a la mesa de trabajo de Tori Alimbau, este decidió cambiar los colores de la bandera francesa por el rojo y el amarillo de la española. No solo eso, sino que hizo girar todo el diseño de la portada en relación al rojigualda: con un degradado en las letras y una potente ampliación de la bandera en la parte de atrás. Iria señala que no había ninguna intención política, sino que responde a una tendencia de la época y de aquella escena de jugar con lo castizo. La bandera española no era todavía el territorio en disputa que devino después. “Tori tiene este gusto por lo cañí, no me sorprende que propusiera ese diseño tan español”, indica Sergio Aguilar. “Mira qué inocentes éramos, que entonces pensábamos que podíamos resignificarla”, recuerda Alimbau.
“Tamara se enfadó cuando lo vio”, dice Ramiro e. Y los implicados recuerdan que volvió a asomar la misma frase que le dijo a Spunky para rechazar el vocoder de su voz: “Yo no puedo volver con esto a Barakaldo, que me tiran tomates”. Pero el single ya se había distribuido entre la prensa. La consecuencia del enfado de la cantante es que se tuvo que imprimir una segunda portada. Alimbau volvió a abrir el Photoshop y en lugar de revertir los colores a la bandera francesa, convirtió el amarillo en blanco y quedó como la bandera austriaca, “lo cual enlaza con el rollo Austrohúngaro”, recuerda Ramiro, que ya apareció en el principio de esta historia. La versión del disco con la bandera española se vende en Wallapop por casi cien euros.
La primera portada de ‘Tiembla Tamara’, con el accesorio luciendo una bandera de España
La segunda portada del single ‘Tiembla Tamara’, con la bandera de Austria en lugar de la española
Superestar se publicó “demasiado tarde”, coinciden todos los entrevistados. Y con un regusto amargo. “Pero, entre pitos y flautas, —admite Sergio Aguilar— habían pasado meses y salió todo muy retrasado. Y como el mundo de la tele va tan rápido, cuando salió el elepé ella ya no suscitaba tanto interés como personaje mediático. Y como propuesta musical, interesó a la gente que apreciaba la calidad de las composiciones y los colaboradores, pero no tanto a los que compraron el maxi”. “Ella no acabó contenta con el disco”, recuerda el fotógrafo Ramiro e. “Mucha gente lo considera un fracaso, pero para mí es un disco de culto, más allá de que me guste o no me guste. Y también representa un poco esa idea de que la mezcla del mainstream con el indie es algo que no acababa de funcionar en España”, analiza.
“Se vendió peor de lo que se podía haber vendido porque salió muy tarde”, apunta el diseño del sello, y recuerda que la obligación del cambio de nombre de Tamara por Yurena, que vino poco después, debido al conflicto con la cantante de boleros, no ayudó. “Ella pensaba que pensaba que había algún tipo de boicot hacia el disco porque no lo veía en las tiendas”, apunta Sergio Aguilar, en referencia a una presunta rivalidad entre Universal, que comercializaba sus discos y con la distribuidora de los de la bolerista, que era Gran Vía Musical, propiedad del grupo PRISA, que en ese momento era dueña de Canal+. Este diario solicitó una entrevista con Yurena, pero al cierre de este artículo no hubo respuesta. “No digo que no hubiera llamadas o presiones, pero yo no lo percibí así. Tanto yo como Universal éramos los primeros interesados en que se vendiera el disco”, señala Aguilar y recuerda que la volatilidad del mercado era importante cuando había lanzamientos todas las semanas y todas las distribuidoras querían colocar los suyos en las tiendas. “No hubo esa mano negra que ella identificaba”, recalca.
Aunque ella pudiera comunicar en algunos contextos que el disco no acababa de gustarle, a Sergio Aguilar le dijo que estaba “encantada con la acogida en el entorno de Luis Miguélez y la gente de la movida”. Ella había participado en la elección de las canciones en maqueta y todo le pareció bien. No obstante, el disco podría haberse reeditado en todo este tiempo, pues ella es la dueña del máster, y no lo ha hecho. En el documental que Netflix ha estrenado a la vez que la serie, Sigo siendo la misma, Yurena se lamenta de no tener más que alguna copia testimonial y que todo lo que no se vendió, fue destruido. Pero no cuenta qué pasó realmente.
“A raíz de sus quejas sobre la distribución y las ventas, decidimos de mutuo acuerdo resolver el contrato. Ella buscó como abogado a Pedro Zerolo y tuvimos una reunión en su despacho. Acordamos que ella se quedara con el máster, los derechos de las canciones y con las copias sobrantes, para que las distribuyera como quisiera, a cambio de los royalties que había generado el maxi y que aún no había cobrado”, recuerda Aguilar, que conserva el papel que lo atestigua, según el cual se le entregaban unas 3.000 unidades del disco. Si nunca fueron recogidas, eso explicaría que, como afirmó en el documental, se destruyeran pasado el tiempo.
El estreno de la serie y el documental ha coincidido con el anuncio de un concierto de Yurena para el 23 de marzo de 2026 en el Palacio Vistalegre de Madrid, al que ha calificado como el “más importante” de su vida y “el que nunca fue”. Yurena quiere conquistar el culmen de una carrera que a Tamara se le escapó entre los dedos, cuando firmó un disco con un nombre que no pudo volver a usar y que es una de las grandes obras, aunque desconocidas, del pop electrónico español.