
Belly necesita que alguien la aconseje: cómo hablar con los adolescentes de su primer amor sin que huyan en el intento
Surgidos muchas veces al calor del verano, con más tiempo libre y fuera del contexto habitual, los primeros amores tiene esa forma intensa y efervescente que a los adultos a veces nos cuesta acompañar, incluso habiendo pasado por lo mismo: «Me preocupa que sufra como sufrí yo a su edad»
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La serie El verano en que me enamoré, el fenómeno televisivo de la temporada que relata la historia de amor e indecisión de una joven (Belly) con sus dos amigos de la infancia (los hermanos Conrad y Jere) es el ejemplo perfecto de esa forma intensa y efervescente que tienen los enamoramientos de verano en la adolescencia. Los vínculos se transforman por el cambio de espacios y de rutinas, y esto puede ser especialmente intenso para los jóvenes. Son habituales las emociones fuertes –para lo bueno y para lo malo–, las experiencias nuevas, las dudas y los miedos. Y en ese caldo de cultivo en el que surgen los primeros amores, muchas familias se preguntan cómo acompañarlos. Las expertas aquí entrevistadas coinciden en que la clave es intentar entenderles y darles herramientas para transitar esas experiencias, con una buena base de educación afectivo-sexual.
Martina es una joven de 22 años que recuerda bien cómo las vacaciones han sido siempre para ella una etapa de experimentación y de amores intensos. “Se daban en el contexto de la libertad del verano, y ese para mí era el momento de salir de mi entorno social principal”, recuerda. “Me gustó una chica por primera vez en un campamento, y si ya de por sí los romances de verano son intensos, los de campamento lo son el doble”.
Julio –el nombre es ficticio– tiene 17 años y en su pandilla de amigos se nota la efervescencia desde antes incluso del verano: “Viajes, campamentos, cambios de rutina… mis amigos que tienen pueblo, por ejemplo, en verano se hinchan”, dice entre risas. Su madre, que está presente en la conversación, cuenta que siempre ha hablado con él abiertamente sobre temas de educación emocional y sexual: “Lo que más me preocupa es que sufra como a lo mejor sufrí yo a su edad, que se pasa muy mal. Confío mucho en él y siempre hemos mantenido una conversación abierta sobre temas como el consentimiento o la prevención”.
Lo que sienten es igual de válido
La psicóloga y terapeuta Isa Duque, que trabaja a diario con adolescentes y sus familias, propone lo siguiente a la hora de abordar estas conversaciones: “Entendamos el contexto del verano y el buen tiempo y recordemos lo que era para nosotros, en términos de liberación, disfrute y encuentro con gente nueva”, explica la también autora de la guía Acercarse a la generación Z (Zenith, 2022). “Desde nuestra mirada adultocentrista, a veces invalidamos todo lo que tiene que ver con la gente de menos edad, y también nos pasa con sus vínculos. Nos salen frases en automático, como ‘todos hemos pasado por esto y no hemos muerto en el intento’, o ‘ya sabes tú, los amores de verano…’. Pero eso es lo contrario a lo que hay que hacer, que es aportarles validación emocional”, explica.
Desde nuestra mirada adultocentrista, a veces invalidamos todo lo que tiene que ver con la gente de menos edad, y también nos pasa con sus vínculos
Por eso propone “tender puentes entre generaciones”: “Lo interesante sería poder conectar con ellos y ellas. Aunque a veces utilicen códigos o formas de relacionarse que son diferentes a lo que hacíamos nosotras a su edad, debemos intentar que eso no nos tape que sus sentimientos, su miedo al rechazo o su sufrimiento son los mismos. Volvamos a nuestro yo adolescente, pongámonos en su lugar para entender cómo se están sintiendo y acompañemos con la mayor humildad y validación emocional posible, entendamos o no lo que están viviendo”, explica Duque.
Coincide con ella Silvia García Ruiz de Angulo, enfermera y sexóloga feminista: “Los primeros amores tienen una gran carga emocional y remueven muchas cosas. Si somos capaces de quitarnos las gafas adultas y apartar el paternalismo, veremos al adolescente enfrentarse por primera vez a sentimientos desconocidos y sensaciones nuevas, sin experiencia previa y con referentes romántico-sexuales insuficientes”, explica.
Jeremiah y Belly en la segunda temporada de ‘El verano en que me enamoré’.
Angulo sostiene que los amores adolescentes “sientan las bases de nuestra capacidad de comunicación sexual y de nuestra responsabilidad afectiva”. “En estas primeras vivencias es especialmente importante aprender a poner nombre a lo que sentimos, encontrarnos con el placer y el deseo de forma positiva, sentir validación y seguridad; tener claro que tenemos derecho a decir que no, a poner límites y a disfrutar de nuestro placer. Pero también es fundamental trabajar el respeto, el consentimiento y el derecho a la autonomía de la otra persona”, expone.
En estas primeras vivencias es especialmente importante aprender a poner nombre a lo que sentimos, encontrarnos con el placer y el deseo de forma positiva, sentir validación y seguridad
La educación afectivo-sexual
Según la sexóloga, es importante no llegar a la adolescencia sin haber abordado antes la educación afectivo-sexual. “Creo que hemos aprendido bastante desde aquel incómodo ‘vamos a hablar de sexo’, que abordaba poco más que los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual. La educación sexual debe comenzar cuanto antes y de forma positiva; tiene mucho más que ver con crear un espacio seguro y sin juicios que con tener todas las respuestas”, afirma.
Martina cree que el acompañamiento por parte de las personas adultas debería ser “el mismo que en cualquier otra situación”: “Respeto, escucha y apoyo”. “El primer campamento en el que me gustó una chica tenía un ambiente muy abierto y amigable, la mayoría éramos del colectivo [LGTBIAQ+]. Me acuerdo de contárselo a mi tío, y él simplemente preguntó ‘¿chica?’, como para confirmar que había oído bien; asintió cuando le dije que sí, y eso fue todo lo que se habló con respecto al género de la persona que me gustaba. Así que siempre estuve en un terreno muy tranquilo sobre el que descubrirme con calma y sin vergüenza”, recuerda.
Muchas veces, estar lejos de casa o con personas que no forman parte de nuestra cotidianidad ofrece un espacio para experimentar o explorar sin juicios
La sexóloga Silvia García Ruiz de Angulo cree que el verano no es solo una etapa propicia para los amores adolescentes, también para “salir del armario”. “La sexualidad, especialmente la no normativa, sigue siendo un tema tabú, rodeado de estigmas. Muchas veces, estar lejos de casa o con personas que no forman parte de nuestra cotidianidad ofrece un espacio para experimentar o explorar sin juicios. También es más habitual conocer a gente de otros ambientes, lo que puede abrirnos puertas que antes desconocíamos. Todas hemos dicho alguna vez: ‘Qué más da, si aquí no nos conoce nadie’”.
Desde la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales (FELLGTBI+), reconocen que, aunque este tipo de situaciones de visibilización son habituales, también se dan las contrarias: “Volver al pueblo o tener una convivencia más estrecha con las familias de origen a veces puede suponer para jóvenes y adolescentes volver al armario”, explican desde el colectivo.