Un ritual con fuego amenaza el mayor santuario púnico del Mediterráneo en plena alerta por calor: “Es una gran irresponsabilidad”

Un ritual con fuego amenaza el mayor santuario púnico del Mediterráneo en plena alerta por calor: “Es una gran irresponsabilidad”

La cueva de Es Culleram, símbolo de la cultura cartaginesa en Ibiza, sufre un nuevo episodio vandálico en honor. La conservadora Elena Navarro señala que, además de su interés arqueológico, la cavidad posee un elevado valor geológico por su origen kárstico, lo que significa que el conjunto necesitó para formarse millones de años

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A principios del siglo XX –en 1907– llegó a oídos de la Sociedad Arqueológica Ebusitana que, de vez en cuando, aparecían figuras terracotas en el interior de una cavidad cercana a la Cala de Sant Vicent. Fueron los campesinos de la zona quienes descubrieron las veneraciones que brotaban en el rocoso santuario, bautizado como es Culleram o más popularmente como cueva de la Diosa Tànit, deidad principal de la cultura cartaginesa asociada a la luna, la fertilidad, la maternidad, la sexualidad y la guerra y convertida también en un símbolo de la historia ibicenca. Desde entonces, las ofrendas se han repetido a lo largo de los años, a pesar de no estar ya enraizadas a ninguna cultura concreta sino a un misticismo que se ha ido vinculando a la isla sin contar con ninguna base teológica.

El último ritual –arriesgado para el sensible ecosistema de la cueva– se produjo la semana pasada, cuando un grupo de personas encendió una hoguera junto al emblemático lugar arqueológico en una especie de ceremonia pagana, justo cuando la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) había activado las alertas en las islas por calor extremo y existía un alto riesgo de incendio. La acción fue denunciada por el Consell de Eivissa, quien recordó que encender un fuego en una zona boscosa como esta es una “completa irresponsabilidad”.

No es, ni de lejos, el primer acto vandálico que sufre el santuario, en cuyo interior y alrededores los visitantes depositan con no inusitada frecuencia flores, figuras o piedras decoradas con dibujos de astros u otros motivos pictóricos ligados a un misticismo desconocido. Llegar hasta al cavidad púnico-cartaginesa –la más grande del Mediterráneo dedicada a Tànit– consiste ya en un ritual en sí mismo.


Interior de la cueva de Es Culleram

No es, ni de lejos, el primer acto vandálico que sufre el santuario -el más grande del Mediterráneo dedicado a Tànit- , en cuyo interior y alrededores los visitantes depositan con no inusitada frecuencia flores, figuras o piedras decoradas con dibujos de astros u otros motivos pictóricos ligados a un misticismo desconocido

Ubicado a 150 metros de altura sobre el nivel del mar, en Sant Vicent de sa Cala, hay que descender un tramo para llegar hasta el enclave, que se divide en tres zonas: una exterior, donde antiguamente se llevaban a cabo los sacrificios; una parte central –en el interior–, en la que se ubicaba la diosa (la más importante para los habitantes de Cartago) y la última, la más profunda, que servía para depositar las cenizas de las consagraciones, de acuerdo a las informaciones de la Oficina de Turismo de Eivissa. Tras varios siglos como espacio de veneración, sobre todo entre los siglos III y II a.C., cayó en decadencia y fue finalmente abandonado hasta el día de hoy.

Un celador encargado de la limpieza

El horario de visitas –todos los días de la semana de 9.30 a 00.30 horas, excepto el lunes, que está cerrado– no impide que fuera de esa franja se sigan celebrando reuniones de carácter espiritual, a veces a través de guías o gurús que ofrecen experiencias con ánimo de lucro a algunos fieles que deciden depositar su fe en estas creencias sin solidez ni religiosa ni científica, como ya publicó elDiario.es. De hecho, quienes llevaron a cabo el pasado martes los actos “incívicos” que pusieron en peligro este patrimonio cultural, natural e histórico de la isla lo hicieron aprovechando el día que el santuario no está abierto al público, tal como detalla la consellera del Departament de Cultura, Educació i Patrimoni del Consell, Sara Ramon.


Uno de los elementos utilizados en celebraciones y rituales dentro de la cueva


Otra de las imágenes dejadas por los rituales

El horario de visitas no impide que fuera de esa franja se sigan celebrando reuniones de carácter espiritual, a veces a través de guías o gurús que ofrecen experiencias con ánimo de lucro a algunos fieles que deciden depositar su fe en estas creencias sin solidez ni religiosa ni científica

Desde el Consell han señalado en alguna ocasión que no es posible aplicar vigilancia 24 horas y que, durante jornada, cuando los turistas y residentes pueden visitar la cueva, hay un celador encargado de limpiar todos los elementos –incluidos velas e incienso– que los “supuestos adoradores de la diosa Tànit” depositan en el yacimiento. La institución ha detallado a elDiario.es que, debido a la orografía del terreno donde se encuentra la antiquísima cueva, no es posible tampoco instalar un vallado que impida el paso cuando no se ejercen labores de vigilancia.

Es Culleram es un bien catalogado de Interés Cultural (BIC) con tipología de Zona Arqueológica, declarado el 27/07/1994 (BOE 100 de 16/08/1994), por lo que las agresiones al mismo y a su entorno patrimonial pueden acarrear sanciones. En el caso de las infracciones muy graves –que producen daños o perjuicios con valor de 12.000 euros a la comunidad autónoma en el sentido patrimonial–, las sanciones pueden ir desde los 30.001 euros hasta el doble del valor de los daños y perjuicios causados, como establece la actual Ley de Patrimonio de Balears.


Es Culleram es un bien catalogado de Interés Cultural (BIC) con tipología de Zona Arqueológica

Un alto valor arqueológico y geológico

“El hecho de ser BIC impide que se pueda hacer fuego o lanzar residuos, pero también que se hagan pintadas, graffitis o cualquier alteración estética, por muy inorgánica que sea, como dejar una foto”, señala Elena Navarro, conservadora, restauradora y arqueóloga de Eivissa. La experta explica que, además de su valor arqueológico, el santuario posee un elevado valor geológico por su origen kárstico (al igual que las Cuevas de Can Marçà, en Sant Miquel), lo que significa que el conjunto necesitó para formarse millones de años.

El hecho de ser BIC impide que se pueda hacer fuego o lanzar residuos, pero también que se hagan pintadas, graffitis o cualquier alteración estética, por muy inorgánica que sea, como dejar una foto

Elena Navarro
Conservadora, restauradora y arqueóloga

Es, además, un ecosistema muy delicado en el que la presencia del ser humano puede alterar con rapidez, sobre todo, en el interior de la cueva en sí, donde la gente deposita durante sus visitas desde comida y velas hasta esterillas para hacer yoga. Este tipo de ofrendas generan hongos y atraen animales, como roedores o insectos que a su vez atraen más suciedad. También favorecen el crecimiento de plantas a través de las semillas de lo que se lanza, lo que contribuye a alterar las condiciones medioambientales y dañan las estructuras de forma “irreparable”. “Otra de las veces que entré, había un grupo de mujeres meditando dentro de la cavidad, sentada sobre las formaciones kársticas”, lamenta la restauradora.


Restos de ofrendas que después el Consell de Eivissa debe recoger

Las acciones son casi nimias al lado del desastre natural que podría haberse originado de descontrolarse el fuego de la hoguera que un grupo de personas encendió la semana pasada en el santuario. Navarro apunta que cuando se vandaliza el patrimonio se hace generalmente por “ignorancia”: “A lo largo de la vida de un espacio histórico, este se va resignificando continuamente. El concepto de patrimonio, por ejemplo, es muy eurocentrista, es la manera que hemos encontrado de apreciar y preservar el pasado, mientras que en otras culturas se siguen utilizando lugares que fascinan al espíritu humano para veneraciones o ritos porque lo hacen con más respeto. Lo que hay que tener en cuenta con lo que se hace aquí es quién está expresando aquí su espiritualidad y cómo la está expresando”, determina.

A lo largo de la vida de un espacio histórico, este se va resignificando continuamente. El concepto de patrimonio, por ejemplo, es muy eurocentrista, es la manera que hemos encontrado de apreciar y preservar el pasado

Elena Navarro
Conservadora, restauradora y arqueóloga

Vandalizada en numerosas ocasiones

No es la primera vez que este enclave patrimonial sufre el impacto de la dejadez y el incivismo. En octubre del año pasado, dos mujeres intentaron colarse en su interior cuando permanecía cerrado al público. Las intenciones de las excursionistas se pudieron comprobar a través de las cámaras de seguridad y un vigilante se trasladó a la zona para llamarles la atención. Poco más tarde, el profesional informó a los servicios de emergencia que una de las dos mujeres había sufrido una caída, por lo que tuvo que ser atendida por los bomberos del Consell de Eivissa. La jefa de sección de Patrimonio emitió un informe al día siguiente en el que detallaba que, por cuestiones técnicas, la cueva de es Culleram permanecería cerrada con reja.

Pero estas no son las únicas acciones irresponsables que se han producido últimamente en el sitio arqueológico: el desecho de residuos es continuo y los restos permanecen en las inmediaciones de la cavidad o en el interior si nadie se acerca voluntariamente a limpiarlos. En marzo de 2024, un grupo de estudiantes visitó la zona acompañados por el equipo del Camp d’Aprenentatge de Sant Vicent de sa Cala y lo que más sorprendió a los adolescentes no fue el valor histórico del yacimiento, sino la basura acumulada junto a la entrada de la cueva. “Es lo que sucede con el resto de la isla, el santuario se ha colonizado por hippies o turistas atraídos por el espiritualismo de Eivissa sin tener derecho a ello”, termina la arqueóloga.