Políticos encerrados media hora a 50°C: “¿Cómo podemos tomar decisiones sin haber experimentado lo que nos espera?”

Políticos encerrados media hora a 50°C: “¿Cómo podemos tomar decisiones sin haber experimentado lo que nos espera?”

Representantes públicos, empresarios y ciudadanos prueban la vida cotidiana dentro de una cámara a una temperatura que ya no queda lejos: dificultad para pensar, taquicardia y palpitaciones son los principales síntomas

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Franck Margain (64 años) es concejal de París, una ciudad que desde hace varios veranos convive con una nueva realidad climática: un calor extremo con temperaturas hasta 10ºC por encima de la media. Según el consenso científico, este bochorno irá a más. La proyección es que la capital francesa alcance los 50ºC en la segunda mitad de este siglo. Margain ya ha experimentado lo que es vivir en ese clima inhóspito. Participó durante 30 minutos de una simulación inmersiva en una ‘cámara climática’ a esa temperatura. Intentó caminar durante algunos minutos. No pudo. Quiso realizar un juego de habilidad. Tampoco lo logró. Se sentó a responder un cuestionario. Le costó concentrarse. “Lo que realmente me impactó fue la desaparición gradual de nuestros sentidos”, describió al salir del experimento.

Este edil es uno de los políticos franceses que han participado en el proyecto Climate Sense, un tráiler móvil a 50ºC a la sombra ideado por Human Adaptation Institute, una organización especializada en estudiar el comportamiento humano en situaciones de la vida real. El vehículo lleva moviéndose desde finales de 2024 por distintas ciudades de Francia para que los ciudadanos y los tomadores de decisiones perciban en carne propia las “emociones sensoriales” de empeñarse en los quehaceres de la vida diaria a esa temperatura.

La tesis del creador del proyecto, Christian Clot, explorador, investigador y fundador de este instituto, es que el retraso en la acción climática se debe, en parte, a que “no podemos comprender verdaderamente una situación sin haber captado las emociones sensoriales que provoca”. “Si bien estar informados es muy necesario, son nuestras emociones las que desencadenan los cambios”, explica. Y agrega: “Experimentar las actividades de una vida normal con una temperatura que se espera en Francia a mediados de siglo genera en las personas dos deseos: pensar en qué podemos cambiar y qué podemos hacer para adaptarnos a ese nuevo mundo”.

Al camión ya han subido más de 2.200 voluntarios. Ciudadanos anónimos y también celebridades, como el exjugador de fútbol Mamadou Dembele. “Lo que más me chocó fue el impacto cognitivo. Me costó concentrarme y pensar. No le deseo a nadie vivir su día a día en esas condiciones”, contó sobre la experiencia. Para la glacióloga Heidi Sevestre, otra de las participantes, la experiencia debería ser “obligatoria” para los gobiernos de todos los países del mundo. “¿Cómo podemos tomar decisiones sin haber experimentado lo que nos puede esperar?”, se pregunta.


El tráiler móvil Climate Sense, en París este verano.

El eurodiputado Raphaël Glucksmann no dudó en participar cuando recibió la invitación a su correo electrónico. “La idea de estar encerrados en ese calor durante días y días es insoportable. Cualquier democracia se va a ver socavada en tales condiciones debido a las condiciones mentales de la sociedad generadas por el intenso calor. La experiencia subraya la necesidad y el imperativo de luchar para mitigar el calentamiento global y adaptarnos”, reflexiona.

Bienvenidos al año 2050

Los participantes firman un consentimiento y entran al tráiler. Tras la puerta, 50ºC y solo un 35% de humedad. Una vez dentro de la unidad que contiene la cámara climática son invitados a realizar tareas físicas como simular caminar o andar en bicicleta. También mentales, como juegos de habilidad y agilidad, además de completar un cuestionario sobre sus vidas.

“Actividades muy similares a las que realizamos habitualmente”, explica Clot. La mayoría reporta una “gran cantidad de problemas”, desde dificultad para concentrarse hasta taquicardia. La periodista francesa Coralie Schaub, del diario Liberation, entró entusiasmada para escribir una crónica. Bajó las escalinatas del tráiler con un “terrible dolor de cabeza, palpitaciones y pérdida de reflejos”.


Simulación de caminata dentro de la cápsula.

En la página web del proyecto, la experiencia se promociona de la siguiente manera: “Bienvenido al año 2050. Tercer día de 50ºC a la sombra. El aire es caliente. Las paredes de la calle irradian calor. Tus aparatos electrónicos se apagan. Te cuesta concentrarte. Ahí estás. Este ya no es un escenario. Esta es tu realidad. Un viaje de 30 minutos centrado en la esperanza y la acción. Sentir, comprender y actuar”.

Después de 30 minutos, los participantes abandonan la cámara y reciben un aire fresco a 15ºC: “¿Os imagináis quedaros ahí un día entero? ”, pregunta Clot o un miembro de su equipo al grupo. Luego, son invitados a ver un video sobre todos los impactos del calor extremo en la salud y a recorrer una exposición itinerante con propuestas de adaptación y mitigación, como hábitos para reducir emisiones y contaminar menos.

El exjugador de fútbol Mamadou Dembele. “Lo que más me chocó fue el impacto cognitivo. Me costó concentrarme y pensar. No le deseo a nadie vivir su día a día en esas condiciones

Además de políticos, la experiencia también está dirigida a los líderes empresariales, responsables, en muchos casos, de mantener negocios que no van alineados a los planes de descarbonización. Por el momento, a la cámara han ingresado emprendedores comprometidos con las energías limpias, como el astronauta suizo Bertrand Piccard, presidente de la Fundación Solar Impulse. “Hay dos opciones: o invitamos a la gente a vivirlo ahora para animarla a actuar y evitar llegar a los 50ºC, o seguimos sin hacer nada y será una realidad para todos. En la segunda opción, nos arrepentiremos de no haber actuado”, reflexionó.

Fabrice Bonnifet, director del Colegio de Directores de Desarrollo Sostenible de Francia, declaró: “Me gustaría reunir a todos los cínicos, a todos los codiciosos, a todos los líderes mundiales y a todos los multimillonarios. En lugar de dar un paseo por el espacio, sería mejor que lo hicieran en esta cámara climática”.

El ejercicio de crisis del Ayuntamiento

El calor sofocante ya es una realidad en París. En 2019, los termómetros subieron hasta los 43ºC, un registro récord. En junio de 2022, superaron los 40ºC. En julio de este año, con 38ºC, se cerró el último piso de la Torre Eiffel para proteger tanto a los visitantes como al personal, entre otras restricciones. En su libro París ante el cambio climático, el ingeniero Franck Lirzin, que asesoró al presidente francés Emmanuel Macron en la última campaña electoral en cuestiones de urbanismo y renovación de edificios, explica que la arquitectura de la ciudad –en especial los tejados de zinc– actúa como “sumideros de calor” cuando las condiciones meteorológicas son extremas.

En otra simulación, el Ayuntamiento organizó en 2023 un ejercicio de crisis titulado ‘París a 50°C’ en dos distritos de la ciudad, en el marco de la revisión de su estrategia de resiliencia al cambio climático. Se realizaron dos ejercicios en un escenario de una ola de calor de una duración e intensidad sin precedentes, con una “cúpula de calor a 50°C”. El primero de ellos, con el traslado de alumnos de colegios, ancianos y vecinos a refugios climáticos (aparcamientos, residencias, edificios públicos con climatización) y con simulaciones de incidentes, desmayos y afecciones a la salud, averías eléctricas y colapso de infraestructuras.


Climate Sense, un tráiler móvil a 50 ºC ideado por Human Adaptation Institute, una organización especializada en estudiar el comportamiento humano en situaciones de la vida real.

El otro ejercicio tuvo lugar en una oficina, simulando una coordinación institucional de urgencia ante efectos en cascada por el calor extremo: fallos de transporte, cortes de energía, problemas de agua, impacto en personas sin hogar y colectivos vulnerables. La actividad contó con la participación de la policía de París, asociaciones de seguridad civil, operadores de red y el cuerpo de bomberos de la ciudad.

“El objetivo de este ejercicio fue preparar a París para olas de calor extremas, y más en general, para crisis sin precedentes que requieren una gestión de crisis adecuada. El mejor modo de preparar a los distintos actores implicados en un plan de gestión de crisis es simular una situación real en el terreno, con todos los actores presentes”, explicó Pénélope Komitès, teniente de alcalde.

El ensayo arrojó varios aprendizajes a futuro, como la ampliación de la red de refugios climáticos y la diversificación de canales de comunicación en caso de caída de redes digitales, principal herramienta del Ayuntamiento. “Nos ha permitido analizar las consecuencias de un evento de tal magnitud en la vida de los habitantes y poner a prueba la fluidez de las decisiones del municipio y sus instituciones”, celebró Komitès.

La intención del Ayuntamiento, liderado por la socialista Anne Hidalgo, es repetir el simulacro en 2026. El de Clot que la cámara climática viaje por otras ciudades de Europa para “despertar las emociones sensoriales” y “desencadenar un cambio global”, que por el momento, pese a la abrumadora evidencia científica que hay encima de la mesa, no está ocurriendo.