
Del baño a la cocina: cómo detectar qué productos de casa se han estropeado con las altas temperaturas de estos meses
Al volver de vacaciones después de un verano con temperaturas récord nos podemos encontrar con que algunos alimentos, cosméticos, medicamentos y productos de limpieza se han estropeado por el calor
¿A qué temperatura debemos poner el aire acondicionado para que refresque y consuma menos?
El verano de 2025 ha sido históricamente caluroso y seco, con temperaturas que han superado todos los récords previos y han provocado graves impactos en el entorno y la población, en especial los devastadores incendios forestales. Según los registros del Servicio de Cambio Climático Copernicus, julio de 2025 fue el tercer julio más caluroso a nivel global, solo superado por 2023 y 2024.
Durante este durísimo verano nos hemos ocupado de preservar el sueño y refrescar nuestros ambientes, y también de escapar a lugares más frescos que las abrasadoras ciudades. Sin embargo, al volver a casa no debemos pasar por alto que estas temperaturas extremas afectan también a los productos que almacenamos en nuestros hogares.
El calor no solo afecta a la salud de las personas, sino que degrada y transforma numerosos productos de uso cotidiano, desde medicamentos hasta alimentos, cosméticos y productos de limpieza. Muchos de ellos pueden volverse inservibles o incluso peligrosos tras una exposición prolongada a altas temperaturas.
Alimentos más afectados por el calor
Los alimentos son por supuesto los productos más vulnerables a las altas temperaturas, pero para eso tenemos en casa frigoríficos y congeladores. El calor acelera los procesos naturales de descomposición y favorece el crecimiento de microorganismos. Los problemas surgen con los alimentos que no están refrigerados.
Un ejemplo claro son los huevos. La legislación no permite refrigerarlos en el supermercado porque es un alimento muy sensible a los cambios de temperatura, especialmente al paso de frío a calor. Sin embargo, durante el verano y las olas de calor es recomendable conservarlos en el frigorífico y sacarlos en el momento de consumirlos. Si los huevos estaban fuera de la nevera durante el verano, incluso durante unos pocos días, es mejor tirarlos.
Con temperaturas que pueden alcanzar los 40°C dentro de casa, las conservas y alimentos enlatados son también muy sensibles, ya que el calor acelera su degradación y puede corroer los envases. Las temperaturas superiores a los 37ºC son perjudiciales para latas y botes de conserva, e incluso cuando están durante un tiempo prolongado por encima de 24ºC se pierden nutrientes. Cualquier lata abombada o abollada debe ir a la basura.
Los aceites y grasas se pueden enranciar con el calor y la luz, adquiriendo un característico olor desagradable. Las grasas oxidadas también se pueden encontrar en otros alimentos como los aperitivos o bollería, y también en el chocolate. Los alimentos secos como las harinas pueden aparecer apelmazadas y las legumbres arrugadas.
Medicamentos y calor
Los medicamentos y el calor en general no son buenos compañeros. La mayoría de los compuestos son particularmente sensibles a las altas temperaturas, y el calor extremo puede alterar su composición química y su eficacia terapéutica, o en el peor de los casos transformarlos en compuestos potencialmente nocivos.
El primer paso es comprobar en el envase del medicamento las recomendaciones para su conservación. Según explica la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, algunos medicamentos se deben conservar entre 2 y 8°C, es decir, dentro del frigorífico, donde estarán protegidos de la canícula.
En otros casos los medicamentos se deben conservar a una temperatura inferior a 25-30°C, sin embargo, es poco probable que se deterioren si las temperaturas suben de forma puntual por encima de los 40ºC, ya que no se trata de una exposición continuada. Si no hay indicaciones de conservación, quiere decir que estos medicamentos son seguros incluso a altas temperaturas durante meses.
Sin embargo, algunas formas de presentación como supositorios, óvulos, cremas o pomadas son bastante sensibles a elevaciones de temperatura y pueden derretirse, separarse o cambiar sus propiedades físicas, poniendo en riesgo su eficacia. Si los medicamentos presentan cambios de color, textura, consistencia u olor pueden haberse estropeado.
Cosméticos y productos de higiene
Los productos cosméticos y de higiene personal son probablemente los más sensibles a las altas temperaturas. Por ejemplo, el calor puede separar las emulsiones de lociones y cremas, que son una mezcla de grasa y agua. También altera la capacidad de protección de las cremas solares llamadas químicas. Ingredientes comunes en los cosméticos como vitaminas y antioxidantes son particularmente sensibles al calor. Cuando se degradan, no solo pierden eficacia sino que pueden generar compuestos irritantes para la piel.
Muchos cosméticos contienen conservantes para evitar, por ejemplo, que se enrancien los aceites que contienen. Sin embargo, el calor continuado puede desestabilizar estos conservantes y los componentes orgánicos pueden descomponerse por el crecimiento microbiano. Si además presumen de ingredientes naturales en la etiqueta, como aceites y mantecas, cuidado. Estos son los que antes se descomponen y una vez oxidados pueden ser irritantes. De nuevo, si hay cambios de color, textura u olor, deben tirarse a la basura.
Productos de limpieza
Los productos de limpieza y aquellos utilizados en bricolaje, como colas o pegamentos, contienen compuestos químicos que pueden volverse inestables o peligrosos cuando se exponen a calor. Los productos clorados, como la lejía, pueden liberar cloro gaseoso, un irritante respiratorio peligroso, mientras que los disolventes orgánicos de las pinturas y pegamentos pueden evaporarse o descomponerse en compuestos más volátiles y potencialmente tóxicos.
Los envases abombados o deformados indican que se han producido reacciones químicas internas o generación de gases. Antes de exponerse a riesgos es mejor depositar estos productos en un punto limpio donde se reciclarán adecuadamente.
Cómo proteger los productos de la siguiente ola de calor
Tras este verano excepcional, es prudente realizar una revisión a fondo de los productos en nuestros hogares que han podido verse afectados, especialmente si hemos estado ausentes durante las vacaciones y la casa no ha estado refrigerada. En las olas de calor que seguramente vendrán en el futuro, es importante asegurarse de que todos los productos que deban mantenerse refrigerados se queden en el frigorífico, así como los cosméticos o medicamentos más delicados.
La prevención también incluye elegir lugares frescos y oscuros para almacenar productos sensibles, en lugar de dejarlos expuestos a la intemperie. Aunque parezca un despilfarro, es mejor deshacerse de aquellos productos sospechosos de haberse deteriorado con el calor.