
De Los Gigantes a Vixía de Herbeira: los once acantilados más impresionantes de España
Estos acantilados repartidos por toda España muestran paisajes sorprendentes: flysch que parecen un libro de historia, pinares que se asoman al mar, rocas que parecen órganos y cortados de interior que nadie se espera
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Los acantilados siempre han llamado la atención. Son lugares donde la geología se muestra ante nuestros ojos, con paredes verticales que cuentan la historia de millones de años en sus rocas. Frente al mar o tierra adentro, estas formaciones son testigos de la fuerza de la naturaleza y de cómo el paisaje se transforma con el paso del tiempo.
En España vamos bien servidos de acantilados. De hecho, tenemos algunos de los más espectaculares de Europa. Están repartidos por todo el territorio y ofrecen paisajes muy distintos: desde los muros volcánicos de Canarias hasta los flysch vascos, pasando por los altos cortados gallegos o los perfiles abruptos del Mediterráneo. Algunos se disfrutan desde miradores, otros requieren excursiones en barco, y hay incluso uno que se esconde tierra adentro.
Esta es una selección de once acantilados que merece la pena descubrir. Nombres como Los Gigantes, Vixía de Herbeira, Cabo de Formentor o los Órganos de La Gomera forman parte de la lista. Todos ellos muestran, cada uno a su manera, la grandeza del relieve y la importancia de valorar entornos que son únicos.
Vixía de Herbeira (A Coruña)
En la costa norte gallega, la Serra da Capelada guarda un secreto espectacular: los acantilados de Vixía de Herbeira. Con 613 metros de altura, son los más altos de la Europa continental. Desde allí se domina el Atlántico en toda su inmensidad, con vistas que alcanzan hasta el cabo Ortegal y que recuerdan por qué este tramo de litoral ha estado siempre ligado a leyendas sobre el fin del mundo.
Vixía de Herbeira.
El lugar está acondicionado con miradores y carreteras que permiten llegar en coche hasta la cima. No es solo un punto para disfrutar del paisaje, también es un espacio donde la geología habla por sí sola. Rocas erosionadas por el mar y el viento, formando un conjunto que impresiona tanto por la altura como por la amplitud de sus vistas.
Cabo de Peñas (Asturias)
El Cabo de Peñas es el punto más septentrional de Asturias. Sus acantilados se alzan hasta los 100 metros de altura, formando un paisaje escarpado que se ha convertido en uno de los símbolos de la costa cantábrica. Desde el faro, convertido en centro de interpretación, se pueden recorrer varios senderos que llevan a miradores sobre el mar.
Arcoíris en Cabo Peñas.
El entorno está protegido y permite hacerse una idea del poder de la erosión marina en esta parte del Cantábrico. Los acantilados muestran capas rocosas inclinadas, praderas en lo alto y una rica fauna marina a sus pies. Es un espacio natural que combina valor paisajístico y didáctico, pensado para quienes quieren disfrutar de las vistas y aprender algo más sobre su formación.
Flysch de Zumaia (Gipuzkoa)
En la costa guipuzcoana se encuentra uno de los paisajes geológicos más singulares de España: el flysch de Zumaia. Se trata de una sucesión de estratos rocosos que se extienden durante kilómetros y que guardan en sus capas la historia de más de 60 millones de años.
Los flysch de la playa de Itzurun, en Zumaia.
El flysch forma parte del Geoparque de la Costa Vasca y se puede recorrer a pie o en barco. Sus acantilados impresionan por su aspecto, pero también por su valor científico: en ellos se identifican episodios clave de la historia de la Tierra, como la extinción de los dinosaurios. Es un ejemplo perfecto de cómo la geología convierte el paisaje en un libro abierto.
Acantilados de Barbate (Cádiz)
En el Parque Natural de La Breña y Marismas del Barbate se levantan unos acantilados que alcanzan hasta 100 metros de altura. Lo que los hace diferentes es su entorno, con paredes verticales frente al Atlántico que, en su parte alta, están coronadas por pinares. El contraste entre mar y bosque da lugar a un paisaje único en la península.
Acantilados de Barbate.
La mejor manera de conocerlos es recorrer alguno de los senderos que atraviesan el parque, como el que une Barbate con Los Caños de Meca. Desde lo alto se abren vistas espectaculares del estrecho de Gibraltar y, en días claros, hasta de la costa africana. Es un entorno natural protegido que une valores paisajísticos y culturales, con restos de torres defensivas repartidas por la línea de costa.
Cabo de Formentor (Mallorca)
En el extremo norte de Mallorca se encuentra el Cabo de Formentor, una de las postales más conocidas de la isla. Sus acantilados superan los 300 metros de altura y ofrecen algunas de las mejores panorámicas que se pueden conseguir sobre el Mediterráneo.
Cabo Formentor, en Mallorca.
El mirador de Es Colomer es uno de los puntos más frecuentados, aunque toda la carretera que conduce al cabo está llena de vistas impresionantes. Formentor combina el relieve abrupto con calas escondidas y una vegetación típica de la sierra de Tramuntana, creando un conjunto que es símbolo de la Mallorca más salvaje.
Acantilados de Maro-Cerro Gordo (Granada-Málaga)
Entre las provincias de Granada y Málaga se abre el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Son cortados que alcanzan los 75 metros de altura y que se alternan con pequeñas calas y cuevas. La protección del área garantiza la conservación de un paisaje que bien merece la pena visitar.
La cascada de Maro en kayak.
El lugar se puede conocer a través de senderos que recorren la parte alta, con miradores sobre las aguas del Mediterráneo. También se organizan rutas en kayak y en barco para ver los acantilados desde el mar y acceder a playas a las que no llega ninguna carretera. Es un espacio perfecto para combinar naturaleza y un poco de deporte acuático.
Cap de Sant Antoni (Alicante)
El Cabo de San Antonio se sitúa en el Parque Natural del Montgó, entre Dénia y Xàbia. Sus acantilados superan los 150 metros de altura y forman una empinada línea costera que cae directamente al mar. Desde lo alto, los miradores ofrecen vistas sobre el Mediterráneo y sobre la propia reserva marina que se extiende a sus pies.
Cap de Sant Antoni, en Alicante.
El entorno está protegido tanto por su valor natural como por su biodiversidad. En la parte alta hay senderos que enlazan con el Montgó, mientras que en el mar se organizan actividades de buceo para explorar sus fondos. Es un lugar que muestra el contraste entre la montaña y el litoral en un tramo de costa muy visitado.
Cap de Creus (Girona)
El Cap de Creus es el punto más oriental de la península ibérica. Su relieve es basto y erosionado, con formas caprichosas que la tramontana ha modelado durante siglos. Los acantilados se combinan con calas escondidas y con un peculiar paisaje que le da un aspecto único.
Cap de Creus, en Girona.
El área está protegida dentro del Parque Natural de Cap de Creus, que se puede recorrer a través de caminos que llegan hasta el faro. Además de su interés paisajístico, el entorno guarda restos históricos y una tradición marinera muy marcada. Es un destino que une una buena dosis de naturaleza y cultura en solo unos kilómetros.
Los Gigantes (Tenerife)
En la costa oeste de Tenerife se levantan Los Gigantes, unas paredes volcánicas que caen al mar desde alturas que alcanzan los 600 metros. Es uno de los paisajes más impactantes de Canarias y un buen ejemplo de cómo la actividad volcánica ha dado forma a la isla.
Acantilados de Los Gigantes, en Tenerife.
Se pueden contemplar desde miradores situados en tierra, pero la mejor perspectiva se obtiene desde el mar. Excursiones en barco o en kayak recorren la base de los acantilados y permiten apreciar su verticalidad. Es un lugar que combina interés geológico y atractivo turístico, muy ligado a la identidad de esta parte de Tenerife.
Los Órganos (La Gomera)
La isla de La Gomera guarda uno de los acantilados más curiosos del archipiélago: los Órganos. Se trata de un frente rocoso formado por columnas de basalto que recuerdan a los tubos de un órgano, de ahí su nombre. La formación es el resultado del enfriamiento de la lava, que dio lugar a estas estructuras geométricas.
Los Órganos de La Gomera.
El acantilado solo se puede ver desde el mar, lo que aumenta su atractivo. Varias excursiones en barco parten desde el puerto de Valle Gran Rey y rodean la costa hasta mostrar de cerca esta pared vertical. Es un monumento natural que refleja a la perfección el origen volcánico de la isla y que sorprende por su aspecto casi escultórico.
Cañón de Délica (Araba)
¿Quién dijo que un acantilado tenía que terminar en el mar? En Araba, el cañón de Délica ofrece un paisaje totalmente distinto: paredes verticales que enmarcan el salto del Nervión, la cascada más alta de la península, con más de 200 metros. El entorno forma parte del Monumento Natural del Monte Santiago.
Salto del Nervión desde abajo.
El cañón se puede recorrer a través de varios senderos que llevan hasta miradores sobre el salto. En época de lluvias, cuando la cascada lleva agua, el espectáculo es aún mayor. Es un buen ejemplo de cómo la geología del interior de la península puede llegar a impresionar tanto como cualquier acantilado marino.