
España lidera las infecciones en Europa por un peligroso hongo que se contagia en hospitales
El Centro Europeo de Enfermedades alerta de que la Candidozyma auris –antes Candida auris–, que provoca brotes hospitalarios difíciles de controlar y que ha causado más de 1.800 casos entre 2013 y 2023 en España, ha pasado en pocos años de registrar casos aislados a propagarse rápidamente
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Hay un hongo que tiene preocupado al Centro Europeo de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés): se llama Candidozyma auris –antes conocido como Candida auris– y España es el país de la UE con más infecciones registradas en entre 2013 y 2023, según un informe del organismo publicado este jueves.
Su contagio se da, fundamentalmente, en los pacientes ingresados en los hospitales –ahí se concentra la transmisión y los brotes– y es peligroso para los que están críticos porque puede tener, además, resistencia a los fármacos para combatirlo. Pasa de unas personas a otras a través del contacto con los fluidos corporales o con material usado en pacientes con la infección activa.
La propagación, dice el ECDC, “sigue produciéndose a un ritmo rápido” y concentrada en solo unos pocos países. Entre 2013 y 2023 se notificaron 4.012 casos en toda Europa, de los cuales 1.807 se declararon en España. Por detrás en número, Grecia notificó 852 e Italia, 712. Hasta 18 territorios registraron alguna infección en 2023.
Pero el aumento “solo refleja la punta del iceberg”, advierte el organismo, porque todavía muchos países no tienen una vigilancia específica de este patógeno. Solo nueve de los 36 que comunicaron datos al ECDC en 2024 tenían un sistema en marcha. España no está entre ellos.
“Se ha propagado en solo unos años, pasando de ser casos aislados a extenderse por algunos países. Esto demuestra lo rápido que puede establecerse en los hospitales, pero esto no es inevitable”, señala Diamantis Plachouras, jefe de la Sección de Resistencia a los Antimicrobianos e Infecciones Asociadas a la Atención Sanitaria del ECDC.
Riesgo de infección en sangre
“La preocupación por este patógeno radica principalmente en que causa casos de candidemia (infección en sangre), es resistente a antifúngicos y provoca brotes en unidades de cuidados intensivos, donde los pacientes son más graves”, explica Juan Vicente Mulet Bayona, microbiólogo clínico y facultativo especialista en Consorcio Hospital de Valencia, en declaraciones a Science Media Centre España.
Número de casos acumulados de 36 países europeos por año.
España forma parte de los cuatro países, junto a Grecia, Italia y Rumanía, en los que ya no se puede distinguir si hay un brote porque la situación es de “endemicidad regional”. El país entró en esta fase epidemiológica en 2022 tras notificar el primer caso en 2016. Según el ECDC, el periodo que transcurre entre que se documenta el primer caso y se llega a esta situación es entre cinco y siete años.
El hongo es de reciente descubrimiento: fue identificado por primera vez en un paciente japonés en 2009, pero es un buen conocido de los microbiólogos por su capacidad de causar brotes hospitalarios al desarrollar, en ocasiones, resistencias a los medicamentos antifúngicos.
La evolución en el territorio español no es siempre ascendente, pero España se coloca a la cabeza de casos por el acumulado desde 2016, aunque en 2023 registraron más infecciones Grecia (451), Italia (330) y Rumanía (257) Aquel año se notificaron 155 casos; al siguiente 266, en 2018, 230; y durante 2019, 135. A partir de 2020, el número escaló de nuevo hasta los 260 para alcanzar el pico en 2021 con 331 infecciones registradas. Las cifras se redujeron hasta los 253 casos en 2022 y 177 en 2023.
“La mayoría de esos casos proceden de un par de hospitales de la Comunitat Valenciana, donde se detectaron los primeros casos de brote de C. auris en 2016”, apunta Fernando González Candelas, catedrático de Genética e investigador en la Unidad Mixta Infección y Salud Pública FISABIO/Universitat de Valencia.
Ahora, señala el informe del ECDC, “siguen produciéndose casos principalmente en los mismos hospitales y la misma región, pero han disminuido porque los brotes se controlan mejor gracias a una mayor concienciación, la introducción de protocolos de vigilancia específicos en los centros más afectados y la aplicación temprana de medidas de control”. “Es aquí donde se debe realizar el mayor esfuerzo: detección temprana de los posibles casos y aplicación de las medidas de prevención y control que impidan, o al menos limiten, la diseminación del patógeno”, remacha González.
Pocos países con red de vigilancia
Como España no tiene una red de vigilancia concreta para este patógeno, se solicitó a 74 hospitales de un laboratorio nacional de referencia en micología que notificaran los casos. Nueve de ellos comunicaron que habían encontrado alguno, cinco de ellos en la Comunitat Valenciana, el territorio inicialmente afectado. Chipre, Francia y Alemania comunicaron brotes recientes, según los datos extraídos de la encuesta del ECDC (la cuarta que se hace sobre este patógeno y que incluye también a Kosovo, Bosnia y Turquía por primera vez). Aunque los expertos consultados comparten que el aumento es “preocupante”, también en parte puede deberse a una ligera mejoría en el diagnóstico y la vigilancia.
El ECDC diagnostica que el “control sostenido”, si la propagación sigue como hasta ahora, “cada vez será más difícil” y urge a los sistemas de salud a prepararse para mejorar la prevención y el control de las infecciones. “Los esfuerzos nacionales para la detección precoz, la vigilancia y la rápida aplicación de medidas de PCI para contener o retrasar la propagación de C. auris aún pueden mitigar su impacto en los pacientes hospitalizados en Europa”, dice el informe, que ha registrado ejemplos de buenas prácticas donde la transmisión fue controlada con éxito.
En el momento de recogida de datos, 29 de los 36 países que respondieron contaban con un laboratorio de referencia o experto en micología y 23 proporcionaba pruebas relacionadas para los hospitales. Un 66% de los estados seguía directrices claras para hacer estas pruebas, aunque solo el 30% y el 41%, respectivamente, tenían guías de gestión clínica y de prevención y control.