Otros jueces

Otros jueces

Brasil ha sufrido las peores expresiones del golpismo judicial, ‘lawfare’, contra la propia democracia; fueron otros jueces, estos otros han decidido proteger la democracia y el Estado de derecho

Bolsonaro, condenado a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado contra Lula

Este momento sería el apropiado para tener un debate sosegado sobre el papel de los jueces en democracia (también fuera de ella y contra ella). Nos parece que el debate sería muy actual por ciertos casos últimos y frecuentes, por las palabras de Pedro Sánchez sobre el actuar político de algunos jueces, por la defensa de la independencia del poder judicial desde sus más altos escalafones, por la derrota sin frenos del CGPJ; pero el malestar es antiguo: un hoy transformado Felipe González se refirió a algunos pocos jueces como descerebrados y se dolió del exceso de poder de los jueces, según recogió en El País Anabel Díez allá por abril de 1997.

La ocasión la propicia, hoy, sin embargo, el Tribunal Supremo Federal de Brasil, la cuarta democracia del mundo, resalta un postinero medio estadounidense. Jair Bolsonaro, exmandatario, ha sido condenado a 27 años de prisión y su exministro de Defensa, el general Walter Braga Neto, a 26 años, por su intento golpista tras perder las elecciones y proclamar la ilegitimidad del resultado de su adversario.

El asunto es también relevante porque aquel país ha sufrido las peores expresiones del golpismo judicial, lawfare, contra la propia democracia; sin que les falte ningún ingrediente, a saber, la elevación del poder judicial sobre los demás poderes, amputando los canales representativos, ejecutivo y legislativo, es decir, la juristocracia, el abuso judicial y la confabulación, haciendo palanca, con medios de comunicación y redes sociales para la manipulación y la escandalera a sueldo. Una desviación autoritaria del derecho, en palabras de Amilcar Salas Oroño, que ya padeció Lula da Silva, paradigma para los estudiosos de la guerra sucia judicial.

La resolución no ha complacido a Donald Trump que ha querido ver, con razón, una parte de la trayectoria política de Bolsonaro reflejada en sus propios métodos

Fueron otros jueces, estos otros han decidido proteger la democracia y el Estado de derecho. Y no sin potentes enemigos, no solo interiores. La resolución por parte del Tribunal Supremo Federal de aquella intentona golpista, aunque no de un cierto microgolpismo continuo –muy extendido también por Europa–, como ha llamado un prestigioso magistrado español en activo a ciertos movimientos judiciales en la oscuridad, no ha complacido a Donald Trump que ha querido ver, con razón, una parte de la trayectoria política de Bolsonaro reflejada en sus propios métodos. Curiosamente, Bolsonaro, sin otros medios disponibles, de momento, se ha dispuesto a pelear por sus derechos, vía instituciones de su país e internacionales.

Sin embargo, debe ser cuestión de andancia familiar o estirpe. Toda su descendencia, pero uno de sus hijos en especial, residente en EEUU, seguramente en Miami, ha clamado contra la resolución y prometido luchar hasta el final contra la tiranía. En su lucha, fruto de la educación y ejemplo de su progenitor, ha soñado con la presencia de la armada estadounidense en las costas brasileñas y los F-35 contra la voluntad soberana de los brasileños. Una receta muy extendida en el nuevo desorden mundial. Comoquiera que ha optado por jugar con todas las barajas, Jair Bolsonaro sueña también con una amnistía, política y democrática, se entiende.