
La expareja de Juana Rivas se sienta por primera vez ante un tribunal por presuntos malos tratos contra sus hijos
Francesco Arcuri tendrá que comparecer este jueves ante el Tribunal Penal de Cagliari (Italia) para defenderse de la imputación que recae sobre él por supuesto maltrato psicológico y físico contra los hijos que tiene con Rivas
Juana Rivas entrega a su hijo Daniel al padre, que se lo lleva a Italia
El italiano Francesco Arcuri, expareja de Juana Rivas y padre de sus hijos, comparecerá este jueves ante el Tribunal Penal de Cagliari (Italia) acusado de maltrato físico y psicológico habitual contra Daniel y Gabriel. Será la primera vez que Arcuri se enfrente a un proceso penal por presuntos malos tratos a los menores, después de años de denuncias archivadas y pese a la condena por violencia de género que ya recibió en Granada en 2009 por agredir a Juana.
De este modo, el inicio de un juicio que se puede demorar años supone un punto de inflexión en el caso Juana Rivas. Hasta ahora, la única que se había sentado en el banquillo por todo lo sucedido había sido la madre de Maracena. Sin embargo, Arcuri tendrá que responder por primera vez a lo que la defensa de la granadina señala como un caso de violencia de género que derivó, hace ya mucho tiempo, en violencia vicaria. Durante años, sostiene su equipo jurídico, los niños han sido víctimas directas de malos tratos en Carloforte (Italia), donde residían con su padre, y ahora la Justicia italiana tendrá que determinar si esas denuncias se sostienen con pruebas e indicios suficientes.
En todo caso, la vista oral arranca con un hecho paradójico de fondo: desde julio, Daniel, el hijo pequeño, vive en Italia con Arcuri, después de que el Juzgado de Primera Instancia 3 de Granada ordenara su entrega forzosa. La defensa de Rivas considera que es una “anomalía jurídica y social” que una de las principales víctimas y testigos de la causa esté viviendo junto con la persona que está imputada precisamente por malos tratos. Además, recuerdan que el menor ya dijo en varias ocasiones que no quería volver con su padre y que incluso compareció el pasado 7 de enero ante el Juzgado de Instrucción 4 de Granada para pedir de permanecer con su madre.
De hecho, ese mismo juzgado archivó en mayo una denuncia por sustracción de menores interpuesta por Arcuri contra Rivas, aunque la Audiencia de Granada sí mantiene abierta la investigación, hasta el punto de que Juana Rivas tendrá que declarar por ese presunto delito el próximo 30 de octubre. En todo caso, en su auto de mayo, la magistrada del Juzgado de Instrucción 4 sostuvo que la cuestión de fondo no era de custodia, sino penal, y que correspondía al tribunal italiano.
El falso Síndrome de Alienación Parental
Además, la jueza dejó claro que la jurisdicción penal es siempre preferente a la civil, algo que, según la defensa de Rivas, ha sido sistemáticamente ignorado en este caso. El auto también desmontaba la base sobre la que Arcuri ha sustentado su estrategia procesal durante años, con el apoyo de la Justicia italiana: el falso Síndrome de Alienación Parental (SAP), un pseudodiagnóstico sin aval científico, prohibido en nuestro país, que ha sido empleado para desacreditar a madres que denuncian violencia.
A juicio de los abogados de Rivas, que Daniel viva con su padre, pese a estar imputado por presuntos malos tratos, ha hecho que Arcuri haya podido cumplir la amenaza que, según el equipo jurídico de la madre, le lanzó su pareja cuando se separaron: “Te quitaré a los niños y te haré la vida imposible”. No en vano, los letrados consideran que se ha producido una cadena de desprotección institucional que ha culminado con la entrega del niño a su padre, pese a la existencia de resoluciones penales que aconsejaban lo contrario. Hablan de violencia institucional, ya que entienden que las decisiones de los juzgados civiles en Granada y de la Corte de Apelación de Cagliari han dejado sin amparo al menor.
Eso sí, la Fiscalía de Cagliari aprecia indicios suficientes de malos tratos, lo que ha permitido que se instruya la causa por la que Arcuri tiene que comparecer. El tribunal deberá decidir a partir de ahora si el italiano es culpable de haber sometido a daño físico y psicológico de manera continuada a sus hijos, como sostienen los informes forenses y los testimonios de los propios menores. Gabriel, el mayor, que vive en Granada con su madre desde hace tres años, ya ha dicho públicamente en varias ocasiones que tanto él como su hermano fueron víctimas de malos tratos y humillaciones.
Por primera vez en casi una década de batalla legal, Arcuri se sienta en el banquillo para responder de las acusaciones que pesan sobre él. Para Juana Rivas y su defensa, el proceso representa un motivo de esperanza porque por primera vez existe la posibilidad de que la Justicia italiana reconozca la violencia que denuncian y siente las bases para que Daniel pueda regresar a España bajo la custodia exclusiva de su madre.
Ocho años de litigios
Al mismo tiempo, este nuevo capítulo procesal se suma a ocho años de litigios por la custodia de los menores. Desde que Juana Rivas decidió marcharse en la primavera de 2016 del domicilio que compartía en Italia con Arcuri y sus hijos, permanecer más de un año sin volver a dicha casa y estar un mes en paradero desconocido para no entregar a los menores, las denuncias no han dejado de cruzarse. La mayoría de ellas han caído del lado favorable al italiano y en contra de los intereses de Rivas, hasta ahora.
Juana llegó a ser condenada en primera instancia a cinco años de prisión y a la pérdida de la patria potestad sobre sus hijos, pero dos rebajas de condena, con indulto parcial del Gobierno incluido, dejaron a la granadina en libertad, pero con la advertencia de no poder delinquir de nuevo si no quería entrar en prisión. Pese a aquella condena y a que la relación entre Rivas y Arcuri ha sido inexistente en este tiempo, llegó a haber un régimen de visitas pactado que casi en cada ocasión se saldó con una nueva demanda de Juana contra su expareja por malos tratos sobre sus hijos. Demandas, todas ellas, archivadas hasta que la Fiscalía y el Tribunal Penal de Cagliari han decidido imputar ahora a Arcuri y que se siente este jueves en el banquillo.
En este tiempo, el hijo mayor, Gabriel, ya no es menor de edad, vive en Granada junto a su madre y es una de las figuras que más ha hablado pública y judicialmente en defensa de su hermano Daniel. El joven, que ya tiene 18 años, llegó a pedir incluso amparo a Juan Manuel Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, para que intercediese para que Daniel no tuviese que volver a Italia, como finalmente acabó pasando el pasado mes de julio.
No en vano, el niño viajó a Granada la pasada Navidad y se quedó gracias a una suspensión cautelar de la entrega dictada por parte de la Justicia española tras escucharle. Pasó más de medio año junto a su madre y su hermano, llegando a estar escolarizado. Todo con el objetivo de lograr que no se tuviese que ir a Italia y que la presión social y judicial liderada por los letrados de Juana Rivas permitiesen revisar la custodia del menor y que recayese sobre ella, teniendo en cuenta que Arcuri está imputado por malos tratos en un juicio que empieza ahora y que, según apuntan fuentes de la defensa del italiano, podría prolongarse varios años y acabar sin una resolución si se dilata demasiado. Para entonces, Daniel ya podría haber decidido voluntariamente, a partir de los 16 años -ahora mismo tiene 11-, volver a Granada o quedarse con su padre.