
La Complutense instala una placa en homenaje a José Luis Montañés, alumno asesinado por la Policía en 1979
El emotivo acto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología ha contado con la participación de familiares, antiguos compañeros y representantes de la Universidad, quienes han recalcado la necesidad de este tipo de acciones para conseguir una reparación simbólica para las víctimas.
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Era diciembre de 1979 y en las calles retumbaban gritos a favor de la autonomía y la democracia en la universidad. “El pueblo grita, escuela y universidad gratuita” era uno de los cánticos que se conjugaba en miles de gargantas vociferantes, conscientes de la necesidad de unirse a las luchas obreras. Es lo que ocurrió el 13 de diciembre, cuando cientos de estudiantes desfilaron por Embajadores, en Madrid, hasta que la Policía ahogó en sangre la protesta. Emilio Martínez Menéndez fue asesinado con 20 años, y José Luis Montañés Gil, con 22 años.
Ahora, casi medio siglo después de aquel suceso, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde estudiaba Montañés, ha homenajeado a su antiguo alumno con el descubrimiento de una placa en su recuerdo. También ha tenido lugar un encuentro previo en la misma Facultad en el que decenas de estudiantes han escuchado hablar a diversas figuras de la Universidad que han presentado el proyecto “Lugar de Memoria” que se impulsa en la misma Facultad.
“Es fundamental que la universidad se haya convertido en un lugar de memoria, y que hoy lo estemos utilizando para ello”, ha comenzado a decir en su intervención Javier Montañés, hermano de José Luis. Ha sido este vecino de Menorca, que se ha desplazado a la capital para la ocasión, quien ha recordado que aquel año “fue un momento especialmente cruel y sangriento por la represión del Estado, que derramaba la vida de los jóvenes con total impunidad”.
Acto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM en homenaje a su antiguo alumno, Emilio Martínez Menéndez
Montañés, como tantos otros, participó en una manifestación legal contra la Ley de Autonomía Universitaria (LAU) que se debatía en el momento. Por la tarde, bajando por la Ronda de Valencia, se unieron a una manifestación sindical, también legal, que transcurría por la Glorieta de Embajadores. Su hermano describe como “jeep del horror” el automóvil del que salieron varios policías armados “con la clara intención de matar”, ha asegurado. Así lo hicieron.
Dos balas, dos muertes
Mauricio Gallego estudiaba COU en Móstoles y también estuvo presente en los disturbios. Este abogado todavía recuerda a sus 63 años cómo “existe la fotografía de un policía con la puerta trasera del Land Rover completamente abierta y con una metralleta disparando a la gente”. Según recuerda, hubo dos muertos y varios heridos, “pero aquello podría haber terminado como la masacre de Vitoria, porque tiraban a bulto”, ha explicado a elDiario.es.
Una bala disparada a 58 metros de distancia impactó en el cuello de Montañés. Emilio Martínez fue alcanzado en el tórax por otra bala que había recorrido unos 100 metros de distancia. “Ambos murieron por disparos que jamás debieron haberse realizado”, ha denunciado Javier esta mañana en el acto de descubrimiento de la placa que homenajea a su hermano, quien murió desangrado en el lugar de los hechos.
La familia nunca tuvo noticia oficial de la muerte de Montañés. Se enteraron gracias a un familiar que escuchó la noticia por la radio. “A partir de ese momento llegaron las mentiras, la intoxicación en los medios y la acusación de que eran hostigadores profesionales”, ha relatado. Incluso negaron que Montañés fuera estudiante, hasta que la universidad lo desmintió obligada por las protestas estudiantiles que tuvieron lugar tras los asesinatos.
La empresa en la que trabajaba por entonces, Marsans, también desmintió la versión oficial ofrecida y replicada por los medios, todavía voceros de un régimen que se resistía a morir sin derramamiento de sangre en las calles, en la que pintaban al joven como un mero alborotador. “Nos inundó el miedo y el dolor. Una horrorosa pesadilla”, ha descrito Javier. Sin embargo, la represión no terminó ahí. “Una persona que fue a poner flores en el lugar del asesinato fue brutalmente apaleada”, ha recordado este vecino de Menorca.
Sin justicia para Montañés
Por las muertes de Martínez y Montañés fueron imputados tres policías: Francisco Antonio Garrido Sánchez, Juan José López Tapia y Manuel Ortega García. El sumario evidencia el abuso de poder policial con consecuencias de muerte, ha asegurado Javier tras haberlo estudiado con detenimiento. El juez instructor imputó homicidio. Pese a las pruebas, nunca fueron juzgados.
La Audiencia Provincial de Madrid, presidida por magistrados vinculados al Movimiento Nacional, acordó el sobreseimiento. “En su delirio, el tribunal concluyó que la responsabilidad de lo ocurrido estaba en ‘haber asistido a la manifestación’”, ha recalcado ante los presentes el mismo Javier.
Más tarde, la familia de Martínez, quien estudiaba en la Escuela Técnica de Ingeniería Industrial, demandó al Ministerio del Interior por responsabilidad patrimonial. El Tribunal Supremo, finalmente, reconoció la justa indemnización en 1986. Uno de los fundamentos jurídicos de aquella sentencia reza que “un proyectil alcanzó a Emilio Martínez, por rebote. No es posible sostener que el fallecido tomara parte en el hostigamiento a la fuerza pública. No puede apreciarse grado alguno de culpa o negligencia en su conducta. Por ello, no existe causa que justifique el daño sufrido”.
Javier, por su parte, ha finalizado su intervención con las siguientes palabras: “Me causa estupor pensar en esos criminales, funcionarios del Estado, y en cómo se sigue ocultando la verdadera historia de lo ocurrido. Y me sorprende que todavía haya quien se atreva a definir como ‘modélica’ aquella transición de nuestra desgarradora historia”.
Jóvenes con alta sensibilidad política
Pilar Navarro era una de las compañeras que había trabado relación con Montañés en la Facultad, que por aquel tiempo estaba en Moncloa y no en Somosaguas. “Solía venir a mi casa cuando nos reuníamos para trabajar y repartirnos los apuntes”, recuerda. La última vez que lo vio con vida, relata a elDiario.es, fue aquel mismo 13 de diciembre de 1979, en la vía de enfrente del metro que ambos esperaban. “Sabía que habían matado a dos jóvenes, pero no fui consciente hasta que vi su cara ensangrentada en el periódico al día siguiente. El impacto fue tal que no pude subir al despacho”, añade esta antigua trabajadora de la Administración.
La respuesta no se hizo esperar. “Ante las mentiras que esparcían los periódicos, exigimos a nuestro decano que tenía que decir que Montañés era compañero nuestro”, comenta la también integrante del Colectivo de Olvidados de la Transición (COT), y lo consiguieron. En su intervención, Navarro ha incidido en que Montañés y Martínez perdieron su vida, pero “nosotros perdimos a estos jóvenes con alta sensibilidad social y política, que son aquellos que necesitamos para cambiar esta sociedad”.
Arqueología de la memoria
La oleada estudiantil de repulsa por los dos asesinatos llegó hasta la Facultad de Ciencias de la Información, también en la UCM. Hace algo más de un año, tras retirar un gran panel de corcho de su quinta planta, apareció una pintada, ahora considerada como fenómeno arqueológico. “José Luis Emilio / No os olvidamos” [sic] rezan esas palabras desgastadas por el tiempo, pero no por la desmemoria. Cristina Mateos, profesora de Comunicación y Movimientos Sociales de la Facultad, comenzó una ardua y extensa labor de investigación tras la aparición de la pintada.
Pintada antigua en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense: «José Luis Emilio/ no os olvidamos»
Sus pesquisas le llevaron a diversos archivos. En uno de ellos, encontraron un documento firmado por el alumnado de Ciencias de la Información en el que recogían varias exigencias. Al final de todas, añadido a mano, estaba la devolución de una cinta incautada. “Sabemos que es un documental que realizaron dos estudiantes de la Facultad y que se proyectó en varias de ellas, pero por el momento está desaparecido”, cuenta Mateos. Por eso, pide que cualquier persona con información sobre este film se la haga llegar para poder cerrar la investigación.
Mauricio Valiente, aquel chaval de instituto mostoleño que acudió a la fatídica manifestación, recuerda que llegó a ver el metraje en 1981, cuando cursaba el primer curso de Sociología. “Aparecían testimonios, pero lo más importantes eran las imágenes de lo sucedido”, rememora. Entre ellas, aquella fotografía del policía disparando parapetado tras la puerta del Land Rover. Ni las consultas por parte de Mateos ni los movimientos realizados por algunas personas que visualizaron la cinta han conseguido dar con ella, aunque sí saben que fue incautada. “Podrían haberla hecho desaparecer sin problema”, sostiene el abogado.
La LAU fue retirada del trámite parlamentario en 1982. Para entonces “ya habían literalmente ahogado en sangre al movimiento estudiantil”, dice con cierto pesar Valiente.
Un nuevo espacio de memoria en la UCM
La pintada hallada en Ciencias de la Información tendrá una nueva vida. El 12 de diciembre, un homenaje a los dos estudiantes asesinados por la Policía en 1979 llenará de memoria la quinta planta de la Facultad. La ilustradora Alicia León realizará un gran mural que recuerde lo sucedido, respetando los restos originales de la pintada. La jornada se completará con una mesa redonda y una exposición panelada en la que se recoja el tratamiento que la prensa realizó de lo acontecido.
Mateos, también especialista en reparación en casos de violencia política y de género, reivindica este tipo de acciones como una forma de “no olvidar el pasado y recordar a quienes nos precedieron”, tal y como ha subrayado a elDiario.es. Navarro, del COT, añade que “esta es la única forma de sacar a Emilio y José Luis del silencio”. Javier, el hermano de este último, sentencia: “La clase política ignoró todo. Porque todo estaba pactado. Porque no interesaba manchar con sangre la llamada transición modélica”.