Prebodas y posbodas: el boom de las «celebraciones eternas» que se alargan hasta tres días

Prebodas y posbodas: el boom de las «celebraciones eternas» que se alargan hasta tres días

Las celebraciones ya no se limitan a una sola jornada, sino que se han convertido en maratones sociales que multiplican costes y exigencias para novios e invitados

De publicar hasta el desayuno a las cero fotos: por qué mucha gente ya no comparte su vida en redes

Las bodas se han complicado en los últimos tiempos. No solo porque el contrato matrimonial haya perdido atractivo, sino también porque el coste del ‘día más importante en la vida de una persona’ es cada vez más elevado. A los invitados se les exige una entrega absoluta: pagar 200 o 300 euros ya no es suficiente. Además, deben liberar su agenda para asistir a dos nuevas celebraciones que han convertido los casamientos en una suerte de festivales: las prebodas y las posbodas.

La experiencia se ha convertido en el eje central. La llamada endless wedding —la “boda eterna”— gana terreno, especialmente en las celebraciones de destino donde el formato habitual se reparte en tres jornadas. Las prebodas suelen organizarse la víspera del enlace y adoptar la forma de cenas o cócteles informales que reúnen a familiares y amigos llegados de fuera. En el mejor de los casos son encuentros fugaces, concebidos para ofrecer a los invitados una primera toma de contacto. Pero en ocasiones se desbordan y llegan a exigir incluso un atuendo pensado exclusivamente para esa noche.

La gente llegó al hotel a las seis de la mañana, incluidos los novios. Al día siguiente, el estómago está en otra dimensión

Raquel
wedding planner

Gran Día solo hay uno: es fundamental que nadie lo olvide. Esta idea, capital, la repiten varias veces las dos wedding planners entrevistadas para este reportaje: Ana Bernia, de Tu Día Perfecto, y Raquel (pseudónimo a petición de la entrevistada), de La Única Eventos. Para las prebodas suelen recomendar un plan sencillo: una copa de bienvenida, algo de picoteo y, sobre todo, que no se alargue demasiado. Ambas insisten en un punto clave: limitar el alcohol. “No queremos que la gente llegue cansada a la boda”, afirma Bernia. “Si alguien, por ejemplo, pide un gin-tonic, el camarero habla con los novios y conmigo, y solemos restringirlo”. Raquel recuerda una boda en Sevilla en la que se organizó una preboda que en teoría iba a ser un cóctel muy económico: “La gente llegó al hotel a las seis de la mañana, incluidos los novios. Al día siguiente, el estómago está en otra dimensión”.

Cuando la boda se celebra en una ciudad con patrimonio histórico cercana a Madrid, como Toledo o Segovia, a veces se organizan visitas guiadas el día anterior. En opinión de Bernia, el motivo principal por el que las prebodas se han hecho más populares en los últimos años es que muchas veces los novios viven lejos de la ciudad de origen de los invitados, que tienen que desplazarse, y resulta natural organizar algo el día anterior para recibirlos. También influye que uno de los novios sea extranjero o que hayan estudiado fuera y mantengan un núcleo de amigos en otras ciudades. “Es el modelo que se está imponiendo últimamente, aunque necesitas un presupuesto que pueda costearlo”.

Martín, de 30 años, se casará dentro de unos meses en Mallorca y tiene claro que habrá preboda. “La hacemos porque nos apetece mucho reunir a nuestros amigos, sobre todo los que vienen de fuera, para ponernos al día y agradecerles el esfuerzo de venir hasta la isla”, explica. En su caso, la cita estará reservada únicamente a los invitados jóvenes, mientras que sus padres organizarán por su cuenta un picoteo con tíos y amigos de la familia.

No quiere un evento formal, sino algo sencillo: quedar para tomar unas cañas y compartir unas horas sin la presión del día siguiente. “También creo que es positivo porque el día de la boda tienes que saludar a un montón de gente, y así te quitas una parte”, reconoce. A su juicio, la preboda permite que los grupos se conozcan entre sí y que la fiesta del enlace arranque con “más complicidad”. Eso sí, incluso lo más informal requiere cierta planificación. Calcula que serán unos cien invitados jóvenes, lo que obliga a reservar un local en el centro de Palma. La cita durará apenas tres horas —de siete a diez de la noche— para que todos se acuesten pronto y lleguen descansados al gran día.

Hacemos la preboda porque nos apetece mucho reunir a nuestros amigos, sobre todo los que vienen de fuera, para ponernos al día y agradecerles el esfuerzo de venir hasta la isla

Martín, 30 años
novio

Pasar la resaca en compañía

Las resacas, en buena compañía, pueden convertirse en grandes momentos de ligereza y evasión. Esa es una de las razones por las que muchos novios deciden alargar la celebración un día más. Las posbodas suelen prolongar la fiesta con comidas, excursiones o encuentros más relajados al día siguiente. Aun así, son menos frecuentes que las prebodas. “La gente suele estar cansada después de la boda”, explican las organizadoras. Cuando se organizan, lo habitual es un brunch: un picoteo o una paella. No pueden empezar demasiado tarde porque, si la boda ha sido fuera, muchos invitados deben madrugar para hacer el check-out del hotel. Raquel, por ejemplo, nunca ha organizado una posboda: “A veces se hace algo familiar, como una comida, pero ya no quieren tanta organización, sino algo más cercano, sin nervios”.

Este tipo de eventos suele costar en torno a 50 euros por persona, frente a los 30 de media de las prebodas. Bernia se muestra sorprendida con la cifra de 21.000 euros que, según algunas páginas web, cuesta una boda en España. “Es algo que comentamos cuando nos juntamos las wedding planners. Por ese precio, si contratas a una, apenas te da para el catering y nada más”. Calcula que el coste real ronda los 35.000 euros para una boda de unos 100 invitados “vistosilla”. Raquel coincide: “Depende del lugar de España y del número de invitados. En nuestro caso, el tique medio suele estar más cerca de los 80.000 o 90.000”.

Efectivamente, según el Libro imprescindible de las bodas de Bodas.net, el coste medio de un enlace en España en 2023 ascendió a 21.056 euros. El informe añade, además, que un 57% de las parejas financió la celebración con el dinero recibido en forma de regalos.

La creciente popularidad de las prebodas y posbodas recuerda a las celebraciones prolongadas de otros países. En India o Marruecos, por ejemplo, los enlaces pueden durar tres, cinco o incluso siete jornadas, con rituales de henna, banquetes, procesiones y cambios de vestuario. En Nigeria es habitual organizar dos ceremonias distintas —una tradicional y otra religiosa— que se reparten en días diferentes, mientras que en algunos pueblos griegos todavía sobreviven bodas que se extienden durante todo un fin de semana.

Este cambio de costumbre no siempre convence a todos los invitados. Pilar, de 63 años, recuerda la boda de la hija de una de sus mejores amigas, en la que se celebró una preboda a la que ella no fue invitada. “Eran unas copas pensadas más para la gente joven”, explica. En su opinión, como hoy las parejas ya no se casan para poder vivir juntas, el verdadero motivo de la ceremonia es la fiesta. “Si en vez de un día de fiesta se puede alargar a dos o incluso tres, mejor todavía”, comenta. En aquella boda también percibió uno de los riesgos de estas nuevas tendencias: el afán de imitar lo que muestran los influencers. “Igual si ves que otros hacen posbodas, a ti también te entran ganas de hacerlo. Y hacerlo porque lo has visto en Instagram me parece una chorrada”, sentencia.

Nuestro papel también es ponerles los pies en la tierra y recordarles el presupuesto que tienen

Ana Bernia
wedding planner

“Pues sinceramente, se nos ha ido un poco de las manos, y te lo digo yo que me dedico a hacer bodas”, reconoce Ana Bernia. La wedding planner percibe que las celebraciones se han convertido en una competición de “a ver quién da más”. Algunos novios, explica, llegan a obsesionarse con ser los más originales y plantean ideas cada vez más extremas. “Nuestro papel también es ponerles los pies en la tierra y recordarles el presupuesto que tienen”. Raquel coincide en señalar la influencia de las redes sociales. “Pueden ser una herramienta de inspiración y, en el lado negativo, de comparación. Aunque en nuestro caso, el perfil que más nos encontramos no es el envidioso, sino el que busca inspiración”.

Álvaro, de 31 años, que planea casarse próximamente, admite que le gustaría organizar algún evento paralelo, aunque siempre lejos de las tendencias que considera cursis. Si finalmente celebra su boda en el Líbano (de donde es su novia), cree que podría ser especialmente divertido para los invitados. Pero advierte de un riesgo: “Nos hemos empeñado en que nuestra boda tiene que ser la más divertida y la más impresionante, y para eso parece que hay consenso en que hay elementos que no pueden faltar”. Ese consenso, explica, puede volverse en contra de los novios, que terminan repitiendo fórmulas y cayendo en la impersonalidad. “Con lo de las prebodas y tal, como ahora las hace alguna gente, parece que las tiene que hacer todo el mundo, y para nada debería ser así”, reflexiona.

Nos hemos empeñado en que nuestra boda tiene que ser la más divertida y la más impresionante, y para eso parece que hay consenso en que hay elementos que no pueden faltar

Álvaro
31 años

¿Merece la pena? Bernia lo tiene claro: “Yo prefiero que tengan una boda chula a que inviertan demasiado en una preboda”. Para ella, basta con algo sencillo e improvisado, como convocar a los amigos en un sitio y ofrecer, literalmente, una copa. Lo que sí le parece un error es restar presupuesto al día principal: “Da rabia quedarse con ganas de haber hecho cosas en la boda por haberlo invertido en prebodas o posbodas”.

Raquel sostiene que, para que merezca la pena organizar un evento tan complejo y costoso, más allá de decidir si habrá preboda o posboda, solo hay un elemento que no puede fallar: la actitud. “Y estar en buenas condiciones: no estar de resaca, que no te duela nada, no pasar demasiado calor. Puede ser una boda a 55 grados, pero si vas con buena actitud, te lo pasas bien”. Por muchas celebraciones que se acumulen, Gran Día solo hay uno.