Enfrentando a jóvenes contra pensionistas

Enfrentando a jóvenes contra pensionistas

Todo ahora es contra alguien y se quiere hacer a los pensionistas culpables de que los jóvenes tengan carencias. De cuantos gastos superfluos se podría prescindir, hay que restar a miles de ciudadanos las retribuciones que se ganaron para su jubilación

El ruido marca la agenda informativa diaria y debajo quedan escondidos temas esenciales. Entre ruido y ruido -el sonido de nuestra época- el proyecto ultraliberal camina con paso firme. Uno de sus grandes objetivos es la merma de las pensiones. Un bocado demasiado jugoso para perder su beneficio, aunque sea a costa de daños colaterales como la calidad de vida de los ancianos, y no solo de ellos: a menudo de sus familias a quienes suelen ayudar económicamente. Hay formas de enmascararlos hasta conseguir incluso la comprensión de una buena parte de las víctimas. La principal, convencer a todo quisque de que las pensiones son insostenibles. La novedad actual es que han incorporado el complejo de culpa. En la era de la crispación que provoca y usa como arma la derecha, todo es contra alguien y se nos quiere convencer de que los pensionistas son los culpables de que los jóvenes tengan carencias. De cuantos gastos superfluos se podría prescindir, hay que quitar o restar a miles de ciudadanos las retribuciones que se ganaron para su jubilación.

Las pensiones no son insostenibles, lo es el modelo de lucro que intenta arramplar con todo lo público desde las pensiones, sin duda, a la sanidad, y a todos los derechos que tanto costó conseguir. Tienen quienes les venden el producto. Hasta medios que pudieran parecer poco sospechosos se apuntan a la supuesta duda de si son sostenibles. No olvidemos que, en la crisis de la prensa escrita, los bancos -principales beneficiarios de los planes de pensiones privados- llegaron incluso a los Consejos de Administración o el accionariado de algunas empresas periodísticas como forma de amortizar la deuda.  

En esta campaña deleznable destaca ABC, que lleva una auténtica cruzada contra el “gasto” en pensiones comparado con los pobres jóvenes desamparados. Es un tema que siempre suscita una vibrante controversia.

El catedrático de Economía Aplicada Juan Torres López -que ha escrito varios libros sobre el tema, uno de ellos se titulaba ‘Lo que debes saber para que no te roben la pensión‘-  rebate, entre otros argumentos, las premisas erróneas que esgrimen los detractores. Las fuentes de financiación de las pensiones dependen de muchos más factores que la demografía que tanto se cita (de si se vive más o se nace menos). Si los salarios son más altos, si hay más empleo, más masa salarial -algo que está sucediendo con este Gobierno, por cierto- , si se aumenta la productividad, se lucha contra la economía sumergida y se plantea una fiscalidad auténticamente progresiva, las pensiones públicas son perfectamente sostenibles.

No olvidemos tampoco que este Gobierno subió el salario mínimo, pero no los que pagan a su albedrío las empresas por encima de este. Y que, aunque también ha dado un gran impulso a la subida de pensiones, partíamos de niveles muy bajos. Y que ni en sueños la mayor parte de los jubilados cobran las cantidades máximas previstas en la horquilla. Para comparar hay que usar similares magnitudes, otra cosa es una falacia. Conviene insistir también en que los planes privados de pensiones son un negocio, se especula con ellos, van a bolsa incluso, y han tenido sonoros fracasos. Sin contar con que solo un 25% de los ciudadanos los tiene suscritos en España. No es fácil ahorrar precisamente.

La tendencia a ir contra las pensiones es internacional, en la línea de la ideología ultraliberal ahora dominante, y se sostiene por la desinformación de tantos ciudadanos. Vox tiene planes muy concretos para reducir las pensiones -como explica con claridad Torres también– y el PP ya lo demuestra cada vez que gobierna. Rajoy no solo les dio un tajo importante al desvincularlas del IPC para su revalorización anual sino que hizo una descabellada operación a la que no se le dio demasiado eco. Una acción de alto riesgo. En 2013, vació la llamada hucha de las pensiones. Compró deuda española con prácticamente todo su remanente, con el 97%. Esa “hucha”, el Fondo de Reserva, lo había creado José María Aznar. Argumentó: “Así el PSOE no puede meter mano”. Rajoy introdujo el brazo entero y hasta el fondo, causando la alarma de la mayor parte de los especialistas financieros. El diario neoliberal Wall Street Journal daba la voz de alarma –aquí tienen el enlace– al escribir: “España ha estado vaciando sigilosamente la mayor hucha del país, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que ha usado como comprador de última instancia de los bonos del Gobierno, una operación que plantea dudas sobre el papel del fondo como garante de las futuras pensiones”.

Lo hizo para maquillar las cifras macroeconómicas, pero también, en las “sólidas” manos de la ministra Fátima Báñez, el fondo fue empleado para intentar cuadrar sus cuentas y pagar con él nóminas cuando ese Fondo era “de reserva”, de seguridad.

Los argumentos a favor y en contra de las pensiones se inscriben en dos modelos de sociedad opuestos. El ruido que produce la derecha busca tapar lo que es más justo y estipula nuestra Constitución. Se puede cambiar, claro, siempre será para cobrar menos, como ya ocurrió al retrasar la edad de jubilación: cobrar más tarde es cobrar menos. Al presidente Zapatero le presionaron mucho y cedió en eso y algunos otros asuntos. Fue en 2010, cuando la Troika y todo el clan obligaron a pagar a los ciudadanos de los países del sur de Europa, sobre todo, la crisis financiera del casino capitalista. Y el PP, en lugar de echarle una mano, usó más bien el pie para ponerle una zancadilla.  

El FMI lleva años presionando para bajar la cuantía de las pensiones, ya lanzó todo el argumentario en 2012. De alguna manera, Ayuso, la ultraliberal ultraderechista, ya fue pionera en el trato a unos improductivos ancianos que solo gastaban. Hasta oxígeno y atención médica querían, al asfixiarse por Covid en las residencias. Y ya saben lo bien que le va así con la justicia, con la prensa y con muchos ciudadanos que la adoran. Hoy es un día especialmente duro para recordarlo, dado que el portavoz de su gobierno ha alardeado en la Asamblea de Madrid de que son falsas las denuncias y por eso las tumba la justicia, cosas de la izquierda que utiliza el dolor de las familias, dice. Indigna oírle, sabe perfectamente cómo murieron. Es el ruido, detrás está la verdad de los hechos.

Pero hay mucho más que argumentar. Los jubilados de hoy son -somos- los que abrieron la brecha para lograr todos los derechos que hemos y habéis disfrutado hasta ahora. Sueldos precarios, falta de oportunidades para las mujeres, intereses bancarios desorbitados -pese a la leyenda facha que dice lo contrario-. Somos los que luchamos por todo eso, sin sentarnos a lloriquear porque no nos lo daban. Trabajando desde los 14 años, como es mi caso concreto, ni ahorrando mucho me hubiera podido comprar un hospital y los tratamientos que dispensan, ni un cuerpo de bomberos, ni unas calles asfaltadas para transitar, por ejemplo… El contrato era que pagábamos impuestos para tener todo eso y más, una pensión digna también. Aprendan los jóvenes airados que simpatizan con la ultraderecha y sus falaces mensajes que nada de eso les darán, que les quitarán lo poco que quede. Y que nadie hará por ellos lo que dejen de hacer por sí mismos… y por los demás. Por todos los demás lo hacemos los demócratas con conciencia social.