
El «apartheid de género» de los talibanes contado por cuatro mujeres afganas: «Hemos perdido nuestra identidad»
Sunita Nasir, Safia Jan Mohammad, Khadija Amin y Fariba Quraishi huyeron de Afganistán tras la llegada al poder de los talibanes. Ahora están en España como refugiadas
A las 9:00 de la mañana del 15 de agosto de 2021 Khadija Amin se encontraba, un día más, en los estudios del canal nacional de noticias afgano en Kabul presentando el informativo matinal. “Ese día justo comenté con algunas compañeras que llegaría el día en que no tendríamos que hacer el informativo con pañuelo. No sabíamos que tres horas después seríamos expulsadas de nuestro trabajo”. Ese mismo día los talibanes entraron en Kabul y se hicieron con el poder en Afganistán. “Estaba haciendo un reportaje en la calle y cuando quise volver a la redacción ya no me dejaron entrar”, rememora. Como ella, millones de mujeres afganas han visto desaparecer sus derechos en ese país. Cuatro de ellas han analizado en una jornada organizada por la Universidad Pública de Navarra la situación de las mujeres en Afganistán, que definen como un “apartheid de género”.
Khadija Amin no se resignó y luchó por sus derechos, al igual que había hecho años antes para poder estudiar Periodismo en la Universidad. Casada a través de un matrimonio forzado por su familia con un hombre que la maltrataba decidió divorciarse aunque ello supusiera perder la custodia de sus hijos. Entró a la Universidad y pocos años después ya trabajaba en la televisión nacional. “Siempre fui una mujer que luchó por sus derechos”, sostiene. Pero tras enfrentarse a los talibanes para recuperar su puesto de trabajo y ser entrevistada en varios medios de comunicación internacionales fue amenazada de muerte. “Decidí que tenía que irme del país”.
A través de contactos logró una plaza en un avión con destino a España. Llegó al aeropuerto de Torrejón de Ardoz (Madrid) a finales de agosto del 2021. Ahora trabaja para que la lucha por los derechos en Afganistán no caiga en el olvido, para lo que reclama una mayor atención mediática. “No podemos dejar que se normalice lo que hacen los talibanes, Afganistán antes no era así, ahora las mujeres no pueden vivir libremente”, lamenta.
Esa misma lucha la está librando también Safia Jan Mohammad, jueza en el Tribunal Supremo de Afganistán refugiada en Pamplona. Como magistrada lideró en 2016 la creación del tribunal de violencia contra la mujer de Kabul, un gran avance para un país en el que la violencia machista estaba normalizada. “Era común que la familia del agresor ofreciera a su hija, obviamente sin su consentimiento, a la familia de la víctima para evitar así una venganza”. La creación de ese juzgado, explica, llevó a las mujeres a tener más “valentía” y “confianza” en la ley. Así, muchas se animaban a denunciar la violencia que sufrían a pesar de que en muchas ocasiones ello supusiera enfrentarse a su propia familia. Para ello se habilitaron recursos de acogida para mujeres denunciantes. “Llegamos a trabajar en 15 casos diferentes por día”, recuerda.
Pero no todos estaban de acuerdo. “Muchos de los hombres que condenamos eran gente de poder en la sociedad y trataron de usarlo para no ser castigados. También había talibanes”. “Tenía que ir con seguridad al trabajo, empezó a haber atentados contra jueces y contra nuestra independencia”, señala.
Con la llegada al poder de los talibanes todo desapareció. “Abrieron las puertas de las cárceles donde estaban sus amigos y cerraron las de todos los progresos de las mujeres. Destruyeron las casas de protección para mujeres y ahora las hay incluso que aceptan ir a la cárcel porque se sienten más seguras allí que en sus propias casas”, lamenta.
En los cuatro años que los talibanes llevan en el poder los casos de violencia contra las mujeres se han disparado. También los suicidios de aquellas que no aguantan más. “Los talibanes han instaurado su ley, una interpretación errónea del islam”, lamenta Safia Jan Mohammad, que cuenta que ahora si una mujer quiere denunciar tiene que ir al juzgado acompañada de su marido. “¿Cómo van a denunciar a su marido si tienen que ir con él al juzgado? Un hombre puede pegar a su mujer en la calle sin que nadie le diga nada, si la denuncia por adulterio a ella la van a lapidar sin que pueda defenderse. Esta es la situación de las mujeres en Afganistán”.
Safia Jan Mohammad logró escapar a Turquía, donde vivió con su marido y sus hijos durante seis meses “de manera muy precaria”. Finalmente, en 2022 logró llegar a España y ahora está ya asentada en Pamplona, si bien lamenta las dificultades que como refugiada tiene para encontrar un trabajo. “Quiero trabajar, no quiero ser una carga para el Estado, pero por desgracia no podemos acceder a determinados trabajos por problemas con la convalidación de los títulos universitarios”, lamenta. También ha encontrado barreras para acceder a una vivienda. “Nos preguntan de dónde somos y cuando decimos que de Afganistán buscan en internet para ver dónde está y se encuentran noticias de los talibanes y creen que todos somos así”.
Pese a llevar ya tres años en España no olvida sus raíces ni tampoco a sus compañeros de trabajo. Cuenta que muchos han sido expulsados por los talibanes y que otros han logrado huir como refugiados. “Los talibanes que salieron de la cárcel tienen ganas de venganza contra los jueces que les condenaron”.
De 4 millones de niñas escolarizadas a tener prohibida la educación
También es magistrada Fariba Quraishi, quien durante años ejerció como jueza en tribunales de familia y de violencia contra la mujer. Recuerda el 15 de agosto de 2021 como el “día negro” en el que todos los avances logrados durante décadas se “vinieron abajo”.
“Yo he perdido mi identidad después de 18 años de estudios y años trabajando de jueza. Como mujer feminista me han expulsado del trabajo y me han obligado a refugiarme en otro país. No me atrevo a hablar con mi familia en Afganistán porque me da pena decirles que mi hija está yendo a una escuela en España mientras ellas están allí sin derechos. Sigo sufriendo porque veo a las mujeres en mi país y aunque yo viva aquí mi sufrimiento está en Afganistán”.
Según la presidenta de la Asociación de Mujeres Afganas en España (AME), Sunita Nasir, en 2021, antes de la llegada del régimen talibán había escolarizadas en Afganistán más de 4 millones de niñas. “Ahora la educación secundaria y la universitaria está prohibida para ellas”, apunta. También lo está acceder a un puesto de trabajo o incluso el moverse con libertad si no es bajo la tutela masculina. “El régimen busca silenciar a las mujeres por completo”.
Por ello, todas ellas reclaman que no se normalice el régimen de los talibanes y que se mantenga la atención mediática en Afganistán. “El mundo no puede quedarse callado”, concluyen.