Dónde se mete Mazón un domingo por la tarde

Dónde se mete Mazón un domingo por la tarde

El domingo, mientras a miles de valencianos se les atragantaba el café y llevaban los coches a zonas altas para no volver a perderlos, se volvió a perder la pista del president, en un punto indeterminado entre Murcia y Valencia

¿Adónde fue Mazón tras el Ventorro? El president afirma que al Palau, pero oculta la ruta de su coche oficial en la dana

El pasado domingo, los valencianos –especialmente los de la zona cero de la DANA– recibieron una noticia inquietante. Llegaba por SMS una alerta roja que, después de la tragedia de hace once meses, es más que un color. Es una punción en el estómago, son 700 ascensores aún sin arreglar, un coche que no se ha pagado, un vecino al que se tragó el agua mientras mirabas por el balcón, una ola de barro inesperada, una madre que murió sola en casa.

Esta vez la alarma de los móviles sonó con doce horas de antelación, en lugar de sonar dos horas después de que 229 personas hubieran ya muerto. Con los mismos avisos y señales meteorológicas que hubo en 2024, esta vez sí se mandó a bomberos a medir barrancos, mensajes de precaución y se cerraron los colegios. Esta vez el gobierno de Carlos Mazón tomó las riendas –esas que aún hoy defiende que no eran competencia suya– con las mismas alertas que hace un año –esas que aún dice que no fueron suficientes–.

Es evidente que este gobierno autonómico ha aprendido a gestionar una emergencia después de ser una administración inoperante y dada al flirteo con el negacionismo climático o ‘antiprogre’: necesitaron como simulacro la desgracia mortal y en directo del pasado 29 de octubre para aprender, una lección demasiado cara como para ser olvidada.

Sin embargo, Carlos Mazón, el hombre con más incidencia en la política valenciana, no ha aprendido todavía a ser un líder. El año pasado se rio horas antes de quienes habían suspendido clases, llegó el último al Cecopi, mintió sobre su comida con Maribel Vilaplana y abandonó a su pueblo sin pedir perdón. Después, ni humildad ni penitencia.

El domingo pasado, mientras a miles de personas se les atragantaba el café de la tarde, corrían a recoger a sus mayores, subían en alto fotos y documentos, mientras se llevaban los coches a zonas altas para intentar no volver a perderlo, se perdió la pista de su president. Desaparecido un domingo por la tarde entre Murcia y Valencia. De nuevo. Como un chico obstinado en tener un comportamiento inapropiado y caprichoso, quizás con el convencimiento de que quien tropieza dos veces en la misma piedra puede echarle la culpa a la piedra, evidenciando que él no tiene por qué desviar su camino.

Mazón no se cae, se tira. Mazón se empeña en aparentar ser el presidente innecesario. Dónde pasó la tarde del domingo es un misterio del que no se han dado detalles, más allá del ya conocido “estaba informado”. Otro misterio es quién organiza una agenda de tan bajo nivel al president, aficionado a tener convenientes actos cerca de su Alicante natal y familiar los viernes y los lunes, con reuniones reiterativas con lobbies y de poco calado ciudadano, innovador, joven o social.

La última vez que se vio a Mazón antes de que empezaran las lluvias del domingo fue en un acto de partido en Murcia, por la mañana, donde fue vitoreado por su partido, un partido que premia sin rubor la incompetencia de un superviviente inesperado mientras en privado cuenta cuentos a los periodistas sobre que en realidad quieren que se vaya. Curiosa manera de hacerlo notar. Allí, junto a los barones del PP, el president agradeció el afecto con sonrisa despreocupada y folclórica, besos al aire, el novio en la despedida. Pero no era una boda, sino la víspera de una emergencia.

Mazón no era estrictamente necesario para armar el plan frente a las lluvias. Había técnicos y especialistas, pero es incomprensible que volviera alejarse de los ciudadanos un día tan aciago o que no quisiera conocerlo en detalle hasta el lunes a las 10.30, cuando se celebró la reunión del Consell extraordinaria en la que todos los consellers se pusieron al día con el de Emergencias. Quizás tuvo una tarde “privada de trabajo”. O quiso evidenciar que él no lleva ese departamento. O se quedó en casa, en pisos altos, para compensar la bajeza de quien, pudiendo estar y sabiendo que otros están padeciendo, prefiere no tomarse la molestia.