El marido de Esperanza Aguirre justifica la venta del Goya para pagar deudas: «Y todavía debo un pico al banco»

El marido de Esperanza Aguirre justifica la venta del Goya para pagar deudas: «Y todavía debo un pico al banco»

El cuñado de la expresidenta madrileña denuncia que fue engañado en el juicio entre familiares del condado de Bornos por el cuadro que Fernando Ramírez de Haro vendió por 5,1 millones que queda visto para sentencia

Juicio por el Goya de Esperanza Aguirre: un cuadro, una deuda y una venta millonaria que los salvó de la ruina

La historia del Goya de Esperanza Aguirre ha quedado vista para sentencia en un juzgado de Madrid. La vista celebrada este martes se prolongó durante tres horas en las que parte de la familia política de la expresidenta madrileña asistió a un cruce de acusaciones entre hermanos por el cuadro inédito que su marido, Fernando Ramírez de Haro, vendió al constructor Juan Miguel Villar Mir por más de cinco millones de euros para hacer frente a “una deuda importante”. “Era un momento grave y difícil para mí y vendí el cuadro, que era mío, todavía debo un pico al banco”, ha explicado el actual conde de Bornos al juez mientras se defendía de la acusación de su hermano Íñigo: haber roto su compromiso de reponer ese dinero a sus hermanos por la venta urgente del cuadro familiar.

La sala de vistas de la calle Rosario Pino de Madrid acogió el encuentro de las dos facciones de la familia Ramírez de Haro, herederos y descendientes del difunto conde de Bornos. Algunos resoplaban cuando un testigo decía que el cuadro era de todos los hermanos y otros bufaban de vuelta, mientras otro aseguraba que era propiedad exclusiva de uno de ellos, el marido de Esperanza Aguirre, el actual conde que ahora esperará unas semanas hasta saber si la sentencia le da la razón o le obliga a pagar más de 700.000 euros a su hermano Íñigo.

Entre testigos y abogados dibujaron la trayectoria del retrato del marqués de Villanueva del Duero hasta su venta al presidente de OHL. Beatriz Martínez de Haro explicó que fue su hermano Javier quien acudió a James MacDonald, “el gran experto en Goya del mundo mundial”, el que podía convertir un cuadro apócrifo en un Goya. Se subió a una escalera, cogió una linterna, y cantó victoria observando los botones de la chaqueta del retrato: “Es un Goya precioso”.

Ese aval de la gran casa de subastas británica Sotheby’s tenía un objetivo: que Fernando Ramírez de Haro pudiera pagar las deudas millonarias que había adquirido gestionando las fincas de sus hermanos. “Tenía una deuda importante y la asumí yo con mis bienes. Yo asumí esa deuda tan importante, era un momento grave y difícil para mí y vendí el cuadro, que era mío. Todavía debo un pico al banco”, explicó durante la vista el esposo de Esperanza Aguirre, que cifró ese remanente en más de un millón y medio de euros.

Ningún familiar del condado de Bornos discutió que se trataba de un cuadro familiar que se puso al servicio de Fernando Ramírez de Haro para salvar esas deudas que también arrastraban a Esperanza Aguirre, casada con él en gananciales. La pelea jurídica, que primero naufragó por la vía penal y ahora ha culminado en este juicio civil, es si Fernando Ramírez de Haro tenía derecho a vender el cuadro y no repartir ese beneficio, en determinadas condiciones, entre sus cinco hermanos.

El abogado de Íñigo Ramírez de Haro, el hermano demandante, defendió que esa donación nunca existió, que la familia modificó irregularmente la lista de bienes donados y heredados y, finalmente, incumplió su promesa de 2014 de terminar devolviendo ese dinero. Sus hermanos Fernando y Beatriz opinaron en sentido contrario: “Es una donación, es indiscutible, lo sabe toda mi familia, lejana o cercana”. Según explicaron, una tradición de los condes de Bornos de traspasar bienes familiares al heredero del título.

La concreción de las respuestas sobre actas notariales, testamentos, donaciones y tradiciones hereditarias de la nobleza se iban diluyendo a medida que avanzaban los interrogatorios. “Yo en estos asuntos no estoy muy preparado, lo han llevado los abogados, está todo hecho correctamente, se han pagado todos los impuestos, de estos temas jurídicos se ocupan otras personas”, dijo el marido de Esperanza Aguirre. “No somos juristas, repetimos como papagayos lo que nos decían los profesionales”, añadió su hermana Beatriz.

Del audio a la escopeta de oro del tío Pepe

En su alegato final de conclusiones, el abogado de Íñigo Ramírez de Haro resumió años de pleitos para reclamar que su hermano Fernando le pague los más de 700.000 euros que le corresponderían por el cuadro. “No hay donación, lo que hubo fue una situación de crisis, la esposa de don Fernando explicó llorando que tenían una situación catastrófica y don íñigo está impregnado del código de honor de la familia e hizo lo que pudo por ayudar”. Fue engañado, denuncia, con la venta del cuadro y la no recuperación del dinero.

El engaño, según explica la demanda, es cuando en 2014 se firma un documento en el que el actual conde de Bornos y esposo de Esperanza Aguirre se compromete a reponer a sus hermanos parte del dinero procedente de la venta del cuadro. Un documento que para Íñigo Ramírez de Haro era un “contrato” en toda regla y que para sus hermanos Fernando y Beatriz era solo una “declaración de intenciones”.

“Estaba muy agobiado y con la mejor intención del mundo hice la declaración, si me iba bien y me recuperaba haría lo que pudiera”, explicó. “Renuncié a la herencia de mi madre”, añadió. El legado contempla un edificio en San Sebastián, una villa en Biarritz, dinero en uno de los bancos más importantes de Suiza y dos pisos en París, en uno de los cuales reside su hermano Íñigo. Pero en ningún caso se comprometió por escrito a devolver dinero: “No es un contrato, no lo llame contrato, es un propósito que tuve con la mejor voluntad y generosidad”.

Según su abogado, el cuadro era suyo y no hay dinero que devolver: “No había ninguna deuda que reconocer, los hermanos nunca han tenido ningún derecho sobre el cuadro”. El debate sobre qué bienes habían sido donados y qué bienes habían sido usados, supuestamente, para inflar la herencia y equilibrar la balanza, llegó hasta “la escopeta de oro del tío Pepe”, que el juez consideró demasiado antes de cortar las preguntas sobre el arma.

Parte de la comparecencia de Beatriz Ramírez de Haro ha girado en torno a un audio desvelado por elDiario.es. El que ella envió a sus sobrinos, hijos de Esperanza Aguirre, explicando que se habían inventado la donación del cuadro a su padre para que pudiera venderlo y salvarse de la quiebra. Este martes, ante el juez, la hermana del demandante y el demandado dio a entender que ese audio era un relato “muy vestido y decorado” para conseguir el apoyo de la familia de Esperanza Aguirre en un momento delicado. “Era un elemento de presión, no es cierto lo que digo en el audio”.

El juzgado de primera instancia 49 de Madrid tiene ahora la misión de bucear entre años de conflicto familiar por un cuadro que se vendió en un contexto ajeno al juicio. Más de cinco millones de euros que salvaron de la ruina al matrimonio de Esperanza Aguirre por un Goya que esquivó la protección institucional y que acabó en manos del máximo accionista de OHL mientras esa constructora encabezaba la mastodóntica operación Canalejas.