
La antigua cárcel de La Modelo se llena de ‘Chistes contra Franco’ en un espectáculo que ensalza el humor como resistencia
La propuesta, creada por el humorista Darío Adanti y el artista Eugenio Merino, rescata las bromas clandestinas de la dictadura cuando se cumplen 50 años de la muerte del Caudillo
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Un gobernador civil visita una Institución Libre de Enseñanza e interroga a un alumno de Formación del Espíritu Nacional: “¿Quién es tu padre?”, pregunta el Gobernador. “¡Franco!”, contesta el niño, solícito. “Y ¿Quién es tu madre?”, sigue. “¡La Falange!”. Una más: “Y ¿Qué quieres ser de mayor?”, inquiere. “¡Huérfano!”
Este chiste ha llenado de carcajadas la antigua cárcel de La Modelo, en Barcelona. Hoy convertida en un espacio de memoria, hace algo más de medio siglo, este era un lugar de torturas y ejecuciones por garrote vil, como la de Salvador Puig Antich. Pero este miércoles ha celebrado los casi cincuenta años de la muerte del dictador con el espectáculo ‘Chistes contra Franco’, que recupera los chascarrillos que se intercambiaban en la clandestinidad y que enfrentaban el miedo con humor.
El espectáculo corre a cargo del artista Eugenio Merino y el humorista y fundador de Mongolia, Darío Adanti, que van recitando algunos de los chascarrillos que aparecen en el libro Los chistes de Franco, editado por P. García en 1977. El volumen se describe como un recopilatorio de chistes “populares”. Pero ese término le chirriaba a Merino, que fue quien primero leyó sus páginas.
“No eran chistes populares, sino chistes antifranquistas que circulaban de manera clandestina. Ese desplazamiento semántico se convirtió en el eje central de todo el proyecto”, explica Merino a elDiario.es. Franco ha sido una figura muy presente en la carrera del artista, que llegó a encerrar al Caudillo en una máquina de refrescos o creo la ‘Copa del Generalísimo’, un torneo que usaba como pelota una cabeza del dictador.
Cuando Merino tuvo entre sus manos el documento, no dudó en proponerle a Adanti hacer algo con ellos. Investigaron y encontraron más reductos de humor durante esas décadas de represión. Al principio, hicieron una reedición impresa de esos chascarrillos, pero pronto se dieron cuenta de que los chistes están para ser contados. Así que idearon un espectáculo sobrio, que sólo cuenta con dos personas sobre el escenario, vestidas de negro y frente a un atril.
Sus palabras retrotraen a años llenos oscuros, pero que se sobrellevan con el humor como gesto de venganza. La propuesta se ha representado el día 20 de cada mes desde el 20 de noviembre de 2024 y acabará este año, coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del dictador. Son muchas las ciudades que la han acogido y se ha llegado a representar hasta frente la tumba del mismísimo Franco.
“Celebrar esta fecha con una acción humorística en su contra nos pareció una idea potente, especialmente considerando que el dictador carecía absolutamente de sentido del humor”, resalta Merino, recordando la larga lista de ilustradores y humoristas que fueron asesinados tras atreverse a ridiculizarle.
Reivindicar a los cómicos anónimos
El público de la sala de actos de La Modelo, justo al otro lado del muro que cerca el patio de la antigua cárcel, se ha llenado de gente de todas las edades. Pero a un simple vistazo, se diría que la gran mayoría de asistentes no llegaron a coexistir con Franco. Aunque crecieron en democracia y, para ellos, la dictadura es sólo un recuerdo de sus padres o abuelos, reírse del Caudillo les sigue pareciendo contestatario.
Un buen día, durante un Consejo de Ministros, Franco se da cuenta de que ha perdido su cartera y le pide a su ministro de Información que inicie una “rigurosa investigación a la mayor premura”. Al día siguiente, resulta que Franco encuentra su cartera bajo su mesa y le pide a su ministro que pare la investigación. “Como quiera, excelencia -le contesta- pero ya habían confesado todos”.
Este chiste despierta carcajadas y susurros divertidos. “Casi cien años después, seguimos compartiendo los mismos códigos culturales que permiten interpretar esos chistes. Nunca hubo un juicio a los responsables del golpe de Estado ni a los crímenes cometidos durante la dictadura. La falta de justicia y reparación contribuye a que el tema mantenga su vigencia”, analiza Merino que, junto a Adanti, ha elaborado con cariño el texto, teatralizado de la mano de decenas de historiadores.
El resultado es un compendio de chistes con su correspondiente contexto histórico, relatado por la actriz Ana Alonso, que va leyendo crónicas y fragmentos de libros que hablan, en primera persona, de la represión y la tortura. Adanti, por su parte, es el encargado de poner cuerpo, cara y voz a decenas de chistes anónimos cuyos autores tuvieron que mantenerse anónimos y quién sabe si alguno de los cuales llegó a ser castigado por ellos.
De hecho, la necesidad de hacer humor clandestino sobrevivió, con mucho, al Caudillo. Sorprende un dato que lanza Adanti: el primer chiste sobre Carrero Blanco al que se le conoce autoría no llegó hasta 1984. Fue obra de los humoristas Tip y Coll y consta de una sola frase, puesta en boca del presidente franquista:
De todos mis ascensos, el último fue el más rápido.
Pero también es justo recordar que el primer chiste sobre la muerte del dirigente no fue del todo anónimo, con todo lo que ello podía suponer en 1973. Fue obra del dueño del bar Mikeldi, en Bilbao, una tasca que quedaba frente de un cuartel de la Policía Armada, y que colgó en su puerta un cartel que rezaba lo siguiente:
Hoy solo servimos vino tinto, que el blanco está por las nubes.
“Buscamos provocar reflexiones sobre la oscuridad del fascismo en tiempos en los que se están blanqueando las dictaduras. Un simple chiste podía acarrearte un sin fin de desgracias. Ahora la ultraderecha acusa al progresismo de ser ‘cultura de la cancelación’ cuando la cancelación real fue la dictadura fascista que ellos pretenden blanquear”, reflexiona Adanti.
En opinión de los autores del espectáculo, que han reflexionado ampliamente sobre los límites del humor, se lamentan de que la comedia en España está despolitizada. “El humor contemporáneo ha evitado abordar abiertamente la dictadura y la Transición”, opina Merino. La causa la encuentra en el stand-up comedy de los 2000, que trataba temas cotidianos, pero dejaba de lado las cuestiones políticas.
Este espectáculo echa la vista atrás, en un ejercicio de memoria histórica y de justicia hacia los ejecutados, los torturados, los hambrientos, los acallados, los exiliados y los enterrados en cunetas. “Los chistes forman parte de la historia de los vencidos. Combinados con el relato histórico, hacemos una acción antifascista”, ha apuntado Merino en el coloquio posterior al recital de chistes y que ha contado con la presencia de los autores del espectáculo y el historiador Manel Risques.
El acto, que ha sido organizada por el Observatorio Europeo de Memorias de la Fundación Solidaridad de la UB y el comisionado España en Libertad con el apoyo del Ayuntamiento, es un llamado al humor y a la esperanza. A las risas como forma de resistencia. Sus autores zanjan con una cita de Bertolt Brecht: “A los dictadores no se les debe combatir, sino ridiculizar”.