
El primer ministro francés anuncia la composición de su Gobierno bajo la sombra de una moción de censura inmediata
Continuidad en los principales ministerios, que se reparten los macronistas y la derecha gaulista de Los Republicanos. Mientras, Sébastien Lecornu trata de conseguir un acuerdo de mínimos con el Partido Socialista para aprobar los presupuestos y escapar a una inminente moción de censura
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En su primer discurso oficial el nuevo primer ministro francés, Sébastien Lecornu, prometió “rupturas; no sólo en la forma sino también en el fondo”. En la formación de su gobierno, no obstante, Lecornu parece haber apostado por la continuidad. Los principales nombres del nuevo Ejecutivo francés, desvelados este domingo después de más de tres semanas de espera y de negociaciones de última hora entre los partidos de centro-derecha, así lo reflejan.
Repiten varios fieles macronistas, como Gérald Darmanin (Justicia), la ex primera ministra Élisabeth Borne (Educación) o Jean-Noël Barrot (Asuntos Exteriores), además del regreso de Bruno Lemaire (que será ministro de Defensa). Los conservadores del partido Los Republicanos retienen Cultura (Rachida Dati) y, sobre todo, Interior que continúa en manos del Bruno Retailleau, partidario de una línea represiva sobre la inmigración cercana a la que plantea la extrema derecha. Manuel Valls también continuará como ministro responsable de los departamentos de Ultramar.
Ahora que se conocen los principales rostros del Gobierno, se plantea la incógnita sobre la esperanza de vida del Ejecutivo. La posibilidad de un voto parlamentario que obligue a Lecornu a dimitir —como ocurrió con sus dos predecesores— es una amenaza permanente para el primer ministro macronista, que cuenta con un apoyo minoritario en la Asamblea (220 diputados de 577).
El nuevo jefe de Gobierno, nombrado por Emmanuel Macron el pasado 9 de septiembre, ha reconocido ante varios interlocutores ser “el primer ministro más débil de la Vª República [actual sistema francés]”, durante los encuentros que ha mantenido a lo largo de las últimas semanas con varias formaciones políticas y sindicatos.
Lecornu reivindica un cambio de método basado en el diálogo y en los compromisos en la Asamblea Nacional, ante la que el martes debe pronunciar el tradicional discurso de política general, en el que avanzará las grandes líneas de su mandato. En los días posteriores está previsto que se enfrente a una primera moción de censura, presentada por Francia Insumisa que, presumiblemente, contará con el apoyo de Ecologistas y del Partido Comunista.
Aunque Marine Le Pen había declarado no querer censurar “a priori” al nuevo jefe de Gobierno, las declaraciones de la líder de Agrupación Nacional (RN) en los últimos días muestran una cierta ambigüedad sobre el voto de los diputados de extrema derecha en esa primera moción de censura.
Negociación con el PS
De momento, Lecornu se está centrando en negociar con el Partido Socialista, la opción más plausible para buscar un acuerdo de mínimos, lograr evitar la censura, aprobar el presupuesto y mantenerse en el cargo. Porque si el nuevo gobierno sobrevive a esa primera censura, su gran reto será llevar a buen puerto la tramitación del presupuesto del próximo año, que debe aprobarse antes del 31 de diciembre.
El primer ministro hizo el viernes un anuncio importante en este sentido, comprometiéndose a renunciar al artículo 49.3 de la Constitución que permite la aprobación de un proyecto de ley sin votación parlamentaria. “En un Parlamento que funciona, que representa a los franceses, no se puede imponer la fuerza ni coaccionar a la oposición”, argumentó Lecornu, sin mencionar que los tres últimos presupuestos se aprobaron por esta vía.
El abandono del 49.3 responde a una reivindicación repetida en las últimas semanas por el Partido Socialista. Sin embargo, la distancia entre las exigencias del PS y las concesiones que los macronistas están dispuestos a hacer –en particular en materia fiscal– aún parecen demasiado importantes por el momento.
Reunidos en la ejecutiva nacional del partido, el viernes por la noche, los dirigentes del PS afirmaron esperar “un nuevo gesto del primer ministro antes del martes” en el discurso de política general “que demuestre que se está volcando hacia nosotros y no hacia Agrupación Nacional (el partido de Le Pen)”, declaró uno de los asistentes a la Agencia France-Presse. La salida del Gobierno del socialdemócrata.
Lecornu se ha mostrado dispuesto a suavizar las medidas de austeridad anunciadas por su predecesor, François Bayrou, rechazadas unánimemente por la oposición. Aunque sin renunciar a la reducción de la deuda y el déficit públicos; la incógnita radica en si Lecornu será capaz de encontrar un compromiso aceptable entre macronistas y socialistas. El sábado, el primer secretario del PS, Olivier Faure, aseguraba en una entrevista en Le Parisien que “nos dirigimos directamente hacia una censura si la situación no cambia”.
El reparto de los esfuerzos a realizar se halla en el centro del debate público. En particular en lo que respecta a la contribución de las personas con rentas superiores a los 100 millones de euros. El proyecto presupuestario de Bayrou fue uno de los detonantes de los movimientos sociales convocados desde principios de septiembre, con las protestas y bloqueos del 10 de septiembre y dos jornadas de huelga convocadas por los sindicatos (18 de septiembre y 2 de octubre). Las organizaciones de trabajadores han anunciado además nuevas convocatorias para los próximos meses.
En este contexto, Lecornu, a diferencia de sus predecesores y en contra de la política que Emmanuel Macron ha marcado desde 2017, ha convertido a las organizaciones sindicales en un interlocutor importante en sus consultas. En particular, al gran sindicato reformista francés, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el más abierto a compromisos.
Aunque los macronistas se niegan a anular la reforma de las pensiones aprobada en 2023, como reclaman sindicatos y la oposición progresista, estiman que hay un acuerdo posible en relación a las peticiones de los sindicatos sobre la mejora de condiciones laborales y a una evolución para mejorar las pensiones de las trabajadoras.
Presión de la derecha y del PS
En cualquier caso, la ecuación política que debe resolver el primer ministro es compleja, entre las exigencias del PS y la presión de su propia coalición, en particular de sus aliados conservadores de Los Republicanos. El anuncio del nuevo Gobierno se retrasó hasta el domingo, tras una reunión de los dirigentes de LR para decidir la participación de la derecha en el futuro Gobierno.
Tras las caídas de los gobiernos Barnier y Bayrou, el fracaso de un nuevo primer ministro (en el curso de un año) aumentaría la inestabilidad política y la presión sobre Emmanuel Macron, al que se señala como responsable por su decisión de convocar elecciones anticipadas en 2024. Si Lecornu cae, la mayoría de analistas considera que una convocatoria electoral es el escenario más probable, aunque sin ninguna garantía de que una nueva votación arroje un equilibrio parlamentario diferente al actual.
Mientras tanto, el calendario electoral sobrevuela los cálculos de todos. Además de la incertidumbre sobre la posibilidad de unas nuevas elecciones legislativas anticipadas, el año que viene se celebrarán comicios municipales en toda Francia. Todo ello con todos los partidos preparando sus estrategias con la presidencial de 2027 en el punto de mira.