
Illa y Rull, presidentes que dignifican la política
No encontrarán tuits provocadores de Illa como los del ministro Puente ni expresiones racistas como las de Míriam Nogueras en los discursos de Rull. Podría atribuirse al agua de Madrid, como ironiza a veces un compañero para explicar cómo allí la política hiperbólica hace imposible cualquier debate sereno
Illa promete convertir todo el suelo urbanizable de Catalunya en parcelas edificables para acabar con la crisis de la vivienda
Salvador Illa hace 30 años que milita en el PSC. Josep Rull empezó en Convergència y ha seguido en la formación en todas las metamorfosis posteriores. El primero fue uno de los políticos más contrarios al procés y se manifestó junto a dirigentes del PP y Ciudadanos en defensa de la unidad de España. Rull, independentista cuando en el partido fundado por Pujol eran una minoría, fue el único conseller, además de Junqueras, que acudió a su despacho de la Generalitat pese a haber sido cesado en aplicación del artículo 155. Después, optó por quedarse aquí y, como el resto de los que lo hicieron, acabó en la cárcel.
Illa y Rull tienen visiones antagónicas sobre cuál debería ser el futuro de Catalunya. Pero pese a las diferencias políticas evidentes, hay algo en lo que coinciden ambos: la voluntad de dignificar las instituciones. El presidente de la Generalitat es la máxima autoridad y el del Parlament, la segunda. Los dos, a diferencia de algunos de sus predecesores, han optado por mensajes conciliadores sin renunciar a su estrategia. También coinciden en plantar cara a la extrema derecha de Vox y Aliança Catalana.
No encontrarán tuits provocadores de Illa como los del ministro Puente ni expresiones racistas como las de Míriam Nogueras en los discursos de Rull. Podría atribuirse al agua de Madrid, como ironiza a veces un compañero para explicar cómo allí la política hiperbólica hace imposible cualquier debate sereno. No hay rivales, hay enemigos.
De ahí que por las formas (descontadas las bravatas de Vox y Aliança Catalana) y el contenido, el Debate de Política General que se celebra esta semana en el Parlament merece ser atendido. Illa subrayó que las instituciones “son de todos” y que deben estar abiertas a la fiscalización pero no al insulto. La confrontación, añadió, solo beneficia a quienes quieren debilitarlas.
Como hace un año, su compromiso más destacable ha sido en materia de vivienda, el primer problema y que afecta especialmente a los jóvenes pero no solo a ellos. Mientras Ayuso pone la alfombra a los fondos inmobiliarios para invertir en vivienda, sin límites de precios ni intervención en el mercado, Illa promete convertir todo el suelo urbano de Catalunya en parcelas urbanizables para acabar con esta crisis. El presidente catalán advierte de que no puede “hacer magia” y rechaza “dogmatismos”. Puede que electoralmente no sea la mejor baza, pero se agradece que haya políticos que traten como adultos a los ciudadanos.
En las encuestas aparece también como muy destacada la preocupación por la seguridad pese a que los delitos bajan. Hay partidos y medios que alimentan la percepción de inseguridad porque está comprobado que les funciona en votos y audiencia. Tan peligroso como efectivo. Illa promete firmeza policial y más prevención pero apela a “no callar” frente a los discursos que solo buscan dividir. No citó a Aliança Catalana y Vox pero se le entendió. Más de un alcalde de Junts también podría darse por aludido.
“Desmontaremos uno a uno los discursos de odio”, subrayó el president este martes en su intervención. Su estrategia para intentarlo es invertir de manera transversal en los barrios en los que la extrema derecha crece de una manera que ahora mismo parece imparable. “La inmigración nos hace un país mejor”, remachó.
Hace unos meses también Rull apeló a “rebelarse” contra los discursos de odio que criminalizan a los migrantes. El presidente del Parlament ha llamado al orden en más de una ocasión a la líder d’Aliança, Silvia Orriols, cuando en sus intervenciones en los plenos vincula inmigración y delincuencia.
Pensadores como Daniel Innerarity defienden que la polarización percibida o sentida es más fuerte que la real y que lo que hay es una politización en los márgenes que afecta a toda la dinámica del conflicto. Es posible. Pero si las encuestas no se equivocan, tanto la extrema derecha de Vox como la de Aliança cosecharán muy buenos réditos mientras PP y Junts se dedican a copiarles y a regalarles votos.