Qué plantar en tu huerta urbana en otoño: los cuidados necesarios para que la siembra funcione

Qué plantar en tu huerta urbana en otoño: los cuidados necesarios para que la siembra funcione

El cambio de estación es el momento de recoger los últimos frutos, arrancar raíces y preparar el suelo para la próxima siembra. Repasamos las mejores opciones para la cosecha de invierno

Cómo me ha cambiado la vida tener mi propia huerta urbana

Llega el otoño: la estación de las hojas secas y la luz dorada, de las castañas asadas y de salir al bosque a por setas, de la spooky season y las películas de miedo, del cambio de hora y las noches más largas, de rescatar las botas de agua y los jerséis de los armarios. Y si tienes huerta urbana, no es momento de desatenderla. Cuando los días se encogen y finaliza la copiosa cosecha de tomates, calabacines o pimientos, llega el momento de plantar las hortalizas de invierno, abonar el suelo, preparar semilleros, quitar malas hierbas y llevar a cabo otras tareas y cuidados para renovar la tierra. 

Durante los meses de frío debes tener en cuenta que las plagas se reducen, los vegetales requieren menos riego, el ritmo de crecimiento se ralentiza —por la menor disponibilidad de luz solar y la bajada de temperaturas— y es el momento perfecto para alimentar y regenerar el suelo agrícola. Al final del verano puedes aprovechar la temporada para sembrar crucíferas y otras verduras de hoja verde o dejarlo descansar y prepararlo para la próxima temporada. O una combinación: cultivar en una porción del terreno y dejar en barbecho el resto. No olvides prestar atención al clima, tener el lunario a mano y probar con ensayo y error. Escucha a los mayores, pregunta en el mercado y considera la latitud y las particularidades de la zona en la que vives. Lógicamente, no es lo mismo tener una huerta en Asturias que en Andalucía o Canarias.

Cuidados que requiere el huerto durante los meses de frío

Limpia y retira los cultivos de verano

Es el momento de recoger los últimos frutos, retirar las varillas y tutores de judías, tomates o pimientos, arrancar las raíces y, en definitiva, quitar los residuos de toda la plantación de verano, que no suele sobrevivir mucho más allá de mediados de octubre, especialmente si vives en el norte. Puedes enterrar directamente estos restos orgánicos o destinarlos a la preparación de compost.

Recuerda quitar las piedras y eliminar las malas hierbas de forma periódica. Si no lo haces, tu huerto se habrá convertido en una selva para la próxima primavera.

Ara la tierra para dejarla suelta

Las estaciones intermedias son perfectas para el arado de la tierra. De hecho, durante el otoño puedes enterrar los restos de los cultivos y preparar tu propio abono orgánico para darle materia y alimento al suelo, haciendo que sea más fértil de cara al próximo año. 

Es esencial que la tierra esté aireada: desde la web especializada Jardinea recomiendan removerla con una horquilla si se ha compactado durante el verano. De esta manera, las raíces podrán crecer y moverse con libertad, y el agua y los nutrientes serán capaces de llegar a las diferentes capas del suelo. 

Abona el suelo con fertilizantes orgánicos

Lo mejor para nutrir tu querida huerta son los abonos caseros y ecológicos. Si no tienes estiércol a mano, opta por humus de lombriz, compost casero y o restos de poda y suelos vegetales. Una técnica magnífica consiste en esparcir una gruesa capa de hojas secas sobre tu huerto antes de que empiece el invierno: su descomposición progresiva enriquecerá el suelo. Si puedes combinar el material marrón —rico en carbono— con material verde —rico en nitrógeno— facilitarás la fertilidad y la estructura de tu suelo, contribuyendo a retener la humedad.

El famoso canal de YouTube de La Huertina de Toni tiene un completo listado de fertilizantes que puedes preparar tú mismo: desde cáscara de huevo a purín de ortiga, mondadura de patata, té de plátano o consuelda rusa.

Acolchado de paja

Si pones una cobertura de paja en tu huerto durante el otoño, obtendrás diferentes beneficios: evitarás barrizales, retendrás la humedad en las plantas, controlarás el crecimiento descontrolado de las especies adventicias, mantendrás estable la temperatura del suelo y protegerás a las raíces de tus plantas de las heladas.

Aunque desde La Huertina de Toni destacan que el acolchado más eficiente es la paja, también tienes otras opciones como el heno, las propias hojas caídas —sumamente fáciles de conseguir en otoño—, el acolchado en vivo —más conocido como abono verde— o el cartón, con el que protegerás a las lombrices del frío

Qué puedes plantar en tu huerto en otoño


Las variedades tempranas de repollo pueden estar listas para su recolecta en 70 días.

Si decides sembrar cultivos propios de la época en tu huerto de otoño, las grandes reinas serán las crucíferas, junto con otras saludables verduras de hoja verde. Cabe destacar que existen algunas hortalizas que puedes plantar durante todo el año, como la lechuga, los puerros, la zanahoria (si tu zona es soleada), los rabanitos o algunas aromáticas como el perejil o el berro de jardín.

En el caso de las crucíferas, puedes hacer un semillero y sembrarlas a final de verano o comprar el plantón en un vivero de plantas para ponerlas directamente en el huerto. En el caso de repollos y lombardas, la siembra se lleva a cabo en semillero al aire libre desde mediados de agosto hasta septiembre, realizando el trasplante al lugar definitivo desde mitad de octubre hasta mediados de noviembre, según Planeta Huerto.

Repollo:

Prueba con variedades de repollo como corazón de buey, repollo blanco, repollo verde, lombarda o repollo de ciclo tardío (120 días de cultivo), con variedades como Quintal de Alsacia, entre otros. Las variedades tempranas pueden estar listas para su recolecta en 70 días, mientras que las tardías tardan hasta 130 días en ser cosechadas.

Coliflor:

Según Agromática, prefiere climas templados, exige bastante materia orgánica, humedad y buen drenaje, así como un suelo firme. Las tempranas se cosechan en noviembre y diciembre, mientras que las hay entre enero y febrero (Canberra, Primus) o entre finales de febrero y marzo (San José). Las que están listas en primavera, como la Gigante de Nápoles, aguantan bien el frío. En todos los casos, a partir de la siembra, se recolectan a los 150 días.

Coles De Bruselas:

Las más pequeñas de la familia Brassicaceae son un apetitoso manjar, y de las más resistentes a las heladas. Lo ideal es hacer el semillero en mayo y plantarlas a final de verano, aunque puedes hacer otra en junio. No necesitan mucho sol y toleran bien el frío: tardan cerca de 180 días en fructificar y madurar, y se recolectan desde diciembre hasta mediados de marzo.

Brócoli:

Puedes plantarlo a finales de verano o principios de otoño, o bien a finales de invierno y principios de primavera. Requiere bastante abono y humedad, por lo que el otoño, etapa lluviosa por excelencia, es un gran momento para que crezca.

Pak choi:

La verdura china de moda, también conocida como col china o asiática e ideal para preparar guarniciones como el kimchi coreano, puede plantarse durante todo el año, pero es ideal ponerla a finales de agosto para que crezca en otoño, ya que es muy resistente al frío y se trata de una hortaliza de ciclo corto.

Escarola:

Esta prima hermana de la lechuga cargada de antioxidantes vive su época más esplendorosa en invierno. Aguanta hasta seis grados bajo cero y podrás cosecharla hasta febrero.

Endivia:

Es una de las hortalizas estrella de los entrantes navideños y la puedes plantar en tu huerta urbana entre septiembre y noviembre. El característico amargor de estos cogollos la convierte en gran aliada de los quesos azules y de contrastes con frutas dulces o salmón ahumado.

Grelo y nabiza:

Esta verdura típica gallega —ingrediente imprescindible en caldos y también en empanadas y cocido— se planta entre agosto y septiembre y procede del nabo común. La nabiza son las primeras hojas de la planta, propias de comienzos del invierno, y el grelo, los brotes tiernos de esta misma hoja, que aparecen un poco más tarde, cuando el frío golpea el termómetro.

Esto no es todo: durante el otoño puedes plantar nabos, espinacas, borraja, caléndula, guisantes, ajetes, habas o cogollos de Tudela. Lo ideal es que te descargues un calendario de siembra adaptado a la comunidad autónoma o provincia en la que vivas. Yo ya he llenado un trocito de mi huerta urbana de crucíferas. Al resto del terreno le tocará descansar hasta la próxima primavera.