
El enemigo no es el sotobosque: culpar a los matorrales de los incendios es una cortina de humo
La generalización del mensaje «hay que limpiar los bosques» para atajar el fuego simplifica una cuestión compleja e ignora las funciones ecosistémicas cruciales de esta vegetación sin la que una masa de árboles no es realmente un bosque
Solo una mínima parte de los incendios intencionados acaba en los tribunales
A medida que las llamas quemaban hectáreas este verano, el mensaje se repetía: “Hay que limpiar el bosque”. ¿Limpiarlo de qué? ¿De basura? ¿De bolsas de plástico? ¿De latas? ¿De papeles? No. De una de sus partes esenciales: el sotobosque. De la “vegetación formada por matas y arbustos que crece bajo los árboles”.
Los matorrales ejercen una función ecológica muy importante. Va desde “la protección del suelo frente a la erosión, la regulación del ciclo hídrico o su aportación a la biodiversidad” al ser refugio y alimento. El investigador del CSIC, Fernando Valladares, lo llama “banco de semillas y plántulas que permite la regeneración del bosque”. De hecho, las especies del sotobosque suponen una porción significativa de los ecosistemas forestales. Son una parte integrante, no un añadido.
Pero, con las llamas ardiendo sin cesar por gran parte de la península, la idea principal que se ha difundido para explicarnos la ola de fuego podría ser la siguiente: “Un sotobosque denso supone una carga de combustible elevada que, en caso de incendio, pueden generar fuegos que se propaguen rápidamente con gran intensidad”, como contiene esta guía de gestión de matorrales del Ministerio de Transición Ecológica. Al ser un combustible, mejor retirarlo.
El sistema mediterráneo es tener bosques con matorral. Es la cosa más normal del mundo. Apostar por los desbroces va en contra el sistema natural porque, en definitiva, el sotobosque también tiene su importancia desde el punto de vista ecológico para la fauna, para la flora, para muchas cosas
“El discurso antisotobosque está clarísimo”, comenta el doctor en biología de la Universidad de Oviedo, Alfredo Fernández Ojanguren, “encaja en una cierta mentalidad que ya estaba ahí, que no es nueva, pero que gracias a una buena estrategia de comunicación del sector forestal –que no deja de ser un sector económico– ha aprovechado la marea para fomentarse mucho más”.
El sotobosque, pieza esencial de los ecosistemas forestales
Es la vegetación que crece bajo los árboles de un bosque
Captura y fijación de nitrógeno y CO2
Reserva de semillas
Tomillos
Protección del suelo frente a la erosión
Regulación del ciclo hídrico
Hábitat de múltiples especies de mamíferos, pájaros o insectos
Especies emblemáticas del sotobosque en España:
Lentisco, madroño, jaras, romeros, tomillos, brezos, enebro, retama, durillo, majuelo, endrino avellano, zarza, helechos
GRÁFICO: IGNACIO SÁNCHEZ. FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA
El sotobosque, pieza esencial de los
ecosistemas forestales
Es la vegetación que crece bajo los árboles de un bosque
Captura y fijación de nitrógeno y CO2
Reserva de semillas
Tomillos
Protección del suelo frente a la erosión
Regulación del ciclo hídrico
Hábitat de múltiples especies de mamíferos, pájaros o insectos
Especies emblemáticas del sotobosque en España: Lentisco, madroño, jaras, romeros, tomillos, brezos, enebro, retama, durillo, majuelo, endrino avellano, zarza, helechos
GRÁFICO: IGNACIO SÁNCHEZ. FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA
El Colegio Oficial de Ingenieros de Montes –que se ha felicitado de que “por primera vez los medios han dado voz casi en exclusiva a los especialistas”, es decir, ellos mismos– ha destacado entre las causas de los incendios del verano “el abandono del uso y gestión del monte”. Su decano, Eduardo Tolosana detallaba su receta: “Tú desbrozas una zona para que si se producen incendios, que sea más fácil la extinción o que sea más difícil que se convierta en un gran incendio forestal”.
El investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), Jordi Vayreda, explica que “en cuanto llegan los incendios se aprovecha para impulsar políticas en favor de la gestión forestal. Siempre salen los mismos mensajes: el de quitar la maleza, limpiar los bosques y que el matorral es el culpable. Que hace falta gestión, vamos, porque sin gestión no hay manera de parar los incendios y la realidad es mucho más complicada. ¡Ojalá la gestión fuera suficiente para detener estos incendios!”.
“Es imposible. No es abordable gestionar así 28 millones de hectáreas forestales”, señala a modo de respuesta el portavoz de la organización Ecologistas en Acción en el Consejo Nacional Forestal Miguel Ángel Hernández. Hernández critica que se apliquen “mensaje simplistas”. “El problema de base es que aplicamos una receta única como si todo el territorio fuera lo mismo: un monte que gestionar”, prosigue el ecologista, y verdaderos bosques nos quedan pocos, es un ecosistema en peligro de extinción y, al meterlo todo en el mismo el mismo saco, olvidamos que los bosques reales son los que más se autoprotegen ante el fuego“.
Vayreda, doctor en Ecología Terrestre, recuerda que está más que demostrado que “el sotobosque forma parte del sistema. El sistema mediterráneo es tener bosques con matorral. Es la cosa más normal del mundo”. Y luego analiza que por eso “apostar por los desbroces va en contra el sistema natural porque, en definitiva, el sotobosque también tiene su importancia desde el punto de vista ecológico para la fauna, para la flora, para muchas cosas”.
Una cabra pace el sotobosque en la sierra de Grazalema (Cádiz).
En este sentido, Fernández Ojanguren advierte de que “si lo eliminas, eliminas ese ecosistema y las especies que depende de él”. Y sirve para ilustrar esta realidad esta investigación llevada a cabo en encinares de Catalunya sobre los efectos del clareamiento de sotobosque sobre los pájaros.
Desbrozar “es una manera ampliamente extendida de gestión forestal en el Mediterráneo para reducir la densidad de vegetación con la intención de prevenir incendios o facilitar otras formas de explotación forestal”, explica el documento que concluye que, en las áreas donde se eliminaron los matorrales, resultó en la “casi completa desaparición de tres especies de currucas”. En los bosques con poda parcial del sotobosque “también hubo reducción marcada”. En los bosques en los que además se clareó el número de árboles “se añadieron efectos negativos adicionales sobre el reyezuelo, el petirrojo, el mirlo y la alondra”. Con los pájaros desaparecen funciones esenciales que desempeñan como polinizar, dispersar semillas y controlar plagas.
Discurso ‘mainstream’
Con todo, el acabar la gran oleada de incendios forestales, el 1 de septiembre, el Instituto de la Ingeniería insistía en que había que revertir “la disminución de los presupuestos destinados a la gestión forestal en las comunidades autónomas. Los bosques españoles producen tres veces más madera de la que realmente se aprovecha, lo que genera una acumulación de biomasa combustible y aumenta el riesgo de incendios”.
Hablar de incendios es muy complejo. Si solo miras al matorral como combustible estás muy sesgado. El 80% de los incendios son causados por un humano así que el primer paso de prevención no es eliminar vegetación para que no arda, sino impedir que un humano la prenda. Pero de eso no se habla porque es culpar a alguien
Así que la solución de “limpiar los bosques” ha sido acogida por los responsables de gestionar el medio. El Partido Popular –gobernante en comunidades autónomas muy golpeadas por las llamas como Castilla y León o Galicia– publicó un documento en el que abogaba por “programas de empleo para limpieza de montes” y “usar la ganadería extensiva para la limpieza de montes como complemento al apoyo de desbroce”.
El partido ultraderechista Vox también habló de que hace falta más “limpieza de montes, el desbroce o la recogida de leña”. La patronal agrícola Asaja hizo su aportación durante los incendios al criticar lo que llamó un “modelo de renaturalización que expulsa a quienes han vivido y trabajado en el campo y que convierte montes y pastizales en auténticas bombas de combustible por falta de limpieza y gestión. La ganadería extensiva es, y siempre ha sido, la herramienta más eficaz de prevención”.
El biólogo Fernández Ojanguren recuerda que hay que “diferenciar entre un cultivo y un bosque. Una simple masa de árboles es una explotación que claro que requiere gestión, pero una cosa es una huerta de árboles y otra un bosque. Un ecosistema son las especies y las relaciones entre ellas”.
Pero, una vez pasado lo peor hasta el momento, ¿qué concepto ha prendido? El CIS reflejó en una encuesta en septiembre que, por encima de cualquier otra cosa, la mayoría de la población considera la acción más prioritaria para “reducir” o “atajar” los incendios forestales: “mejorar la limpieza, poda y desbroce antes de los incendios”. Muy por delante, por ejemplo, de “aumentar la formación de la población”.
Al mismo tiempo, la encuesta mostraba que el motivo más relacionado con lo que llama el “aumento del número de incendios forestales” es “la falta de limpieza y mantenimiento de los bosques”. También muy destacado respecto a “accidentes o descuidos con colillas, maquinarias, barbacoas, etc” cuando son precisamente ese tipo de negligencias las que están detrás de la mayoría de los incendios en España. Sí aparece destacado el “abandono de prácticas tradicionales” (aunque esas prácticas pudieran estar vigentes en años récord de cientos de miles de hectáreas abrasadas en España como son 1978, 1985 y 1994). El cambio climático –elemento diferenciador de los últimos años– no aparece entre los tres primeros lugares.
Otras perspectivas son posibles
El ecólogo Vayreda y el biólogo Ojanguren aportan otra perspectiva. El primero explica que un bosque más maduro “con una buena cobertura vegetal que no deja pasar tanta luz hace que, de manera natural, el sotobosque permanezca más o menos controlado porque no puede crecer tanto. Y con especies menos inflamables”. Si, por el contrario, “abres mucho el bosque, entra mucha luz, el sotobosque se te dispara. Lo desbrozas y vuelve en unos años, así que tienes que volver a desbrozar”.
“Hablar de incendios es algo muy complejo y con muchos ángulos que requiere muchas voces”, sostiene Ojanguren. “Si solo miras al matorral como combustible estás muy sesgado”. El biólogo pide “dar un paso atrás y ver que el 80% de los incendios son causados por un humano así que el primer paso de prevención no es eliminar vegetación para que no arda, sino impedir que un humano la prenda”. Pero de eso no se habla porque “es culpar a alguien o culpar a un sector”. “Sí sabemos que un porcentaje altísimo de los incendios tiene un humano detrás, aunque no sea adrede, ¿no se puede evitar?”