
¿Es cierto que la alimentación puede mejorar la fertilidad?
Cuidar la dieta, priorizando alimentos frescos y nutritivos, evitar alcohol y tabaco y mantener un estilo de vida saludable son estrategias apoyadas por la evidencia científica. Pero hay que tener en cuenta que la fertilidad es un proceso complejo y multifactorial y que la alimentación, por sí sola, no garantiza el éxito
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¿Es cierto que la alimentación puede mejorar la fertilidad?
Durante años, el imaginario colectivo ha sostenido la idea de que no podemos hacer nada para mejorar la fertilidad. Y aún peor, que los problemas de fertilidad recaen únicamente en alteraciones de las mujeres, ya sea en la ovulación, en la calidad de los óvulos o en la implantación, dejando de lado la implicación del factor masculino. Aunque esta idea sigue muy arraigada, hoy sabemos que no es así: tanto mujeres como hombres pueden presentar problemas de fertilidad.
Existen múltiples factores internos y externos como el estrés, la calidad del sueño, la exposición a tóxicos o la alimentación que influyen en la capacidad reproductiva. El lado positivo es que, en parte, muchos de estos factores pueden mejorarse con cambios en el estilo de vida.
Para responder a la pregunta de si la alimentación puede realmente mejorar la fertilidad, más que hablar de una “dieta de la fertilidad”, deberíamos poner el foco en cómo la alimentación y el estilo de vida influyen en la calidad de los ovocitos y del esperma. Obviamente, no existe una “dieta milagro” para lograr el embarazo, pero sí podemos favorecer un entorno hormonal y metabólico adecuado para la reproducción mejorando el patrón alimentario y, por supuesto, el resto de pilares que conforman el estilo de vida (estrés, sueño, descanso, entorno, etc).
Un ejemplo de patrón de alimentación asociado a mejores resultados reproductivos es la dieta mediterránea. Rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y aceite de oliva, este tipo de dieta favorece la ovulación, la calidad de los gametos y la implantación embrionaria porque contribuye a mantener un entorno hormonal y metabólico saludable. Su elevado contenido en antioxidantes y ácidos grasos insaturados ayuda a reducir la inflamación y el estrés oxidativo, procesos que dañan las células reproductivas; además, aporta fibra y micronutrientes que mejoran la sensibilidad a la insulina, regulan la función ovárica y apoyan la calidad espermática.
Me gustaría que quedase claro que no son los alimentos de manera aislada los que impactan positivamente en la fertilidad, sino la matriz alimentaria, todos los alimentos de la dieta en su conjunto, los que son capaces de modular los procesos fisiológicos implicados en la reproducción.
Por el contrario, una dieta alta en azúcares, ultraprocesados y grasas de mala calidad sí puede incrementar la inflamación y el estrés oxidativo, dos procesos que afectan negativamente a la fertilidad. Una de las claves está en la calidad de los alimentos que ingerimos. Los alimentos, por sí solos, no “mejoran” la fertilidad, pero un patrón basado en verduras, frutas, proteínas vegetales, frutos secos y aceite de oliva influye directamente en procesos fisiológicos que regulan la función reproductiva. Un ejemplo es la resistencia a la insulina, un fenómeno que puede interferir con la ovulación, y está estrechamente relacionada con los hábitos alimentarios.
No podemos olvidarnos de los micronutrientes. Aunque se necesiten en pequeñas cantidades, son esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. Algunos importantes para la fertilidad son: los ácidos grasos omega-3 (presentes en el pescado azul), que modulan los niveles de inflamación; la vitamina D, que interviene en la función ovárica y en la receptividad del endometrio; y el folato, imprescindible antes del embarazo para prevenir alteraciones en el desarrollo embrionario.
En el caso de los hombres, no debemos olvidar que uno de los gametos procede de ellos. Dietas ricas en antioxidantes como vitamina C, vitamina E o zinc se asocian con una mejor movilidad y morfología espermática, además de proteger su ADN frente al daño oxidativo.
Podríamos decir que cuidar la dieta, priorizando alimentos frescos y nutritivos, evitar alcohol y tabaco y mantener un estilo de vida saludable son estrategias apoyadas por la evidencia científica que pueden impactar en la fertilidad. Además, debemos tener en cuenta que la fertilidad es un proceso complejo y multifactorial y que la alimentación, por sí sola, no va a garantizar resultados de éxito, aunque sí puede ser de gran ayuda.