
El fotógrafo Fernando O’Farrill, del lobo en Finlandia al lince en Ciudad Real: «Su reintroducción es un ejemplo mundial»
El mexicano ha viajado recientemente a Europa para retratar grandes depredadores. Cuenta con una amplia presencia en redes sociales y fue ganador del Concurso Mundial de Fotografía de Vida Salvaje en 2019: «Detrás de cada foto hay una historia increíble»
El 46% de los ejemplares de lince ibérico de España están en Castilla-La Mancha
El fotógrafo mexicano Fernando O’Farrill, conocido por su dedicación a la vida salvaje y su influyente presencia en redes sociales, ha viajado recientemente a España para hacer parada en Ciudad Real. Su misión: capturar con su lente al lince ibérico, en un viaje que forma parte de un ambicioso proyecto para fotografiar grandes depredadores en Europa. La misma expedición que le llevó a Finlandia en busca del oso pardo, el lobo gris y el águila real.
El país nórdico fue la opción elegida por O’Farrill para su proyecto debido a la mayor actividad de los osos pardos europeos a medida que se acerca el invierno, en comparación con países más al sur como Eslovenia o Rumanía. Aunque ya había intentado organizar un viaje desde 2018, esta fue su primera vez. La ventaja de Finlandia, explica, es la posibilidad de encontrar no solo osos, sino también lobos grises y águilas reales, especies que encajan perfectamente con su proyecto sobre grandes depredadores.
De hecho, su objetivo prioritario en Finlandia era el lobo, una especie que le ha fascinado durante años y que había intentado fotografiar sin éxito en Alaska y el Himalaya, donde solo logró avistamientos muy lejanos del lobo tibetano. Fernando describe el lobo como un animal “sumamente complicado de ver”, pero considera Finlandia como uno de los mejores países para su avistamiento, lo que aumenta las probabilidades.
Lobo gris fotografiado en Finlandia en septiembre de 2025
La reintroducción del lince, “un modelo de éxito”
Desde Helsinki, viajó a España con un propósito especial: fotografiar el lince ibérico, uno los animales que mayor curiosidad le despierta y que ya retrató hace unos años en Jaén, en una expedición que no le dejó completamente satisfecho. Su interés, agrega, radica también en la posibilidad de que el exitoso programa de reintroducción lince ibérico se pueda replicar con el lobo mexicano en su país natal.
El esfuerzo de conservación del lince ibérico, destaca el fotógrafo, ha sido monumental, con una inversión significativa de la Unión Europea para combatir la caza furtiva, crear pasos de fauna en carreteras y evitar el aislamiento genético de las poblaciones. Este programa ha resultado en un crecimiento asombroso de la población, pasando de tan solo 94 ejemplares en 2002 a más de 2.400 en la actualidad en la Península Ibérica, duplicándose en los últimos cinco años. Lo califica como “el caso de éxito más grande de crecer la población de un animal”, un “éxito rotundo”.
Para su reciente misión en Ciudad Real, O’Farrill ha seleccionado una finca específica –Peñalajo, entre las localidades de Santa Cruz de Mudela y Almuradiel–, conocida por ser el lugar donde muchos fotógrafos han logrado las mejores imágenes del lince. Reconoce que, a pesar de la preparación, la fotografía de vida salvaje es “un juego de probabilidades”, donde incluso la elección del escondite puede determinar el éxito.
Terminar con fortuna su misión no ha resultado sencillo. La labor del fotógrafo de vida salvaje exige una paciencia extrema y una fuerza mental y física considerable. O’Farrill describe sesiones de 8 a 10 horas en escondites donde el silencio absoluto y los movimientos sutiles son cruciales para no ahuyentar a los animales. En Ciudad Real, tras largas sesiones de espera, consiguió finalmente su objetivo al poder fotografiar a varios linces ibéricos, entre ellos dos cachorros de unos cuatro meses de edad.
Cachorro de lince ibérico fotografiado en Ciudad Real en septiembre de 2025
El equipo que lleva consigo es pesado, alrededor de 20 kilos. Fernando se considera un perfeccionista y se asegura de que su equipo esté impecable y listo para capturar el momento exacto, ya que un error podría significar perder la oportunidad para la que tanto tiempo dedica. La frustración es una compañera constante cuando los objetivos no se cumplen, y muchas veces, desearía poder extender sus viajes indefinidamente para asegurar la toma.
Un aspecto que destaca es la importancia del turismo fotográfico. El dinero que los fotógrafos pagan por avistar el lince contribuye directamente a la protección de las fincas, el monitoreo de la fauna y la contratación de personal para combatir la caza furtiva. Además, las fotografías compartidas en redes sociales aumentan el interés y la conciencia global sobre la conservación del lince ibérico, creando un “círculo beneficioso”.
Fernando O’Farrill, que disfrutó en 2015 de una beca Erasmus en Cuenca, vive actualmente en San Luis Potosí, México, y decide sus viajes y objetivos en función de la temporada adecuada para cada animal, a menudo con el apoyo de marcas como Canon y Fotomecánica. Sin embargo, su motivación principal va más allá de las colaboraciones o la venta de impresiones fotográficas. Su objetivo es compartir sus experiencias para que la gente conozca, ame y, finalmente, proteja la naturaleza.
El fotógrafo Fernando O’Farrill
Amor por los felinos
Desde niño, O’Farrill ha sentido una profunda fascinación por los animales, especialmente los tiburones, el mar y los documentales de naturaleza. Su amor por la fotografía comenzó a los 13 años, aunque recuerda haber querido tomar fotos de animales en el zoológico desde los 5 o 6 años. A los 15, trabajó para comprar su primera cámara profesional y desde entonces ha convertido un hobby en su pasión y profesión.
Los felinos, en particular, son una obsesión para él, destacando al jaguar (el felino más grande de México), el puma y el leopardo de las nieves. Admira su “personalidad, su sigilo, su instinto de perseguir”. Entre sus objetivos está fotografiar las cuatro especies de linces del mundo: el canadiense, el euroasiático (o boreal), el lince rojo (de México) y el lince ibérico. Ya ha fotografiado dos y tiene en mente el lince canadiense.
En 2019, la carrera de O’Farrill, que ha trabajado en proyectos internacionales y en series documentales para National Geographic, recibió un impulso significativo al ganar el primer lugar en un concurso mundial de fotografía con su imagen ‘Hope‘, de un oso polar nadando en el Ártico. Este reconocimiento le dio una visibilidad masiva en redes sociales, publicaciones en medios, crecimiento de seguidores y el interés de marcas.
La lucha contra la IA
En la era digital, O’Farrill también se enfrenta a un nuevo desafío: la inteligencia artificial (IA). Argumenta que las imágenes generadas por IA crean expectativas poco realistas en la audiencia, que luego pueden infravalorar el trabajo real de los fotógrafos. Incluso ha sido criticado por algunos seguidores que, al ver sus impresionantes fotos, asumen erróneamente que son producto de la IA, lo cual, irónicamente, es “un halago más bien”.
Oso pardo fotografiado en Finlandia en septiembre de 2025
Para combatir esta percepción, el lema de su marca es: “Detrás de cada foto hay una increíble historia”. Fernando no solo comparte la imagen final, sino también el proceso, las horas de espera, las desesperaciones, los enojos y los peligros que enfrenta para conseguirla. Su objetivo es que la gente “tenga un criterio mayor” y entienda que la IA no puede replicar la experiencia de estar en la naturaleza, ni generar documentales de vida salvaje auténticos, como la que va a mostrar también de Egipto, donde viajará en las próximas semanas para capturar las maravillas del mar Rojo y su biodiversidad.