
Feijóo decide tirarse en plancha al lodazal en el que se ha convertido el debate migratorio en Catalunya
El líder del PP elige para presentar su plan sobre la inmigración un ‘coworking’ municipal situado en una de las zonas más exclusivas y con menos extracomunitarios de Barcelona
Feijóo presenta su plan de inmigración: “No se pueden convertir barrios enteros en lugares irreconocibles”
Alberto Núñez Feijóo ha presentado este martes su plan nacional sobre inmigración en Barcelona, en un acto con la plana mayor del PP, cónsules, cargos municipales, asociaciones de inmigrantes y, en general, su gente en Catalunya. Lo ha hecho en Palo Alto, un entorno fabril convertido en ‘coworking’ y emblema de la Barcelona pija donde los inmigrantes ‘expats’ crean y los extracomunitarios limpian.
Palo Alto es un sitio extraño para presentar un plan así. O, según se mire, muy adecuado, porque está en una zona con una de una de las brechas sociales más grandes de Barcelona, la que separa Diagonal Mar del barrio de la Mina. En el primero, la renta media se sitúa entre el 5% más alta de España, mientras que el porcentaje de inmigrantes de fuera de la UE es uno de los más bajos de toda Barcelona. La Mina, en cambio, es el barrio más deprimido de la ciudad, con una renta que no llega a los 20.000 euros por hogar. Y allí la mitad de los residentes carecen de pasaporte europeo.
El equipo de Feijóo eligió, quizás sin saberlo, un mal sitio para proclamar que “no se pueden convertir barrios enteros en lugares irreconocibles”. Los políticos tienen que tener cuidado con los mensajes subliminales, porque el líder del PP no se refería a que, de un día para otro, los cafés de especialidad y los restaurantes de brunch colonicen barrios tradicionales, como hubiera entendido cualquier vecino del Poble Nou, sino a tener vecinos de un tono de piel más oscuro que antes.
Hay pocos debates que estén más emponzoñados que el de la inmigración en Catalunya. En los últimos años, en la comunidad que es la tercera con más residentes extranjeros (18%) tras Baleares y Comunitat Valenciana han confluido todos los factores necesarios para que la extrema derecha haya tocado techo, representada por dos partidos, Vox y Aliança Catalana, este último casi monográfico sobre la inmigración de credo islámico.
La carrera entre las dos formaciones ultras por demostrar un tono más duro contra la inmigración, sumado a un auge electoral que en Catalunya la extrema derecha no había tenido jamás, ha acabado arrastrado a otros dos partidos que solían situarse en el espectro de la derecha moderada, como son el PP catalán y Junts.
No puede decirse que sus líderes, Alejandro Fernández y Carles Puigdemont, hayan caído abiertamente en la xenofobia. Pero sí que la apuesta de los dos por “hablar de la inmigración” ha contribuido a aumentar la sensación de que el principal problema de los catalanes, de su economía y de su bienestar, es la inmigración. Una percepción que, en vez de combatir, acaba legitimando a Aliança y a Vox como respuesta más desacomplejada al que los otros señalan como el gran reto.
En el debate catalán se cruzan además cuestiones muy diversas como son las políticas de seguridad, las competencias de la Generalitat, la defensa del catalán y de la identidad nacional, española o catalana, el modelo económico o el hecho de que Barcelona se haya convertido en una “ciudad global”. Hasta el problema de la vivienda tiene que ver en algún grado con la gente que viene de fuera, aunque en este caso el origen se centre más en los llamados ‘expats’ que en los migrantes que vienen de lugares más pobres.
Alberto Núñez Feijóo ha visto este lodazal y ha decidido que Barcelona, y en concreto Palo Alto, era el lugar idóneo donde presentar su gran plan sobre la inmigración. Un decálogo de propuestas con pocas novedades, pero con el que el PP quiere colocar la extranjería en el centro de su estrategia política para poder competir con un Vox que ya le pisa los talones en las encuestas.
La número tres del partido, Alma Ezcurra, reconocía en su intervención previa al líder que había quien les había transmitido su temor por el documento. “Nos han dicho de todo, que cómo nos metemos en este lío, que este no es nuestro terreno de juego, que es divisivo…”, resumía Ezcurra, quien seguidamente se lanzaba con un: “¡Pues por eso mismo! Precisamente porque este es un debate que preocupa legítimamente a la gente, el principal partido de España tiende que dar una respuesta”.
El PP nacional ha decidido dar una respuesta en forma de propuestas políticas para cuando llegue a Moncloa. Pero, como son bien conscientes en el partido, la música que escuchará quien no lea el documento de 11 páginas enviado es que Feijóo endurece el discurso contra la inmigración. Un movimiento táctico que parece inevitable para todos los partidos de centro-derecha en Europa que se topan con una competencia por su extremo, pero que, hasta ahora, a prácticamente ninguno le ha funcionado para no perder votos.
En Génova harían bien de repasar país por país y ver cómo cayeron algunos de sus socios, como los Republicanos en Francia, el berlusconismo en Italia o los Tories británicos. Pero no hace falta irse tan lejos; Feijóo podía haber aprovechado su visita a Barcelona y preguntar a Junts que tal les ha ido el último año, marcado por su apuesta para conseguir las competencias en inmigración para Catalunya. Aliança entró en el Parlament con dos diputados en agosto de 2023 y las últimas encuestas ya le colocan en una veintena. En cambio, las últimas encuestas pronostican que los de Puigdemont podrían perder hasta 14 escaños.
El PP cree que esto no le pasará con Vox. Hasta el momento ha sido verdad. Pero, de nuevo, Fejóo podía haber echado mano de Alejandro Fernández, con el que ha compartido escenario, para que le explicase qué siente un dirigente del PP catalán cuando Vox queda por delante en escaños, una situación que vivió en 2021, pero a la que consiguió dar la vuelta en 2024.
Fernández, quien había sido uno de los dirigentes más díscolos con Feijóo, ha conseguido finalmente hacerse un sitio en la foto de familia del PP nacional. Con todo, a nadie se le escapa que en Génova gustan más otros estilos, como Daniel Sirera, concejal en Barcelona y que estaba sentado en primera fila.
O incluso Xavier García Albiol, uno de los hombres que puso rostro al discurso más radical del PP contra la inmigración en el año 2011 pero que, cuatro legislaturas después, es capaz de cultivar un estilo heterodoxo y “de sentido común” en la mayoría de temas, incluidos algunos guiños al catalanismo.
El plan de Feijóo, confesado por él mismo, no se diferencia demasiado al del alcalde de Badalona. Quiere desmarcarse tanto de Vox, a quienes considera xenófobos y radicales, pero también del PSOE, a quien considera en el extremo contrario. Una complicada búsqueda de la equidistancia, al menos retórica, que queda diluida semana tras semana en las votaciones del Congreso y elección tras elección en los pactos para gobernar.
El PP había invitado a varias organizaciones de la comunidad latina al acto en el que Alberto Núñez Feijóo ha presentado su plan nacional sobre la inmigración. A la salida de la conferencia, integrantes de la Federación de Médicos Latinos, Més que cures, Asociación Huitaca o Fedelatina comentaban lo expuesto por el aspirante a la presidencia en términos positivos.
No estaban exultantes, pero sí contentas en líneas generales, porque se hablara de inmigración y porque consideraban que las propuestas del PP podrían acabar con la mala imagen que, a su parecer proyectan algunos inmigrantes indocumentados sobre todo el colectivo.
En estas valoraciones estaban cuando una de ellas ha afirmado que le gustaba el plan de Feijóo porque “ahora a los latinos nos tienen un poco marginados porque les interesan más las que van con el velito”. Los políticos tienen que tener cuidado con los mensajes subliminales, porque algunos de ellos se entienden perfectamente.