
La OMS apresura a los países europeos a actuar ya contra el alcohol subiendo el precio y la edad de consumo
El último manual de prevención elaborado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) tira de las orejas a los estados por no aplicar «lo suficiente» las políticas de salud pública que se han demostrado eficaces para reducir el consumo en la población
La nueva ley para alejar a los menores del alcohol prohíbe el consumo en eventos infantiles y residencias de estudiantes
La mayoría de países del mundo firmaron hace dos décadas un convenio internacional, promovido por la Organización Mundial de la Salud, que les obligaba a atajar con políticas públicas el consumo de tabaco. Para el alcohol, otra sustancia perjudicial y vinculada con varios tipos de cáncer incluso en ingestas mínimas, sin embargo, no existe una herramienta internacional similar.
Algunos estados con graves problemas, como Reino Unido o Irlanda, han puesto en marcha acciones más serias, pero el grueso de los europeos continúan sin poner en marcha medidas dirigidas a toda la población para desnormalizar el alcohol, según un amplísimo manual de prevención publicado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), dependiente de la OMS. “A pesar de la creciente evidencia que respalda las políticas más eficaces, estas no se utilizan lo suficiente”, apunta el trabajo firmado por un grupo de expertos internacionales que es un tirón de orejas para los gobiernos.
Tras analizar los estudios disponibles, los expertos recomiendan cinco intervenciones para reducir el consumo: aumentar los impuestos, fijar precios mínimos (es decir, prohibir las promociones como el happy hour), restringir la disponibilidad (menos lugares y en horarios limitados), elevar la edad mínima para comprar alcohol o para tomarlo, establecer monopolios gubernamentales que controlan la venta o incluso prohibir la comercialización. “Las políticas estrictas sobre el alcohol se encuentran entre las inversiones más inteligentes que se pueden hacer: salvan vidas, ahorran dinero, surten efecto rápidamente y ahora están respaldadas por una de las revisiones científicas más rigurosas del mundo”, subrayan.
“Que este informe ponga de relieve no pensar solo en tratamientos, sino que añada las políticas públicas dirigidas en toda la población es una avance muy importante porque desindividualiza el problema del alcohol y lo convierte en un asunto de Estado. El ”bebo porque quiero“ no es verdad, sino que hay un contexto que incita y poner el énfasis en eso está muy bien”, razona Albert Espelt, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del grupo de trabajo sobre alcohol de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
La Unión Europea (UE) es la subregión con mayor consumo de alcohol del mundo, y donde el cáncer es ahora también la principal causa de muerte. En 2020, el alcohol provocó 111.300 nuevos casos de cáncer en el continente, incluidos los cánceres colorrectal (36 900), de mama (24 200) y de cavidad oral (12 400), recuerda la OMS. “El coste de las muertes prematuras solo por cánceres relacionados con el alcohol alcanzó los 4580 millones de euros en toda la UE, solo una parte del coste total del alcohol: las hospitalizaciones, las lesiones, la violencia y la pérdida de productividad cuestan a las sociedades decenas de miles de millones más”, añade el organismo.
No podemos permitirnos la ilusión de que consumo de alcohol es inofensivo. La escala de vidas que se podrían salvar es asombrosa: decenas de miles
La directora de Prevención y Promoción de la Salud de la OMS Europa, la doctora Gundo Weiler, asegura que “los países de la UE están pagando un precio demasiado alto por el alcohol en forma de cánceres evitables y familias destrozadas, además de costar miles de millones a los contribuyentes”. “No podemos –dice– permitirnos la ilusión de que consumo de alcohol es inofensivo. La escala de vidas que se podrían salvar es asombrosa: decenas de miles”.
En España no existe ninguna ley específica sobre el alcohol aunque recientemente el Gobierno envió a tramitación parlamentaria una norma para atajar el consumo en menores de edad y hay algunas restricciones a la publicidad de bebidas de alta graduación. Intentar políticas de salud pública con esta sustancia, coinciden varios expertos consultados, encuentra muchas resistencias porque “España es un país productor”, sostiene Iñaki Galán, epidemiólogo e investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III, y porque su consumo está muy vinculado con lo social.
“España está a un nivel muy bajo en políticas relacionadas con el alcohol, como casi todos los países del sur donde está normalizado y los gobiernos son bastante reacios a políticas integrales y duras”, prosigue Galán, que defiende la suma de varias medidas para potenciar la reducción del consumo. Subir los precios está entre las más eficaces. A mayor coste, menor consumo. La clave está en la accesibilidad.
Hace dos años, la Eurocámara indultó el vino, la cerveza y el cava en un informe sobre la prevención del cáncer al aprobar una serie de enmiendas que vienen a suavizar el vínculo del consumo de alcohol con el desarrollo de tumores. Frases como estas desaparecieron debido, sobre todo, al empuje de los países productores de vino como España y Francia: “La OMS reconoce que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol en lo que respecta a la prevención del cáncer e insiste en la necesidad de tener esto en cuenta al diseñar y aplicar las políticas de prevención”. El consumo moderado o seguro no existe, pese a ser un reclamo de la industria. De hecho, la primera ley para proteger a los menores del alcohol prohibía el uso de estos mensajes y terminó cayéndose del texto final.
España está a un nivel muy bajo en políticas relacionadas con el alcohol, como casi todos los países del sur donde está normalizado y los gobiernos son bastante reacios a políticas integrales y duras
Para Espelt, las políticas españolas apelan a la responsabilidad individual –“si bebes no conduzcas”— “cuando lo que está demostrado que baja el consumo es reducir la disponibilidad”. “Por ejemplo si hay un horario rígido y, en medio de la fiesta te apetece beber más cervezas, no puedes comprarlas. No te las bebes porque no lo planificaste”, explica. Lo mismo pasa con el precio: “Sería impopular pero la realidad es que beberíamos menos”.
El consumo mediterráneo está más relacionado con los alimentos, en todo caso, algo que “protege un poco ante el incremento de alcohol en sangre, pero eso no quiere decir que lo podamos hacer mucho mejor en cuanto al impacto en la salud pública”, zanja Galán, que recuerda que la ingesta diaria se ha ido reduciendo en el tiempo. Ya no se bebe tanto diariamente con las comidas, aunque sí a atracones. Este cambio de tendencia en el patrón está provocando un aumento de los diagnósticos de enfermedades del hígado, que cada vez afectan a pacientes más jóvenes. También está complicando las intervenciones, según la OMS, la “publicidad digital” de estas bebidas que se cuela en los móviles y ordenadores de los niños, niñas y adolescentes.
“Algunos consideran el alcohol como un patrimonio cultural, pero la enfermedad, la muerte y la discapacidad no deben normalizarse como parte de la cultura europea, con este volumen disponemos de la evidencia más clara sobre cómo cambiar el rumbo”, concluye Weiler.