
De la inquietud a la democracia: España y Portugal celebran los 50 años de transición a través del arte
Una exposición con más de 80 piezas de 50 artistas entrecruza en La Casa Encendida obras portuguesas y españolas para celebrar el medio siglo desde el inicio de la transición a la democracia en ambos países
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Cuando José Mário Branco compuso en 1982 su canción ‘Inquietação’ no sabía que décadas después daría nombre a una exposición que conmemora los 50 años de transición en Portugal y España. En un diálogo entre el pasado y el presente, la muestra que se ha presentado este miércoles en La Casa Encendida de Madrid es un recorrido en paralelo entre los dos países que escarba en la memoria que va desde el autoritarismo hasta la transición a la democracia.
Formada por más de 80 obras de más de 50 artistas, el nombre de la exhibición, ‘Inquietud. Libertad y democracia’, ya es toda una declaración de intenciones. Entre esta polifonía de voces sobresalen nombres como Joan Miró, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Cristina García Rodero y Cristina Iglesias, por parte de España, y también Diego de Velázquez y varios autores anónimos flamencos del siglo XVI. Dentro de las firmas del país vecino sobresalen Paula Rego, António Areal, Filipa César, Joaquim Rodrigo y Priscila Fernandes.
Sandra Vieira, comisaria de la exposición y directora de la colección portuguesa de arte contemporáneo del Estado, ha señalado que el objetivo es cruzar la mencionada colección, pública, con las obras que atesora la Fundación Montemadrid, privadas: “Queremos dar a conocer todas las aristas que rodearon los procesos históricos y sociales, y su relación con Europa, que nos han traído hasta este presente”.
Paulo Mendes, también comisario de la exhibición, ha asegurado a elDiario.es que, además, los artistas internacionales que exponen “muestran las contradicciones y establecen paralelismos con los comportamientos dictatoriales en los países del Este durante los regímenes autoritarios que imperaron hasta la caída del Muro de Berlín en 1989”, tal y como queda patente en una de las salas.
Una inmersión en la inquietud
Lo primero que encontrará el visitante es un pequeño pasillo forrado con carteles políticos de la época. Muchos de ellos realizados por artistas plásticos, tanto de la Revolución portuguesa de los Claveles de 1974 como de la transición que se abrió en España a partir de 1975, se encuentran protagonizados por un original de ‘El abrazo’, de Juan Genovés. La siguiente parada es un pequeño túnel de oscuridad, en el que los comisarios se han decantado por obras de Santiago Sierra y Enrique Galindo que conversan con una instalación de Jimmie Durham y la reproducción de un discurso de Salazar en Braga del 28 de mayo de 1936.
Un original de ‘El abrazo’, de Juan Genovés, en la exposición
Más allá del pasado, la mirada presente también ocupa un papel central: “Este proyecto expositivo convoca la memoria histórica colectiva española, portuguesa y europea, en un momento presente en el que la verdad histórica de los hechos y los principios básicos de la libertad son cuestionados y desvirtuados por discursos populistas, nuevas narrativas nacionalistas, que proliferan en el continente europeo y en el mundo, triunfando con su demagogia”, se explaya el comisario de esta exposición que ha contado con la colaboración de España en Libertad. 50 años.
Un cruce de voces: del pasado al presente
Obras de diferentes formatos, ya sea audiovisual, documental, fotográfico, archivístico, carteles y nuevas creaciones, pueblan La Casa Encendida para evocar una pretendida pluralidad por parte de los comisarios. “La idea es cruzar todas estas voces para que hablen entre ellas”, reitera Vieira. Y lo hacen a través de una bifurcación que comienza en ese pasillo oscuro.
A la izquierda, el visitante encontrará obras de Antonio Saura, Cristina García Rodero enfrentada a Bárbara Fonte, Miguel Carneiro y Eduardo Arroyo, quien en 2003 realizó una pieza que actualiza al San Jerónimo clásico, también presente en la exposición, realizado por un artista anónimo flamenco en torno a 1550. Además, la instalación ‘Social Collage’ que presenta Fernando Sánchez Castillo evoca una barricada dentro del museo.
La instalación ‘Social Collage’ de Fernando Sánchez Castillo evoca una barricada dentro del museo
En la sala derecha el discurso pivota entre la migración, la entrada de España y Portgual en la Unión Europea a mediados de los años 80 y un homenaje a todas aquellas personas anónimas que auparon la transición a la democracia. El espacio central aparece gobernado por la obra ‘Celeste Expanded Memorial’, también de Sánchez Castillo, donde se reproduce a Celeste Martins Caeiro, la portuguesa que distribuyó claveles entre los militares alzados contra el régimen de Marcelo Caetano. Decenas de pequeñas celestes rodean a una de mayor tamaño. Todas, como si de un ejército antirrepresivo se tratara, enfundan claveles en los fusiles.
Frente a ella se ubica una pieza de Nuno Nunes-Ferreira, que presenta cinco plataformas compuestas por espejos cubiertos totalmente por pegatinas de partidos políticos. En este sentido, la colocación de cada creación en esta muestra tampoco es baladí. Según la directora de la colección estatal portuguesa, unas frente a otras aportan un mensaje en el que también hay espacio para las contradicciones y la crítica.
Los usos de los recursos naturales y el cuidado de la naturaleza también está presente en la exhibición. Así lo demuestra la presencia de la obra ‘A Grande Seca’ de Paula Rego, una pieza de 1976 enfrentada con un mural realizado por Hugo Canoilas en el que aparece un paisaje tropical, una obra titulada, en castellano, ‘Ama el amanecer y la puesta de sol, porque no existe nada más inútil’.
Del arte a la conciencia
Mendes recalca que esta muestra funciona como una “exposición-instalación” al congregar en ella todo tipo de soportes utilizados en el arte contemporáneo. “Una exposición es un escenario de ficción. Una exposición es un momento singular de suspensión en el tiempo, una experiencia de compartir la dimensión orgánica y dinámica de la vida”, describe el comisario.
Así, en ‘Inquietud. Libertad y democracia’ las obras funcionan como un todo que, en el momento en que se clausure la exposición, se separarán unas de otras. “El arte es un arma intelectual arrojadiza que puede dañar o modificar significativamente la conciencia de quien lo ve. Una exposición no es para descansar la vista, sino para ejercitar el cerebro”, añade el propio Mendes en declaraciones a elDiario.es, y asegura que esta exposición no “curará” al mundo pero sí puede hacer visibles sus “heridas” sacándolas al debate público. “La cuestión no es producir arte político, sino producir políticamente nuestro trabajo”, concede.
Una de las vitrinas de la exposición
En este sentido, esgrime que la exposición pivota entre un trabajo de archivo y el presente. Desde su punto de vista, celebrar la transición democrática en la península ibérica es la plataforma ideal para “hablar de los valores universales de la civilización europea, los derechos humanos, la democracia, el pluralismo, la tolerancia y la igualdad, que sustentan nuestra civilización”.
La cartografía cultural, política y afectiva que recoge la exhibición “nos alerta sobre la memoria del autoritarismo, contra la amnesia colectiva que legitimó o legitima otras dictaduras y regímenes autocráticos, en otros contextos políticos, que ocurrieron o están ocurriendo en otras geografías”, en palabras del comisario.
Eso es lo bonito
La inquietud vivida hace medio siglo recobra aquí una fuerza, un cuerpo, que acompaña al visitante en cada uno de sus pasos gracias a la atmósfera inmersiva que los comisarios se han esforzado en crear a partir de sonidos y ambientaciones. “Inquietud es una palabra afirmativa para caracterizar los tiempos sociales y políticos en los que vivimos”, sostiene Mendes antes de enumerar algunas amenazas que acechan, como partidos fascistas en los parlamentos español y portugués y regímenes autocráticos que desafían las leyes de la democracia. Si el arte no puede curar el mundo, la muestra comisariada por Vieira y Mendes al menos supone una forma de revelar las heridas que tanto escuecen.
Y si no, al menos siempre nos quedarán los versos de Mário Branco y su ‘Inquietaçao’: “Me enseñas a hacer tantas preguntas. / En el giro de las respuestas que traía. / Cuántas promesas haría. / Si las cumpliera todas juntas. / [ … ] / Siempre hay algo que tengo que hacer. / Algo que debería resolver. / Por qué, no lo sé. / Pero sé / que eso es lo bonito.