
La concentración de CO2 en la atmósfera da un salto sin precedentes y alcanza un nivel nunca visto
Las emisiones continuas provocadas por los humanos, los incendios y el agotamiento de los ecosistemas están detrás del subidón registrado en 2024 que hará que «las temperaturas sigan su escalada mucho tiempo»
Lejos de reducirse, las emisiones de CO2 por quemar petróleo, gas y carbón alcanzan un nuevo máximo
Subidón de CO2 en la atmósfera. Las emisiones de gases provocadas por los humanos, los incendios forestales y el agotamiento de los ecosistemas han provocado que, en 2024, la concentración de CO2 se haya disparado más que nunca. El nivel mundial ha llegado a las 423,9 partes por millón (ppm), según el último cálculo de la Organización Meteorológica Mundial. Eso deja muy lejos el umbral de seguridad trazado en 350 ppm.
Así que lo que ha ocurrido es “un incremento sin precedentes” cifrado en 3,5 ppm en un curso “el mayor desde que comenzaron las mediciones modernas en 1957”, explica el Boletín d la OMM. Con ese chute se ha tocado otra vez un máximo histórico lo que supone que “las temperaturas del planeta proseguirán su escalada durante más tiempo”.
La situación se está convirtiendo en un círculo vicioso: las emisiones continuas de CO2 de las actividades humanas siguen inyectando gases a la atmósfera. El año pasado se marcó un récord absoluto. Al mismo tiempo, en 2024 hubo una oleada de grandes incendios forestales –favorecidos por las condiciones meteorológicas– que liberaron una cantidad “nunca vista” de gases. Y, como remate, el océano y los bosques –que absorben la mitad de ese CO2– dan muestras de estar agotados y han retenido menos. Cuanto menos se quedan, más CO2 permanece en la atmósfera y hace más espesa la costra que acumula calor.
Y ese calor extra no sale gratis: “Multiplica los fenómenos meteorológicos extremos”, repite la secretaria general adjunta de la OMM, Ko Barret. España puede atestiguar esa relación funesta. “Reducir las emisiones es esencial, no solo para nuestro clima, sino también para la seguridad de las economías y el bienestar de las comunidades”, concluye Barret.
Esta concentración de CO2 en la atmósfera no se había visto nunca en la historia de la humanidad. “De hecho, la última vez que hubo esta cantidad fue hace unos tres millones de años cuando la temperatura global del planeta era entre 2,5ºC y 4ºC más alta que antes de época industrial y el nivel del mar, al menos, 4,8 metros mayor que en la actualidad”, según describe la Agencia Atmosférica de EEUU.
Y una gran parte de ese CO2 se ha bombeado en — . Un tercio de ese total de CO2 sin precendetntes en la historia humana se ha añadido en apenas 80 años –desde que comenzaron las mediciones en el observatorio de Mauna Loa (Hawaii) que ahora corre peligro por los recortes científicos impulsados por Donald Trump–.
El año pasado se constató que el océano, los bosques o las turberas no pudieron atrapar tantos gases como habían estado haciendo hasta ahora lo que indica que su función de sumidero (de alivio) a la hora de restar CO2 está agotándose. El calor extraordinario experimentado en 2024 por la suma del efecto invernadero de los gases y el fenómeno de El Niño pusieron las cosas más difíciles al planeta (a mayor temperatura el agua del mar, por ejemplo, absorben menos CO2.
“Inquieta que los sumideros terrestres y oceánicos de CO2 sean cada vez menos eficaces, dado que ello aumentará la cantidad de CO2 que permanece en la atmósfera y acelerará el calentamiento global, analiza la científica principal de la Organización, Oksana Tarasova. ”Monitorizar los gases de efecto invernadero es fundamental para comprender estas retroalimentaciones“