
Coches de Policía, tractores o cachivaches en el ‘Cazasubastas’ español: «Lo más raro que he vendido ha sido un tanque militar»
Una firma internacional, Euro Auction, despliega cada dos meses en sus instalaciones en Zuera (Zaragoza) jornadas que reúnen a cientos de personas. Los pujadores se llevan todo tipo de material, con escenas que recuerdan a la popular serie estadounidense
Un coche-patrulla de 62.000 euros de la Ertzaintza sale a subasta en Zaragoza con un precio inicial de un euro
“¡¡Yeeep!! ¿Lo quiere por 1.500?”. “Say it again: seven-three-nine?”. Una moto eléctrica adjudicada. Y el locutor retoma su letanía.
La popular serie ‘Cazasubastas’ de la televisión estadounidense tiene una de sus principales ‘sucursales’ en España a pocos kilómetros de Zaragoza, en la localidad de Zuera. Cada dos meses, cientos de personas pasan por allí para pujar por todo tipo de materiales: excavadoras, turismos, tractores, vehículos de golf con seis plazas o lotes con un sinfín de cachivaches. Este jueves, las ‘estrellas’ eran dos antiguos coches de la Ertzaintza y otro de la Policía Nacional, ya sin distintivos. Al menos, para los medios, porque para el público en general estos productos han pasado casi desapercibidos. Se han vendido por entre 4.500 y 5.000 euros cada uno, a lo que hay que sumar el IVA y la comisión de la empresa.
La firma norirlandesa Euro Auctions, con sedes en Ohio, Florida, Brisbane o Dubai, entre otros, tiene junto a la capital aragonesa su núcleo en España. Aquí, en una enorme campa próxima al polígono industrial de Los Llanos, celebra unas seis veces al año grandes subastas que congregan a cientos de personas. La última, este jueves y viernes. Muchos visitantes son del entorno, pero otros provienen de distintos países; también existe la opción de pujar online. Hay cerca de un millar de personas inscritas.
Desde una furgoneta adaptada, un británico entona al micrófono las rutinas de la subasta. A toda velocidad y en inglés. Debajo se van turnando personas de la organización para controlar el tanteo. Enfrente, varios pujadores tratan de seguir –algunos con dificultad, otros con desgana– el hilo mientras agarran el cartel que acredita que están registrados. A su alrededor, todo tipo de productos: aires acondicionados, duchas de exterior, armarios de herramientas, generadores eléctricos, compresores de aire, paquetes con decenas de palés, mesas de salón o cascos de moto.
Esto es muy americano, muy anglo. En Estados Unidos y en el Reino Unido tienen una mentalidad más de cambiar equipos de forma continua, mientras que los españoles o los italianos lo apuran hasta el final
Matt Hostettar, de Pittsburg (Pennsilvania, Estados Unidos), es uno de los responsables de la compañía en la subasta de este jueves. “Zaragoza es una de nuestras principales instalaciones, siempre nos proporciona grandes resultados, hay toneladas de equipamientos. Uno de los aspectos positivos es que tenemos artículos de un amplio espectro: agricultura, industria… Activos que la gente puede utilizar para cualquier negocio”, explica.
Florencio, de Huesca, es un habitual “desde hace más de 20 años” y busca maquinaria industrial. “A veces gastas de más y otras, de menos. No se paga mucho, pero, claro, no tienes garantías sobre el producto. Si no te va… pues lo vendes”, explica. En Ocaña, donde celebra sus subastas otra potente firma –Ritchie Bross–, es donde realizó su mayor compra: “Me gasté casi 200.000 euros en una excavadora de 50 toneladas”.
En otra ubicación, una gran carpa, van desfilando motorizados mientras los clientes asisten sentados a las sucesivas rifas: turismos, furgonetas, motos eléctricas, equipamiento agrícola… El ritual es el mismo: una voz canta la puja mientras dos pantallas muestran el precio fijado. Hasta 174 excavadoras, 43 contenedores, 70 ‘manlifts’, 59 cargadores, 29 carretillas elevadoras o 15 manipuladores telescópicos pasarán durante las dos jornadas.
Ernesto ha optado a llevarse el antiguo coche de la Policía Nacional, un Citroën C5 Aircross desprovisto ya de cualquier referencia a su antigua condición, salvo por una que le delata: la barrera de separación entre los asientos delanteros y traseros. “Solo quería un vehículo para emplearlo como furgoneta. No quería pasar de 3.500 euros, pero cuando iba por ese precio he levantado la mano y ya había subido a 4.000 –es algo habitual, se suele pagar la novatada–. He pensado que no importaba, pero de ahí no iba a pasar. Han subido y lo he dejado”, relata. Ha venido “como quince veces” y siempre compra algo.
José Luis, delante de uno de los antiguos vehículos de la Ertzaintza por los que quiere pujar.
José Luis, que viene de Alcañiz, explica que es su primera vez en una subasta. “He venido a por un coche, pero sobre todo a aprender”, dice al lado del coche de la Policía vasca. “Eso me da igual, solo me preocupa que tenga demasiados kilómetros”.
“Empezamos en Valencia por la cercanía al Puerto, pero cambiamos a Zaragoza porque es una conexión muy potente con Europa. Estás a la misma distancia de Madrid y Barcelona, cerca del norte, cerca de Francia… Es una plaza brillante y no lo digo yo: es un centro logístico para toda la industria española. Es un centro neurálgico”, explica Ernesto Antón, comercial de Euro Auctions.
De nacionalidad venezolana, Antón ha viajado con todo el mundo con esta firma –más de 400 millones de euros de facturación al año– y anteriormente con otras de la competencia. “Me va la marcha”, admite con una sonrisa.
Reconoce que vender coches de la Policía Nacional o la Ertzaintza es llamativo, pero para ellos es solo anecdótico. “Tenemos un cliente que se dedica a la compra de este tipo de activos, que venden los gobiernos regionales o las diferentes administraciones, con la condición de que se descataloguen y que no se identifiquen: no hay ninguna pegatina, ni radios, ni luces o sirenas”. Pero la suya, dice, es “básicamente una subasta industrial”.
¿Qué es lo más extravagante que ha pasado por sus manos? “Lo más raro que me ha llegado fue en mi anterior empresa: vendimos fue un tanque militar descatalogado. Luego también hemos tenido barcos o motos de agua”, cuenta.
Un momento de la subasta en la gran nave, por la que enfrente van circulando los vehículos.
A diez metros, la subasta continúa. Muchos no entienden el inglés y se arreglan con las pantallas, que muestran la evolución de las pujas. Ya es casi un lenguaje universal. “Vendemos a cuerpo cierto, que es un término legal equivalente a decir: donde está y como está. Los inscritos van viniendo 48 horas antes para evaluar el material. Hay gente variopinta, lo cual es muy positivo para nosotros, porque quiere decir que se van a llevar todo tipo de equipos”, desgrana Ernesto Antón.
Y continúa: “Esto es muy americano, muy anglo. En Estados Unidos y en el Reino Unido tienen una mentalidad más de cambiar equipos de forma continua, mientras que los españoles o los italianos lo apuran hasta el final”.
Al lado pasa José Luis, quien no ha podido hacerse con el vehículo al que aspiraba por un motivo técnico: no sabía que tenía que inscribirse para poder pujar. “He pagado la novatada”, sonríe. “Pero volveré”.