La historia no contada sobre la ruptura interna en ERC: «Junqueras criticaba el Govern de Aragonès sin miramientos»

La historia no contada sobre la ruptura interna en ERC: «Junqueras criticaba el Govern de Aragonès sin miramientos»

Un libro destripa los entresijos de la gran batalla librada por los partidarios de Junqueras y los de Rovira, con el Govern en la diana y mientras el escándalo de la «estructura B» manchaba el partido

Junqueras quiere volver a ser candidato a la presidencia de la Generalitat

“Oriol, si ya no confías en mí dímelo”. Este fue el mensaje que le lanzó Marta Rovira a Oriol Junqueras en verano de 2023, poco después de unas elecciones generales que para ERC fueron nefastas. El presidente del partido comenzó a plantear la posibilidad de que la secretaria general dimitiese, mientras que ella, desde Ginebra, era partidaria de que se marchasen ambos, algo que Junqueras entendió como una traición.

Este episodio es, también, uno de los indicios más tempranos de la ruptura que partiría en dos ERC a partir de entonces y que cristalizaría en el cruento congreso de diciembre de 2024. Un capítulo que ahora se recoge en L’esquerda republicana (La grieta republicana, editorial La Campana), un libro fruto de una pormenorizada investigación que firman los periodistas Adrià Santasusagna y Bernat Vilaró.

Según explican los autores, entre el batacazo electoral de julio de 2023 y el que acabó de desalojarlos del Govern en mayo de 2024, ERC se partió en dos mitades irreconciliables, a cuenta del papel y el futuro que debía tener Junqueras en la organización. El líder del partido creía que un grupo de dirigentes liderado por Pere Aragonès, por entonces president de la Generalitat, quería “apartarlo”, según él mismo habría manifestado a Rovira.

Ante esa situación, además de efectuar una purga que llevó a la salida de Marta Vilalta como portavoz o el jefe de comunicación del partido, Junqueras habría comenzado a lanzar críticas contra el Govern de Aragonès en las reuniones que mantenía con agentes de la sociedad civil. “Recriminaba que ERC hubiese priorizado los coches oficiales, las americanas y las corbatas, y que aquella forma de vestir no era propia de una formación republicana”, aseguran los autores en el libro.

Pero no era una simple cuestión de vestimenta. Meses antes, Junqueras y Aragonès ya habían chocado por el apoyo del PSC a los presupuestos. El jefe del Govern pensaba que era absolutamente necesario tener unas nuevas cuentas, mientras que el líder del partido entendía que se estaban haciendo demasiadas concesiones a los socialistas.

“El presidente del partido criticaba el Govern de Aragonès sin miramientos” afirman los autores, que detallan diversos encuentros con militantes en los que Junqueras habría cargado contra la “excesiva institucionalización” del partido. “No se puede contar con el Govern para nada”, habría llegado a decir el líder del partido. “La lectura que hizo Aragonès es que Junqueras estaba haciendo un tour para hablar mal de su gestión, cosa que le disgustó mucho”, recogen.

La guerra creció de intensidad durante la precampaña a las elecciones autonómicas de mayo, cuando Junqueras mantenía la aspiración de poder presentarse como cabeza de lista. “Si quieres ser [president] no te debes descartar, pero si no es posible porque no se te ha aplicado la amnistía, no tiene ningún sentido abrir ahora el melón”, le habría reclamado el jefe del Govern.

Sin embargo, el presidente de Esquerra se negaba a confirmar la candidatura de Aragonès y, según documentan los autores de L’esquerda republicana, incluso hacía circular su posible candidatura en hasta dos reuniones con periodistas en Madrid, donde habría asegurado que “ya se vería” si el entonces president repetía como candidato.

La “estructura B”, conocida por todos los dirigentes de ERC

Uno de los capítulos al que el libro presta más atención es al de la llamada “estructura B”, es decir las áreas del partido que se enfocaron en la realización de campañas negativas, la mayoría de veces sin relevar la autoría o incluso haciéndose pasar por otros. El caso más escandaloso salido de esta factoría fueron los carteles contra los hermanos Pasqual y Ernest Maragall que aún causan vergüenza en la formación.

Pero la propaganda “de contraste”, como se llaman en argot técnico, comenzó mucho antes de los funestos carteles. Santasusagna y Vilaró señalan la campaña Free Junqueras como el primer gran éxito de “la B”. También se creaban perfiles falsos en redes sociales y se impartían formaciones a dirigentes del Jovent Republicà sobre este tipo de acciones. Actuaciones que muchas veces se difundían a través de canales de enlace con activistas por Whatsapp o Telegram.

“No es cierto que ‘la B’ actuase al margen de la dirección. De hecho, no solo militantes del partido actuaban para ‘la B’. También había trabajadores en nómina en Calàbria [sede de ERC] que, por orden de la ejecutiva, debían realizar funciones para ‘la B’, afirman los autores. Lo que les lleva a concluir que tanto el presidente, Junqueras, como la secretaria general, Rovira, conocían la estructura B. Igual que, siempre según su investigación, ambos supieron que los carteles de Maragall salían de ERC antes de que el Ara lo publicase como exclusiva en julio de 2024.

Quién ideó y ejecutó la acción de los carteles contra los hermanos Maragall, en concreto, sigue siendo objeto de controversia. Lo que sí acreditan los autores del libro es que el responsable de comunicación, Tolo Moya, reconoció ante diversas personas de ERC que él estaba detrás de la idea desde el primer día que se conocieron los mensajes de mal gusto pegados en varias farolas de Barcelona.

Pero los autores también analizan otra actuación que pasó, quizás, más desapercibida, como es el muñeco que apareció colgado de un puente en Sant Vicenç dels Horts, el pueblo de Junqueras, bajo el epígrafe “Junqueras, púdrete en la cárcel”.

La emisora Rac-1 ya desveló en su momento que la acción del muñeco colgado salía de ERC. Pero ahora los dos periodistas revelan que, durante la investigación interna, tanto el vicesecretario de Comunicación del partido, Oriol Duran, como la propia secretaria general, Marta Rovira, citaron testimonios de terceros que apuntaban a un íntimo amigo de Junqueras como el autor. El propio responsable de Cumplimiento acabó escribiendo en su informe sobre el caso que todo apuntaba a que la acción se había llevado a cabo por parte de miembros de la plataforma Free Junqueras.

Ministros del PP reconocieron que no debía haber presos

La investigación que firman Santasusagna y Vilaró es un repaso por la vida interna de ERC en unos años absolutamente cruciales para la historia no solo del partido sino de toda Catalunya. Explican, por ejemplo, el interés del Kremlin en establecer contactos con Pere Aragonès en cuanto llegó a la presidencia, las cavilaciones que tuvo Quim Torra para ceder los Mossos al Estado o las presiones que ERC, como partido, hizo sobre su propio conselleria de Justicia para que dieran permisos a los políticos independentistas encarcelados para que pudieran hacer campaña en 2021.

Pero una de las anécdotas más jugosas ocurre en el arranque de la historia, pocas semanas después del encarcelamiento de los Jordis y los miembros del Govern, cuando el ministro de Justicia, Rafael Catalá, se pone en contacto con la entonces diputada de ERC en Madrid, Ester Capella. Según el relato de los periodistas, el ministro se interesaba por el estado del conseller de Justicia, Carles Mundó.

La conversación entre Capella y Catalá fue a más y continuó presencialmente. Y ahí fue cuando todo un ministro de Justicia reveló una opinión en aquel momento muy controvertida: que los líderes independentistas merecían un castigo, pero la cárcel era demasiado. “Con un poco de suerte para vosotros, las próximas elecciones las ganarán los socialistas y los presos podrán salir”, vaticinó Catalá. Capella, por su parte, le aseguró que ERC haría todo lo posible por echarlos del Gobierno.

La oportunidad se presentó seis meses después, cuando acabó de cuajar la moción de censura contra Mariano Rajoy. Tras la votación, la propia Capella se acercó a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y le dio un mensaje de Junqueras: “No es nada personal”. Según recoge el libro, en aquel momento Sáenz de Santamaría le respondió que Junqueras “no debería estar en la cárcel”.