
«Si no te llamamos, es que todo va bien»: de la mamografía a la quimio por cáncer de mama en dos meses
En enero de 2023, una vecina de Guillena (Sevilla) se hizo una mamografía en el hospital Macarena donde le encontraron «hallazgos» sospechosos que exigían actuar de urgencia pero, cuando recibió la carta del Servicio Andaluz de Salud para repetir el cribado, se había gastado en la privada 400 euros en pruebas que confirmaron un cáncer avanzado y llevaba dos ciclos de quimio
Andalucía subcontrata una clínica privada para hacer mamografías dentro de remolques frente a sus centros de salud
En enero del año 2023, una mujer de 57 años vecina de Guillena, localidad sevillana a 26 kilómetros al norte de la capital andaluza, recibió una citación del Hospital Virgen Macarena para hacerse una mamografía en la unidad móvil que se había desplazado hasta su pueblo, gestionada por una subcontrata privada del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Ella, como muchas mujeres de su edad, accedió a hacerse una prueba de control para prevenir el cáncer de mama.
“Si no te llamamos es que todo está bien”, le dijeron en el centro hospitalario. No la llamaron. Dos meses después se levantó con un pecho enrojecido y el pezón invertido (hacia dentro). El cáncer había llegado a su vida, pero nadie la avisó de que su mamografía había mostrado indicios preocupantes. El plan andaluz de detección precoz del cáncer de mama le falló. Pasaron dos meses desde la primera mamografía en la sanidad pública hasta recibir un diagnóstico de cáncer avanzado en la sanidad privada y empezar con un tratamiento de quimioterapia en el Macarena.
Ella es una de las miles de afectadas por el fallo masivo en los cribados de cáncer de mama en Andalucía. Pero su caso no coincide con el de las 2.000 mujeres que, según cifras del Gobierno andaluz, están afectadas por un diagnóstico “dudoso” tardío del que se enteraron con meses y años de retraso. Un diagnóstico dudoso o “no concluyente” tiene, en el 98% de los casos, “alta probabilidad de ser benigno”. En el primer cribado que le hizo la sanidad pública ya encontraron “hallazgos” que recomendaban ampliar el estudio, pero nadie la alertó ni le informó, hasta que dos meses después un cáncer muy avanzado le dio la cara.
La Junta de Andalucía señala al Hospital Virgen del Rocío como el lugar donde se han centralizado la mayoría de errores (casi el 90%), el caso de esta mujer tiene su origen en otro de los grandes hospitales de la ciudad, el Macarena. Esta redacción ha consultado con la Consejería de Salud y Consumo para saber cuántos casos de fallos en el cribado se han dado en este centro hospitalario sin que, hasta ahora, se haya obtenido respuesta.
El nuevo consejero de Sanidad que tomó posesión el miércoles, Antonio Sanz, anunció que estaban “investigando” todo el sistema de cribados –también el de colon y el de cérvix–, pero fue incapaz de aclarar si negligencias como esta responden a un patrón común, a una falla sistémica, o son casos aislados. 17 días después de que estallara la crisis de los cribados de cáncer de mama, la Junta no ha aclarado cuál fue el origen y, sobre todo, cuál es su alcance real, hasta dónde llega el problema y cuántas afectadas hay.
“Le dijeron que si no la llamaban es que todo había ido bien”
La hija de esta mujer es María José Montero, una licenciada en Derecho que ha querido contar a elDiario.es Andalucia lo que su madre ha sufrido, y sigue sufriendo. Hoy, dos años y medio después de aquella mamografía de la que nadie le avisó de sus resultados, se enfrenta a una recaída en una enfermedad que se pudo coger a tiempo, pero que cuando comenzaron a tratarla ya estaba “avanzada”, es decir, el tumor había invadido los tejidos de la mama y los ganglios linfáticos, y el tratamiento que iba a necesitar era más agresivo.
“Ella entró en el programa de prevención del cáncer de mama por edad, y en enero de 2023 le tocaba hacerse la mamografía rutinaria. Le dijeron que si no la llamaban es que todo había ido bien y ya solo tendría que acudir a la siguiente”, relata.
Por eso, como nadie la llamó tras hacerse la mamografía en enero de 2023, siguió su vida con total normalidad, hasta que la mañana del 2 de marzo “se despertó con el pecho enrojecido y el pezón invertido”. Viendo que no mejoraba, fue atendida en el servicio de Urgencias del Centro de Salud de Guillena.
El informe de quien le atendió señalaba que la mujer le dijo que se hizo una mamografía pero desconocía los resultados. “El propio médico, al escucharla, entró en el sistema del Servicio Andaluz de Salud, y detectó que, efectivamente, había sido atendida en el Programa de Detección Precoz de Cáncer de Mama, pero nadie le había dicho que ”se han encontrado hallazgos que recomiendan ampliar el estudio en el hospital y será citada desde la unidad de radiodiagnóstico correspondiente“, como cita el informe emitido aquella tarde en Guillena. Fue un médico de Urgencias en su pueblo quien le tuvo que comunicar que posiblemente tenía cáncer.
El radiólogo pidió una segunda mamografía el 5 de febrero, pero no fue citada hasta el 26 de junio.
El propio médico pidió al hospital ampliar la información, aunque no directamente al Virgen Macarena, sino al San Lázaro, donde se tendría que hacer la segunda prueba de forma urgente. Y eso que, al principio, “le dijeron en Guillena que podía tener una simple mastitis”. Del centro de salud salió muy preocupada y con una receta de antibióticos para consumir tres veces al día, relata su hija.
Cuando salió de la consulta confiaba en que la llamarían enseguida para completar las pruebas, pero no fue así. “Como no la llamaban, fuimos a otro médico del mismo centro de salud y pedimos que a mi madre se le diese alguna prioridad, pero no hubo respuesta. Nos dijeron que tenía que esperar, y que ir a Urgencias del Virgen Macarena no sería una solución, porque en Urgencias no hacen mamografías”.
Ante este panorama, “aunque mi madre cobra el salario mínimo –es una limpiadora que ahora está de baja médica–”, decidieron acudir a una clínica privada donde, por 400 euros, le hicieron en el mismo día una ecografía, una mamografía, una radiografía y una biopsia. “Al lunes siguiente, mi madre tenía un diagnóstico de cáncer de mama en estadio 3 (avanzado), con un tumor de 5 centímetros”. Para poder salvar su vida se había gastado más de la mitad de su sueldo.
Directa al Macarena tras la gestión de una clínica privada
“El propio médico de la clínica privada nos preparó la documentación y nos dijo que fuésemos directas al Virgen Macarena, donde nos esperaría una compañera. Allí le hicieron pruebas complementarias para ver si había metástasis y vieron que no se podía quitar por cirugía y había que dar quimioterapia”, resume María José.
Para esta hija, lo más sangrante del tema es que, cuatro meses después de confirmar el diagnóstico de cáncer de mama en la sanidad privada, en junio les llegó una carta del SAS para ir al hospital San Lázaro a hacerse una segunda mamografía de contraste. Seis meses después de hacerse la primera, la misma que detectó que su madre sufría cáncer, pero nadie en la sanidad pública se lo dijo.
Su madre tiene un “cáncer triple negativo, que solo se da en el 15% de los casos”, lamenta María José. Perdió seis meses y sufrió la extirpación de una mama, con la buena suerte de que el tumor quedó ahí localizado. Pero este tipo de cáncer tiene una tasa de recaída bastante alta, y al iniciarse el pasado verano su madre tuvo que volver a la quimioterapia.
“Tiene que ir semanalmente y, en el mejor de los casos, si todo va bien, será pautada de por vida. Tiene un cáncer agresivo y de propagación rápida, y contra él está luchando”.
Con todo, su madre ha tenido la suerte de que el tumor creció hacia la piel y dio la cara con ese enrojecimiento que activó las alarmas. “Si eso no sale por la piel y crece hacia dentro, mi madre habría tenido metástasis y posiblemente hoy no estaría viva”, porque no habría sido empezada a tratar hasta seis meses después como mínimo, cuando le llegó la cita de San Lázaro.
En aquella cita se refleja que el equipo de Radiología que la atendió en enero pidió una segunda prueba de contraste el 5 de febrero, pero ésta nunca llegó a cursarse ni se le comunicó. La siguiente cita fue para el 26 de junio, cuando ya había gastado 400 euros en la sanidad privada y llevaba dos ciclos de quimioterapia.
“La impotencia que sentimos no se puede explicar”
María José intenta llevar lo mejor posible el calvario por el que están pasando desde hace más de dos años. “Lo que tenemos es un sentimiento de absoluta impotencia, pero lo que está pasando no se queda en el cribado, porque hay otras pacientes que no están en el programa de prevención por edad, y desde que van al médico por un bulto hasta que tienen tratamiento pasan más de seis meses”.
En el caso de su madre, además, aunque su estado le impide trabajar, tuvo que escuchar de un tribunal médico que el cáncer no era impedimento para seguir con su labor de limpiadora. Ahora, tras recaer, ha tenido que darse de baja de nuevo.
María José Montero asegura que el argumento del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, de que el problema está focalizado en un 90% de los casos en el Virgen del Rocío no se sostiene. Afirma que algunas afectadas se han organizado con un grupo de WhatsApp en el que hay más de 200 mujeres de toda Andalucía, y avisa a la Junta de que tiene que agradecer “a los facultativos y al personal sanitario que la sanidad siga tirando para adelante, porque son verdaderas máquinas”. “Lo que está pasando no es culpa de ningún sanitario, y, por supuesto, de ningún radiólogo”, afirma.
Su última reflexión es para los partidos políticos, para que piensen que “esto no es cosa del bipartidismo, ni de nadie, esto es un grave problema de salud pública que se tiene que solucionar, porque a cualquier andaluz que le preguntes, el que más o el que menos está esperando seis meses como mínimo para una prueba diagnostica, y eso es insoportable”.