El lobby industrial rebajó los riesgos para la salud de un químico con el fin de evitar más regulación de Bruselas

El lobby industrial rebajó los riesgos para la salud de un químico con el fin de evitar más regulación de Bruselas

Un informe de Pesticide Action Network sostiene las empresas de la industria química “minimizaron sistemáticamente los efectos adversos” del TFA que ha contaminado ríos y alimentos pese a que puede generar enfermedades graves

ESPECIAL — PFAS: el rastro de los contaminantes eternos en España

La industria química ha buscado minimizar la toxicidad del ácido trifluoroacético (TFA), un tipo de químico, y sus consecuencias para las personas, con el fin de evitar un mayor control de las agencias de regulación europeas, según señala el estudio Manufacturing Doubt. How the industry downplays TFA’s toxicity, de la ONG con sede en Bruselas Pesticide Action Network (PAN). La documentación analizada muestra malformaciones oculares y esqueléticas, alteraciones hormonales tiroideas, daño hepático, efectos sobre el sistema inmunológico, reducción de la calidad del esperma, problemas en el desarrollo y la reproducción, así como varios tipos de cáncer. Los niños y los fetos son más vulnerables a la exposición de estos tóxicos.

El informe es un análisis resultado de los estudios presentados por la industria química tanto a las agencias de la UE —la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)— como a la Comisión Europea durante la evaluación del TFA.

El TFA es un tipo de químico que proviene de la degradación de los PFAS (agentes químicos sintéticos), sobre todo de ciertos pesticidas. Los PFAS entran en nuestro organismo a través del agua de grifo, embotellada, por alimentos o el aire. Es un tipo de compuesto extremadamente persistente que tiene múltiples usos en nuestra vida diaria: se utiliza para que las sartenes sean antiadherentes o para que la ropa sea impermeable pero también en la industria de la electrónica o de la construcción.

Los PFAS, también conocidos bajo el nombre de “químicos eternos”, representan un peligro para la salud ya que pueden provocar enfermedades graves. El TFA –ácido trifluoroacético– se ha convertido en el PFAS más común en nuestro medio ambiente al haber contaminado aguas subterráneas, agua potable, así como alimentos.

Pese a que algunas de las principales empresas químicas del sector conocían los estudios porque los habían encargado ellos, pusieron sistemáticamente en duda la toxicidad del TFA con el objetivo de retrasar la aprobación de medidas de protección por parte de los organismos de la UE. Según el informe, las empresas del sector químico elaboraron y presentaron estudios en los que minimizaron el potencial tóxico del TFA ofreciendo una interpretación a los reguladores europeos acorde a sus intereses. Ahora, tanto la ECHA como la EFSA tienen que evaluar las propiedades de riesgo de este químico y revisar los niveles de exposición que pueden considerarse seguros para los seres humanos.

“Minimizaron sistemáticamente los efectos adversos”

En este sentido, el Reglamento (CE) 1107/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo, sobre la comercialización de productos fitosanitarios afirma que el objetivo es “garantizar un alto grado de protección de la salud humana y animal y del medio ambiente”, a la vez que se protege la competitividad de la agricultura comunitaria. El reglamento recuerda que debe prestarse especial atención a la protección a la población más vulnerable, como las mujeres embarazadas y los niños. La normativa europea señala que se debe garantizar que la industria demuestra que las sustancias o productos producidos o comercializados “no tienen efectos nocivos en la salud humana o animal ni efectos inaceptables en el medio ambiente”.

Sin embargo, según el análisis, empresas como Bayer, BASF, Corteva y Syngenta no solo retrasaron la entrega de los estudios de toxicidad requeridos por los organismos europeos sino que “minimizaron sistemáticamente los efectos adversos” con afirmaciones engañosas y argumentos especulativos. “Durante muchos años, los reguladores europeos han aceptado las manipulaciones de la industria”. Ahora nuestra agua en toda Europa está contaminada con TFA, y cada aplicación de pesticidas PFAS lo empeora. Esto debe terminar“, ha afirmado Salomé Roynel, responsable de Políticas de Pesticide Action Network. En la misma línea, Angeliki Lysimachou, responsable de Ciencia y Política, ha añadido que se necesitan medidas urgentes ”para detener los pesticidas PFAS en su origen y proteger la salud pública y el medio ambiente antes de que sea demasiado tarde“.

Lysimachou, que ha formado parte del análisis del estudio, ha indicado que la industria química evitó entregar más estudios. “Decían que era una sustancia sin importancia” para la salud humana, ha afirmado, aunque luego se ha demostrado lo contrario. Por este motivo, proponen prohibir los pesticidas PFAS que se puedan sustituir fácilmente por alternativas menos tóxicas. Los niveles de TFA siguen aumentando, por lo que tomar medidas ahora solo empezaría a reducir la contaminación. “Podemos contribuir a que el problema no aumente”, ha añadido.

Las agencias reguladoras estudian las nuevas evidencias

Tras la consulta enviada por este diario, la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) ha respondido que actualmente está evaluando el TFA “tanto en el marco de un proceso de clasificación como en el proceso de restricción universal de PFAS”. El regulador europeo indica que están valorando todas las aportaciones recibidas, ya sean de ONG’s, de la industria o de particulares. En este sentido, la Comisión Europea, junto a los Estados miembros, tomará una decisión sobre la regulación del TFA basándose en las opiniones de la ECHA.

La agencia de regulación europea explica que el TFA ya está clasificado como sustancia que “causa quemaduras graves en la piel y daños oculares”; es nociva si se inhala y también para la vida acuática, con efectos duraderos. Después de que las autoridades alemanas propusieran añadir clasificaciones adicionales para el compuesto químico como presunto tóxico para la reproducción, la ECHA explica que realizó una consulta sobre dichos documentos que están siendo estudiados por el Comité de Evaluación de Riesgos (RAC). En cuanto a la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), ha asegurado que actualmente está “revisando los valores de referencia basados en la salud para el TFA” tras una solicitud de la Comisión Europea, es decir, los niveles de exposición al TFA que pueden considerarse seguros para la salud humana.

Corteva y Syngenta no han respondido a la consulta realizada por este diario. Bayer, en cambio, asegura que los últimos estudios científicos realizados sobre el TFA, incluidos los datos de monitoreo relevantes, señalan que “no hay indicios de ningún riesgo para la salud humana o el medio ambiente” por exposición a este químico. Las fuentes consultadas indican que los datos toxicológicos y la evaluación de riesgos presentados a los organismos reguladores “no indican ningún riesgo para la salud humana, ni de los mamíferos silvestres, por el uso de nuestros productos conforme a la etiqueta”.

En cuanto a BASF, la empresa reconoce “la preocupación actual y la discusión sobre sustancias como el TFA” y defiende que está colaborando con las entidades reguladoras y proporciona toda la información relevante de la que dispone a las autoridades nacionales y europeas. Según su versión, cada producto utilizado en la protección de los cultivos “se evalúa en muchos estudios científicos durante su desarrollo y requiere la aprobación oficial antes de poder ser comercializado”. “Todos los datos obtenidos en los estudios se recopilan y se envían a la autoridad reguladora”, defiende la empresa. Así, sostiene que las autoridades solo otorgan la aprobación “cuando concluyen que el producto se puede utilizar de manera segura”. BASF defiende que el actual sistema regulatorio de la UE para evaluar productos fitosanitarios, como los plaguicidas, “ya tiene requisitos de datos y evaluación de riesgos bien definidos”.

Ni Bayer ni BASF, ni tampoco las otras empresas consultadas, han respondido al contenido del informe de Pesticide Action Network. La Comisión Europea no ha respondido a la consulta de este diario en el momento en que se publica esta noticia.

El problema viene de lejos

El TFA fue señalado como un riesgo para las aguas subterráneas en evaluaciones de pesticidas ya en 1998, hace más de 25 años. A pesar de esta advertencia, las autoridades de la UE continuaron aprobando pesticidas PFAS, permitiendo que el ácido trifluoroacético se acumulara en las aguas subterráneas y en los alimentos. De hecho, en 2007 ya había evidencias de la presencia de este químico tóxico en los cultivos y en 2014 se identificaron 39 sustancias activas de pesticidas aprobadas que pueden degradarse en TFA.

Tres años después, los reguladores de la UE solicitaron estudios de toxicidad a largo plazo. En 2021, la industria química informa a las agencias reguladoras sobre “defectos de nacimiento” a todos los niveles de exposición al TFA. En 2024, Alemania propone clasificarlo como “tóxico para la reproducción”. Estos hechos han llevado a los reguladores europeos a reevaluar la toxicidad del ácido trifluoroacético. En estos momentos hay 32 sustancias activas de pesticidas PFAS en la UE.

Lo que señala el informe es que la industria química afirmaba que el TFA solo es tóxico en dosis muy altas. Sin embargo, los datos recopilados por Pesticide Action Network muestran de forma consistente que causa serios problemas a niveles bajos. “Es el PFAS más abundante en nuestro medio ambiente, procedente de múltiples fuentes, incluido el uso de pesticidas PFAS. Su presencia representa un legado tóxico y una clara violación de nuestro derecho a agua segura”, lamenta el informe de la ONG con sede en Bruselas. Por estas razones, solicitan a los reguladores europeos que no se dejen engañar por los intentos de la industria “de minimizar la toxicidad del TFA” y les emplazan a “cumplir la ley”. Es decir, que apliquen el principio de precaución; que detengan la aprobación de pesticidas PFAS y que protejan a las personas y al medio ambiente de una “mayor contaminación”.

Las investigaciones científicas también muestran que los pesticidas PFAS son la primera fuente de contaminación por TFA en los cultivos y áreas agrícolas, pese a que el Reglamento (CE) 1107/2009, sobre la utilización de plaguicidas, establece de forma clara que es necesario “garantizar un alto grado de protección de la salud humana y animal y del medio ambiente”. Un objetivo que debe ser compatible con la competitividad de la agricultura en los países miembros. Tras las revelaciones, BASF, Bayer, Corteva y Syngenta sugirieron a los reguladores europeos que el hallazgo de toxicidad en el desarrollo “podría ser específico de conejos” (y por lo tanto no relevante para humanos), según el informe. Sin embargo, la industria no consiguió demostrar que los efectos fueran solamente relevantes y específicos para los conejos.

La Comisión Europea restringe el uso de PFAS

La Comisión Europea adoptó el viernes 3 de octubre nuevas restricciones en las espumas contra incendios con el objetivo de proteger “a las personas y al medio ambiente frente a los riesgos que plantean” las llamadas “sustancias químicas eternas”, según informó el Ejecutivo comunitario. Esta restricción supone “un paso importante” hacia el objetivo de “minimizar las emisiones de PFAS”, señaló Bruselas. Así, la Comisión precisó que existen espumas contra incendios libres de este químico tóxico. En este sentido, propuso una “transición fluida” con “periodos de transición específicos” para los distintos sectores, que van desde los 10 meses hasta los 12 años.

El Ejecutivo comunitario admitió que las espumas contra incendios son una fuente importante de contaminación en la UE. Sin la medida adoptada, se liberarían 470 toneladas de este tipo de sustancias químicas al medio ambiente cada año, contaminando el suelo y el agua. Además, los bomberos seguirían expuestos a estos contaminantes. La decisión se tomó tras la evaluación científica de los comités de ECHA (la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) y tras haber pasado el control del Parlamento Europeo y del Consejo.

“Alrededor del 60% de las espumas contra incendios contienen PFAS. Esto ha provocado numerosos casos de contaminación del suelo y el agua, incluida el agua potable”, declaró la comisaria europea de Medio Ambiente y Resiliencia Hídrica, Jessika Roswall, quien añadió que se trata de “un paso importante para abordar la contaminación por PFAS en toda Europa”. Asimismo, Bruselas ha ido limitando también su uso en productos como cajas de pizzas o cosméticos.