La UDEF, tras un empresario que esquivó deudas y embargos para alquilar la nave en la que se rodó la serie de moda en Netflix

La UDEF, tras un empresario que esquivó deudas y embargos para alquilar la nave en la que se rodó la serie de moda en Netflix

José Manuel Rey Novoa, exdirector y expropietario de ‘El Correo Gallego’, iniciaba un frenético periplo por cajeros automáticos para retirar el dinero que recibía por arrendar el lugar y escapar así a la vigilancia de sus acreedores, según la investigación policial

Hemeroteca – La UDEF investiga al director de ‘El Correo Gallego’ por blanqueo en relación a sus negocios con la Xunta de Feijóo

La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) de la Policía Nacional acaba de entregar un informe al juzgado en el que intenta explicar cómo es posible que una nave de un polígono industrial de Santiago, propiedad de un empresario acuciado por embargos y deudas, haya terminado convertida en el escenario principal de Animal, la serie que triunfa en Netflix y que protagoniza el actor Luís Zahera.

La investigación policial no pone reparos a la intervención de la productora detrás de la exitosa ficción en el alquiler del inmueble que convirtió en Kawanda, una gran tienda de mascotas en donde desarrolla la trama que triunfa estos días en la plataforma de streaming. Lo que investigan los agentes es cómo el dinero generado por esos alquileres ha acabado en manos de José Manuel Rey Novoa, el empresario investigado tras quebrar el diario El Correo Gallego y perder su propiedad, y al que persiguen embargos y deudas, además de una extensa investigación del juzgado número 1 de Santiago por sus maniobras para manejar dinero sin atender a las obligaciones pendientes con empleados y acreedores.

La antigua sede del rotativo, antes de que el periódico pasase a manos de Prensa Ibérica durante el concurso de acreedores y se trasladase de edificio, estaba ubicada en una nave del polígono industrial Costa Vella, en Santiago de Compostela. Ese es el inmueble que los productores de Animal eligieron para construir los decorados donde se desarrolla la serie que esta semana ocupó el número uno de visualizaciones de Netflix en España. Los agentes han detectado una maniobra para realizar el alquiler, que consiste en la utilización de una empresa interpuesta.

Dicho en otras palabras, Rey Novoa habría provocado un subarriendo aparentemente sin contrato por medio de una empresa llamada Asemali Inversiones. Esta segunda empresa es quien acaba acordando con la productora de la serie, Alea Lágrimas, el alquiler del inmueble donde Luís Zahera atiende en la ficción a todo tipo de animales, siempre dentro del personaje que lo dibuja como un veterinario de carácter muy particular y con la vis cómica habitual en el intérprete compostelano. En un aprovidencia dictada el pasado 15 de octubre, la magistrada cita a declarar a los responsables de Asemali Inversiones para que expliquen sus apaños en el alquiler de la antigua sede del rotativo compostelano.

En el informe que los investigadores enviaron a la jueza Ana López-Suevos el pasado 8 de octubre se concluye que los 27.189 euros que la productora pagó por alquilar la sede donde se rodó la serie acabarían en manos del polémico exdirector de El Correo Gallego. El informe de 26 páginas asegura: “El 85% de ese dinero fue a parar a la cuenta de Think First (empresa controlada por Rey Novoa) y de ese, más de 14.850 euros terminaron a disposición del investigado”. La operativa para hacerse con el dinero es conocida ya por los años de observancia que la UDEF lleva sobre Rey Novoa: en cuanto el dinero entraba en cuentas corrientes a las que él tenía acceso, se iniciaba un periplo de visitas a cajeros automáticos para retirar grandes cantidades de efectivo, así como una serie de transferencias para poner el dinero a buen recaudo y lejos del alcance de acredores o de la propia justicia.

Operativa frenética, caos financiero y ético

Los manejos de este empresario que lo fue todo en el periódico de la capital de Galicia son de sobra conocidos para la jueza que lo investiga y los agentes que intentan perseguir su frenética operativa para conservar todo el dinero que pasa por sus manos sin entregárselo a aquellos con los que ha incurrido en deudas a lo largo de los años. Fue durante los mandatos de Alberto Núñez Feijóo cuando Rey Novoa se hizo con la propiedad de El Correo Gallego y arrastró a la empresa a un caos financiero y ético que ahora está en el punto de mira del juzgado de instrucción número 1 de Santiago. A Rey Novoa se le investiga por un presunto delito de administración desleal y otro de blanqueo de capitales.

En su barco de perseguidos por la justicia también viajan su mujer, Fátima Otero, y el exgerente del periódico, Ángel Remesar. Nadie de la Xunta ha sido imputado por el momento, aunque parte del grueso de la información que maneja la jueza pone en cuestión el papel de la Administración que presidía Feijóo y su empeño en seguir regando de dinero a un medio de comunicación afín al PP que tenía todas sus cuentas embargadas y convertido en un habitual de la lista de morosos de Hacienda. La Xunta llegó a prestarle al empresario 2,5 millones de dinero público para hacer frente a sus deudas con Hacienda y la Seguridad Social. El dinero nunca se recuperó.

Cuando este empresario decidió alquilar la nave desde donde su rotativo publicaba cada día noticias contra los gobiernos de las Mareas, que llegaron a los ayuntamientos en 2015, la UDEF llevaba ya más de un año investigándole y el juzgado le perseguía precisamente por esconder dinero ajeno y eludir las deudas propias. Al frente del rotativo llegó a acumular hasta 24 meses de impagos en las nóminas de su plantilla, pero eso no fue un obstáculo para que el propio Feijóo acudiese a la fiesta de “Gallegos del Año”, en la que tuvo la osada idea de premiar a sus trabajadores con un diploma para agradecerles el esfuerzo de seguir llevando al quiosco un periódico cada día, sin que sus salarios se abonasen con el vencimiento de los meses.

Capacidad para hacer dinero y esconderlo

Ahora, la visibilidad de la serie que triunfa en Netflix ha vuelto a poner el foco sobre este empresario compostelano y su eterna capacidad para hacer dinero y esconderlo. La ficción ha convertido en la tienda de mascotas Kawanda lo que antes era un periódico que (ahora en manos de otra propiedad) intentaba marcar el paso en la política local de la capital gallega. De aquellos ríos de tinta que gobernó en su día, para Rey Novoa solo quedan las publicaciones que regularmente firma la UDEF con él de protagonista. Y ahora también una serie: Animal.