Eurocaja Rural, 60 años después: cuando tener cajeros en el pueblo sigue siendo rentable
La entidad toledana funciona como cooperativa de crédito desde 1965 y es una ‘rara avis’ en el ámbito financiero por su apuesta contra la exclusión social en un mundo de trámites digitales y apps
Eurocaja Rural inaugura su oficina número 500 y mira al futuro con ambición: “Es solo el principio”
Unos beneficios de 116 millones de euros durante el año pasado y un crecimiento del 14,85% no es precisamente un mal dato para una entidad financiera hoy en día. Pero resulta aún más significativo cuando hablamos de una caja de ahorros que desde hace 60 años sigue funcionando como cooperativa de crédito y que apuesta por tener cajeros en el mundo rural y en los barrios periféricos de las grandes ciudades.
Frente a la inteligencia artificial, las aplicaciones móviles, los numerosos trámites por internet, la atención telefónica robotizada y el cierre masivo de oficinas, Eurocaja Rural lleva años marcando perfil propio al asegurar que su apuesta pasa por la “inclusión financiera”, o lo que es lo mismo, por promover que todas las personas tengan acceso fácilmente y de forma personalizada a sus trámites bancarios. Un gesto tan sencillo como meter una cartilla de ahorros en un cajero para que se actualice es posible todavía en muchos pueblos y barrios de grandes ciudades en los que opera la entidad.
Suena extraterrestre hoy en día, pero su “revolución de los máquinas” (como reconocimiento y apoyo a las personas) frente a “las máquinas”, su último slogan publicitario, está surtiendo efecto y les ha permitido llegar ya a las 500 oficinas en nueve comunidades autónomas y 23 provincias.
Esta entidad financiera no es perfecta. Ejecuta desahucios y no resuelve problemas actuales acuciantes para la gente como el acceso a la vivienda o la subida de precios, pero trata de compensarlo con la “cercanía”. Mientras otras entidades han abandonado muchas oficinas en la España vaciada o en barrios periféricos de las grandes ciudades, ellos han recorrido el camino inverso. Dicen que quieren ser una referencia financiera para el mundo rural y de, hecho, actualmente, es la única para 71 municipios.
Más del 41% de su red de oficinas está implantada en pequeñas localidades de menos de 3.000 habitantes. El 30% se ubican en pueblos de menos de 2.000 habitantes y más de la mitad en localidades con menos de 4.500.
En total, está presente en nueve comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid, Castilla y León, Comunitat Valenciana, Murcia, La Rioja, Aragón, Cantabria y Andalucía) y 23 provincias.
Oficina móvil de la Caja Rural de Toledo, hoy Eurocaja Rural
Una oficina de Eurocaja Rural en Paiporta con el distintivo ‘El comercio salva al comercio’
La entidad considera que también existe exclusión financiera en barrios de grandes o medianas ciudades, de ahí la apertura de nuevas oficinas en Madrid capital (distrito Arganzuela, Fuencarral-El Pardo, en calle Princesa y también en barrio de Chamartín) y otra más en Albacete y Valencia capital los últimos años.
La entidad ha constatado que en un momento en que el sector financiero se encuentra cuestionado por una parte de la sociedad tras el cierre masivo de oficinas y la imposición de hacer operaciones en el canal digital o en el cajero, también es rentable apostar por el servicio tradicional, en el que no existen horarios de caja y no se envía a los clientes al cajero
El actual director general de Eurocaja Rural, Víctor Manuel Martín López, argumenta que la cercanía es un “valor diferencial” y que la tecnología, lejos de reemplazar la interacción humana, debe ser una herramienta complementaria.
«Se puede hacer banca con tecnología sin dejar de ser humanos»
“Nosotros decidimos que nuestra revolución la hacen personas. La cercanía es, para nosotros, una ventaja competitiva. Se puede hacer banca con tecnología sin dejar de ser humanos. En un momento en el que muchos bancos han priorizado la digitalización en detrimento de la atención personal, Eurocaja Rural reafirma su compromiso con quienes valoran el trato directo y la cercanía”, añade.
Y frente a la actualidad de las OPA, las fusiones y los cierres de oficinas, el presidente de la entidad financiera, Javier López Martín, subraya el compromiso con el modelo cooperativo, el arraigo territorial y la lucha contra la exclusión financiera, resaltando la atención cercana como seña de identidad frente a las fusiones y cierres bancarios.
En realidad, Eurocaja Rural no ha descubierto nada nuevo, pero ha sabido implantar un modelo híbrido que “no deje a miles de personas sin atender”. Es una forma de luchar también contra la despoblación , sirviendo de soporte financiero al medio rural, contribuyendo a su desarrollo mediante soluciones de ahorro, inversión y financiación, ayudando así a fijar población.
Una cooperativa de crédito que nace en una década convulsa
También la historia de la entidad resulta muy particular. Aunque sus orígenes se remontan a 1963, celebró su primera Asamblea General el 30 de marzo de 1965 con un ADN cien por cien cooperativo y bajo el nombre de Caja Rural Provincial de Toledo. Su primer presidente fue Antonio Marañón de Mora y su primer director general, Jose María de Pablos Fernández.
Un periódico de la época recoge el nacimiento de la entonces Caja Rural Provincial de Toledo, hoy Eurocaja Rural
Se creó para “aportar soluciones financieras y contribuir a la dinamización de su entorno, con atención prioritaria al sector agrícola”, explica. Por entonces, la foto española de las entidades financieras era principalmente la de bancos comerciales y cajas de ahorros, que se caracterizaban por ser entidades tradicionales y con un fuerte arraigo local.
Las cajas de ahorros, en particular, en plena dictadura franquista se habían concebido como entes con “misión social”, mientras que la banca estaba dominada por un grupo de ‘grandes’ corporaciones. El sistema en general operaba con un modelo más conservador y menos diversificado que en la actualidad.
La «acción social» era uno de los objetivos de las cajas rurales en sus inicios
La entonces Caja Rural Provincial de Toledo inició su actividad en unos locales situados en la subida de la calle Carlos V de Toledo, en el Casco Histórico, para posteriormente situar su sede social en la calle Alférez Provisional de la capital.
En 1980 se incorporó a RGA y RSI. Junto al D.G. Bank alemán y otras 24 cajas rurales, constituyó el Banco Cooperativo Español, formando un grupo de cajas rurales españolas.
Una oficina de la Caja Rural de Toledo
El 18 de junio de 1985 fue inaugurada la actual sede central de la cooperativa de crédito, situada en el centro de Toledo, en un moderno edificio de cinco plantas con 13.200 metros cuadrados de construcción.
Con la adquisición por absorción de Caja Rural de Guadalajara, la entidad inició su primera fase de expansión supraprovincial, abriendo además sus primeras oficinas en la Comunidad de Madrid y en Ávila.
Asamblea General de la Caja Rural de Toledo en 1991
Oficina de Caja Rural de Toledo en la Gran Vía de Madrid en 1993
En 1994, a propuesta del Consejo Rector, se nombró a Rafael Martín Molero como director general. En 1999, la caja puso en marcha su Centro de Bolsa, Valores, Fondos y Patrimonios y en el año 2000, adaptándose a los avances del siglo XXI, comienza a forjar su Grupo Económico, creando Rural Patrimonios Agrupados SICAV, S.A.
CCM versus Caja Rural de Castilla-La Mancha
Entre los años 2000 y 2005, amplió su ámbito pasando a ser un grupo de entidades que complementan las acciones realizadas por la empresa matriz y presentan un balance consolidado. Como añadido, en 2003 nace la Fundación Caja Rural y en 2005 la empresa Castilla-La Mancha Servicios Tecnológicos, S.L.
La supervivencia de esta cooperativa de crédito fue, por entonces, puesta en tela de juicio por la entonces ‘todopoderosa’ Caja Castilla-La Mancha (CCM). En un encuentro con periodistas, su entonces presidente, Juan Pedro Hernández Moltó, llegó a calificarla como el “tercer mundo financiero”. No parecía prever que el Banco de España intervendría a CCM en 2009 debido a problemas de liquidez causados por su inversión en el sector de la construcción durante la crisis inmobiliaria.
Caja Rural siguió su camino y no fue hasta 2011 cuando la Asamblea General Ordinaria aprobó por aclamación y unanimidad de los socios el cambio de denominación social de la entidad, que pasó a llamarse Caja Rural de Castilla-La Mancha. En octubre de 2013 se oficializó el acuerdo para la integración de 14 oficinas de Barclays en la entidad, lo que permitió a la cooperativa de crédito extender su área de influencia a otras zonas limítrofes a esta región.
Precisamente, su expansión por otros territorios propició que en 2018, los socios aprobaran por unanimidad el cambio de marca de la cooperativa de crédito, para pasar a denominarse desde entonces Eurocaja Rural.
Su labor social está actualmente muy extendida gracias a su Fundación: la Carrera Solidaria contra la ELA, que cada año bate récords de participantes; las ayudas ‘Working’ para proyectos de integración laboral y formación para el empleo de personas con discapacidad; la convocatoria de ayudas sociales para personas en riesgo de vulnerabilidad; el proyecto ‘Talento artístico’ junto a la Asociación Plena Inclusión; o el evento “Empuéblate: historias de éxito para emprender y fijar población en núcleos rurales”, cuya cuarta edición se celebró el pasado mes de febrero, son algunos de los ejemplos de la acción social que les mantiene, además, vinculados al medio rural.
Hace un año, la cooperativa de crédito se solidarizó con los afectados de la dana y activó su protocolo especial de actuación de ayuda a las víctimas, en Castilla-La Mancha, pero especialmente en la Comunitat Valenciana. Los clientes recibieron un SMS informativo con el contacto directo de sus aseguradoras para la cobertura y solución de los daños ocasionados.
Igualmente, informó del espacio concreto habilitado en la web de ‘Ayuda Urgente’ para asesorar a los damnificados sobre cómo proceder ante esta situación tan excepcional. Desde el área de medios de pago se procedió también a proporcionar soporte a los comercios afectados para agilizar la respuesta y resolver las incidencias acaecidas con motivo del temporal.
Los últimos datos
En Eurocaja Rural presumen de ser “conservadores” en sus decisiones estratégicas. Siempre muy medidas, durante décadas. “Nadamos a contracorriente”, presumía el director general de la entidad esta semana durante un acto para celebrar la apertura de su oficina número 500 en Madrid, en el barrio de San Blas.
El activo de la entidad asciende a 9.888 millones de euros. La cifra del volumen de negocio con clientes alcanzó en 2024 una cifra de 14.449 millones de euros, con un crecimiento anual de más de 1.731 millones y cerró el año con 783 millones de euros de fondos propios.
En cuanto la inversión crediticia, el pasado ejercicio se concedieron un total de 21.429 operaciones de financiación por importe total de 1.752 millones de euros, un 16,26% más que en el ejercicio 2023, de forma que la entidad finalizó el año con un stock vivo total de 5.708 millones de euros en crédito concedido a socios y clientes.
Precisamente, su ratio de morosidad – de la que año tras año sacan pecho- se situó en el 1,62% al cierre de ejercicio, frente al 3,38% de media sectorial. La tasa de cobertura de dichos saldos dudosos se situó en el 140,65%, en contraposición al 69,59% del sector financiero, según el último dato disponible a fecha 30 de septiembre de 2024.
Eurocaja Rural superó los 545.000 clientes al terminar 2024. Sus directivos ya no ven lejos la oficina número 1.000.