Qué debemos considerar para elegir una almohada, según un fisioterapeuta: «La posición en la que dormimos influye»
Gruesa, firme, de plumas o de látex, son muchos los tipos de almohadas que hay: antes de elegir una es necesario que pensemos en aspectos como la postura en la que dormimos
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Pasamos una tercera parte de nuestra vida durmiendo. No es de extrañar, por tanto, que el colchón, la luz o el silencio sean algunos de los aspectos que solemos tener en cuenta a la hora de pensar en tener un buen descanso y un sueño adecuado. Sin embargo, a menudo solemos pasar por alto un objeto no menos importante: la almohada. ¿Por qué es importante prestarle atención? ¿Es necesario dormir con almohada? ¿Qué ocurre si prescindimos de ella?
“Lo ideal es dormir con almohada para mantener la columna vertebral alineada y el cuello en una postura neutra”, nos explica Carlos González, fisioterapeuta especialista en Reeducación Postural Global (RPG) y en fisioterapia en la articulación en el Centro de Fisioterapia Calia. No usar almohada puede hacer que no alineemos correctamente la columna vertebral, lo que puede derivar en “molestias de cuello y espalda, dolores de cabeza o acidez por reflujo esofágico. Es más recomendable usar una almohada fina que prescindir de ella”, advierte González.
Mira cómo duermes y elige la almohada perfecta
Una buena almohada nos ayuda a apoyar el cuello y a mantener una posición neutral. “La almohada perfecta no existe, ya que la que puede serlo para una persona, puede ser incómoda para otra con las mismas características morfológicas. Su elección es algo personal en lo que influyen distintos factores”, afirma González. De la misma manera que no hay dos cuerpos iguales, no hay una sola almohada ideal, sino que debemos tener en cuenta una multitud de circunstancias a la hora de elegir la mejor.
Todo el mundo tiene sus propias preferencias personales en lo que se refiere a las almohadas. Algunas personas prefieren una más firme, mientras que otras se decantan por opciones más suaves y altas. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, muchas veces, lo que determina cuál es la mejor es nuestro propio cuerpo y la posición en la que dormimos.
“La posición en la que dormimos influye en el tipo de almohada que necesitamos”, afirma González. Y, aunque si somos sinceros, es cierto que tenemos muy poco control sobre cómo dormimos por la noche, sí es importante que sepamos cuál es la postura que solemos adoptar al dormir (al menos la mayor parte de la noche) para poder elegir la mejor opción para nosotros.
La mejor almohada si dormimos de espalda o boca arriba
En esta posición, si la cabeza descansa en una postura demasiado elevada a causa de una almohada muy alta, lo que sucede es que estamos empujando el cuello en una posición antinatural. En esta postura durante mucho tiempo pueden aparecer tensiones y rigidez en los músculos del cuello mientras luchamos por proteger la cabeza. Si, por el contrario, el cojín es demasiado fino y plano, no encontraremos el soporte que necesitamos para mantener la cabeza en una posición que aguante la curvatura natural de la columna vertebral.
En esta postura, la mejor almohada es “una de altura media y firmeza media-baja que soporte el cuello sin elevar demasiado la cabeza”, afirma el fisioterapeuta. De esta manera conseguimos mantener la cabeza en una posición neutra.
Una almohada para dormir de lado
Si dormimos de lado, una almohada que no ofrece el soporte suficiente o que sea demasiado corta para mantener la cabeza, el cuello y la columna vertebral bien alineados puede causar verdaderas molestias, ya que la cabeza cae hacia los hombros.
Lo que determina cuál es la mejor es nuestro propio cuerpo y la posición en la que dormimos.
Si, además, la almohada es demasiado alta, los hombros pueden acabar con la presión de soportar todo el peso corporal. En esta postura, necesitamos “una almohada de altura media con firmeza media-alta que mantenga la cabeza y cuello alineados con la columna”, aconseja González.
La mejor almohada si dormimos boca abajo
Aunque algunos profesionales no recomiendan esta posición a causa de la posición asimétrica del cuello y la tensión que puede ejercer, es verdad que cambiar los patrones de sueño puede ser todo un reto para más de uno. Si somos de los que dormimos boca abajo, lo mejor es optar por una “almohada más plana, de altura baja para evitar la tensión en el cuello y mantener una buena alineación”, matiza González. Un cojín delgado, por tanto, puede minimizar la rotación del cuello para aquellas personas que prefieren esta postura.
¿De plumas, viscoelástica o látex?
Las almohadas pueden estar rellenas de distintos materiales, procedentes tanto de fuentes orgánicas como sintéticas. Plumas, látex o espuma viscoelástica son algunas de las más frecuentes. Y todas ellas tienen “distintas características en cuanto a firmeza y otras necesidades”, matiza González.
Las de plumas “son suaves y moldeables y las de fibra sintética sería las más económicas y recomendadas para personas con alergias”, afirma González. Las almohadas de látex, en cambio, son unas de las que más duran y tienen gran capacidad para mantener la forma, ya que la naturaleza del látex permite que estas almohadas reboten. “Este material ofrece firmeza”, reconoce González. Las de material viscoelástico son una opción que se adapta “para el soporte cervical”, explica González.
El experto recuerda que las personas con alguna “patología o alteración en su postura (hipercifosis dorsal, rectificación de la columna cervical, dorso plano) es aconsejable una evaluación de sus necesidades de soporte y consulta con un fisioterapeuta o profesional de la salud para obtener recomendaciones personalizadas”, recuerda González.
Cómo saber si ha llegado el momento de cambiar la almohada
La vida útil de un cojín varía según el material y la tela, así como la frecuencia de uso. “La mayoría de las almohadas duran unos dos años antes de que se deformen o pierdan su función”, advierte González.