La antigua cárcel de Benabarre en Huesca renace como espacio de memoria democrática

La antigua cárcel de Benabarre en Huesca renace como espacio de memoria democrática

El histórico edificio, donde fueron encarceladas y ejecutadas decenas de personas durante la Guerra Civil y la dictadura, se rehabilita con 1,3 millones de euros para convertirse en un lugar de recuerdo y dignidad

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La vieja cárcel de Benabarre (Huesca), que durante décadas fue símbolo de represión, silencio y dolor, comienza a abrir una nueva etapa. El edificio, que fue declarado Bien de Interés Cultural y Lugar de Memoria Democrática de Aragón, está siendo rehabilitado para convertirse en un espacio dedicado al recuerdo de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. La actuación, impulsada por el Ayuntamiento de Benabarre, cuenta con un presupuesto de 1,3 millones de euros, de los cuales 637.000 proceden del Gobierno de España a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y del programa PIREP Local gestionado por el Ministerio de Vivienda.

El subdelegado del Gobierno en Huesca, Carlos Campo, visitó la pasada semana las obras acompañado por la alcaldesa de la localidad, Yolanda Castelló. “Ayuntamientos como el de Benabarre están mejorando su patrimonio histórico con obras posibles gracias a los fondos europeos. Es hora de recoger los frutos del trabajo del Gobierno de España en Europa”, señaló Campo, quien destacó que este tipo de actuaciones “no solo recuperan edificios, sino también la memoria y la dignidad de quienes fueron perseguidos por sus ideas”.

El edificio que hoy ocupa la antigua cárcel tiene una larga historia. Se levanta sobre los restos del convento de los Agustinos Descalzos, fundado en 1604 y expropiado durante la desamortización de Mendizábal en 1837. En 1863, el arquitecto provincial José Secall redactó el proyecto de la nueva prisión del partido judicial de Benabarre, y tres años después el inmueble comenzaba a funcionar oficialmente como cárcel.

Su periodo de actividad se extendió hasta 1974, aunque sus muros guardan especialmente las huellas del horror vivido entre 1938 y 1940, cuando, en plena Guerra Civil y posguerra inmediata, el número de prisioneros se multiplicó. Durante aquellos años, la cárcel se convirtió en un espacio de detención masiva y mixta, en el que hombres y mujeres fueron recluidos en condiciones extremas.


Entrada a la antigua cárcel de Benabarre

Los archivos municipales conservan 17 expedientes de defunción de presos sometidos a juicios sumarísimos, y el Archivo Histórico Provincial de Huesca documenta al menos 67 fallecimientos identificados. Entre las víctimas figuran los alcaldes de Benabarre y Tolva, varios miembros de la Agrupación Socialista local y componentes del Consejo Municipal de la localidad. Los estudios historiográficos apuntan además a la existencia de ejecuciones sin registro y a la práctica sistemática de torturas.

“En este edificio se cometieron crímenes que forman parte de la historia de Aragón y de España. La Ley de Memoria Democrática de Aragón fue derogada por el actual Ejecutivo autonómico, pero eso no borra los hechos. Este proyecto es, por tanto, una obra de patrimonio, pero también de dignidad”, subrayó el subdelegado del Gobierno durante su visita.

Una arquitectura que habla

La cárcel de Benabarre es uno de los pocos ejemplos conservados de prisión del siglo XIX y XX en Aragón. Su diseño responde al modelo de cárceles mixtas, con zonas diferenciadas para hombres y mujeres y un total de 32 celdas distribuidas en una superficie de 750 metros cuadrados. Carece de patio y conserva su estructura de mampostería original, con pilares de ladrillo, rejas de hierro en las ventanas y grandes dovelas de piedra en los accesos.

En el interior aún pueden verse los pasillos, los respiraderos, los retretes y las numeraciones de las celdas, así como los restos de los grafitis que los presos trazaron en los enlucidos de las paredes. Dibujos, frases y nombres que, pese a su deterioro, constituyen un testimonio directo de quienes pasaron por allí. “Son palabras que resistieron al tiempo y que hablan de miedo, pero también de esperanza”, explican fuentes municipales.

El edificio conserva también una sala de juntas, presumiblemente usada por el juez de primera instancia, un pequeño apartamento para el alcaide y una enfermería. En una de sus dependencias, según los estudios históricos, se practicaban torturas, especialmente contra mujeres.

De lugar de represión a espacio de memoria

El Ayuntamiento de Benabarre impulsó en 2021 la declaración del edificio como Bien de Interés Cultural y Lugar de Memoria Democrática, aprobada ese mismo año por el Gobierno de Aragón. La protección permitió acceder a fondos para su rehabilitación estructural, que busca consolidar cubiertas y forjados, los elementos más deteriorados por el paso del tiempo.

El objetivo, explica la alcaldesa Yolanda Castelló, es “abrir la antigua cárcel como centro de memoria democrática y también como espacio de interpretación histórica para la localidad”. El futuro equipamiento combinará una parte expositiva -dedicada a las víctimas de la represión, a los presos y a los maestros represaliados- con otra orientada a la divulgación del patrimonio y la historia local. “Queremos que sea un lugar para entender lo que ocurrió, pero también para reflexionar sobre la importancia de la libertad y los derechos”, señala Castelló.


Cárcel de Benabarre

El proyecto prevé mantener la estructura original del edificio, reforzar las cubiertas y consolidar los muros, al tiempo que se adecuarán los espacios interiores para la visita pública. Parte de la rehabilitación se centrará en la conservación de los grafitis, cuyo estado es frágil debido a la humedad y a los desprendimientos de los revestimientos de cal.

Una memoria todavía viva

El caso de la cárcel de Benabarre forma parte de un proceso más amplio de recuperación de espacios vinculados a la represión franquista en Aragón. Durante los últimos años, varios ayuntamientos han promovido proyectos similares -desde las exhumaciones en fosas comunes hasta la creación de centros de interpretación-, aunque muchos de ellos han quedado paralizados tras la derogación de la Ley de Memoria Democrática de Aragón en 2023 por el gobierno autonómico de Jorge Azcón (PP).

Pese a ello, Benabarre ha seguido adelante con la restauración de su cárcel gracias a los fondos europeos. “No se trata de reabrir heridas, sino de cerrarlas con verdad y con respeto a quienes las sufrieron”, recuerda el subdelegado del Gobierno.

En los próximos meses, cuando concluyan las obras de consolidación, el Ayuntamiento iniciará el diseño del contenido museográfico y las actividades pedagógicas asociadas al nuevo espacio. Se espera que el centro pueda abrir al público a lo largo de 2026. El futuro centro de memoria democrática de Benabarre se convertirá así en un punto de referencia en la provincia de Huesca, tanto por su valor patrimonial como por su dimensión simbólica. Un lugar donde los muros que un día encerraron el miedo puedan, al fin, contar su historia en libertad.