Tres muertos por picadura de velutina en octubre en Galicia: una combinación de tiempo cálido y más actividad en el monte

Tres muertos por picadura de velutina en octubre en Galicia: una combinación de tiempo cálido y más actividad en el monte

Los fallecidos estaban realizando tareas de limpieza de fincas o cazando y se encontraron con nidos que no habían detectado

La Xunta dice que “hay que convivir” con la plaga de la avispa asiática, tras desoír soluciones propuestas por expertos

Tres hombres han muerto a consecuencia de las picaduras de avispas velutinas (Vespa velutina) en menos de dos semanas en Galicia. La cifra ha vuelto a poner el foco sobre esta especie invasora, que entró hace más de una década en la comunidad y que se encuentra plenamente instalada ya en todo su territorio. No son los primeros fallecimientos, pero solo en una ocasión anterior, en el verano de 2018, se habían concentrado tres en tan pocos días. El primer caso este octubre fue el de un vecino de 79 años de Dozón (Pontevedra) que estaba desbrozando una finca y murió el día 14. Tres días después murió otro hombre, de 76 años y concejal del PP en Irixoa (A Coruña), que había estado desbrozando unas jornadas antes un terreno en Curtis, golpeó un nido y fue atacado por numerosas avispas. Este domingo un cazador de 55 años, que era alérgico, murió en Cospeito (Lugo).

Los motivos de que se hayan registrado tres fallecimientos tan cercanos hay que buscarlos en una coincidencia de tiempo más cálido de lo habitual, ausencia de lluvias y mayor presencia humana en el monte con el fin del verano -para recoger leña, para limpieza de fincas o por la temporada de caza-, según el profesor de genética de la facultad de Biología de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Xulio Maside, que participa en proyectos específicos de estudio de la velutina. “No es un año especialmente destacable en cuanto a población [de esta especie]. Hay la habitual”, dice. Lo que ocurre es que los nidos siguen probablemente con muchos ejemplares porque no ha hecho frío ni ha llovido apenas, añade.

Se suma que, en esta época del año, la vegetación es aún densa y las hojas no se han caído de los árboles, lo que hace más difícil ver los nidos, que están principalmente en altura, expone el experto. Considera que la gente observa y, si no detecta la presencia de estas avispas, se confía y luego se encuentra con que sí estaban. Apunta también a los nidos que están en el suelo y que no se ven. Fue el caso del cazador que murió en Cospeito, que pisó uno. Recalca que es fundamental que las personas que salen al monte vayan preparados con un kit de respuesta, sobre todo si son alérgicos.

Maside indica que el riesgo está cuando hay un nido porque las avispas lo protegen. “No son más venenosas o agresivas que otro tipo de avispas”, dice y señala que, lejos de uno de sus refugios, es muy poco frecuente que piquen. La población empezará a descender este año más tarde, cuando bajen las temperaturas y llueva, lo que deteriorará sus nidos y hará que los abandonen, explica.

La presidenta de la Asociación Galega de Apicultura, Marita Puga, sí tiene la impresión de que este año hay “muchísimas” velutinas, incluso habla de un “repunte”. Expone que nota en sus colmenas que hay más presión. La presencia de esta avispa, que depreda a las abejas, la está obligando a darles alimento porque no salen. A estas alturas del año, insiste, tendría que haber hecho ya más frío y tendrían que haber caído más lluvias. Pero hasta el momento no ha sido así y ese tiempo ha favorecido que los nidos de velutinas sigan muy activos.

La Xunta asegura que ha intensificado las medidas para la “contención” de la especie, de la que destaca su “enorme adaptabilidad al clima y al territorio”. Desde 2020, recuerda, hay un plan centralizado parra retirar nidos al que están adheridos todos los ayuntamientos. Con el aumento “extraordinario” de los avisos está activo desde el año pasado un plan de choque que se basa en el trampeo durante la primavera, que es cuando las reinas crean nuevos nidos. Este año se colocaron 18.500 trampas y se capturaron 230.000 reinas, asegura el Gobierno gallego, que añade que la empresa pública Seaga retiró unos 16.400 enjambres.

El gobierno gallego insiste en que es necesario ser cautos al salir al campo, especialmente en las tareas de limpieza de fincas porque puede haber avispas que no se vean. Si se encuentra algún nido, recuerda que no debe manipularse y pide que se llame al 012 para alertar.

El trampeo “no soluciona el problema”

Puga, sin embargo, señala que el trampeo de primavera “no soluciona el problema”. Pide un enfoque más transversal y más investigación para tratar de controlar la población de velutinas, porque erradicarla, añade, no cree que sea ya posible. Llama la atención sobre lo difícil que puede ser detectar los nidos y agrega que las trampas se ponen solo en ciudades o pueblos: “¿Qué pasa con los nidos del monte, en donde no trampea nadie?”. Reclama también una implicación de la población en general porque el problema es generalizado.

Xulio Maside coincide en la poca efectividad del trampeo, que es en lo que la Xunta basa su estrategia para hacer frente a la especie. El experto señala que “no hay ningún dato” que diga que poner muchas trampas en primavera tiene el efecto de reducir la población de velutina. Y añade que, si se mantienen este tipo de medidas, deberían concentrarse solo en el mes de abril, que es cuando las futuras reinas hacen los nidos primarios. El resto del año, las que caen en las trampas son obreras y capturarlas no tiene impacto.

El profesor indica que la llegada de las velutinas ha tenido consecuencias negativas sobre las abejas y está mermando la rentabilidad del sector apícola, pero los efectos van más allá. Desde la perspectiva ecológica, dice, no está medido el impacto, pero es “enorme”. Es una especie que “va a una gran densidad de recursos”. Se puede alimentar de plantas, pero también de animales. Lo ilustra con el ejemplo del cadáver de un lagarto que él mismo se encontró este verano cubierto de velutinas. Añade que condicionan el comportamiento de otros insectos voladores e incluso la polinización de las plantas porque, al sobrevolarlas, hacen huir a las especies que están sobre las flores.