Lilith Verstrynge explica su salida de Podemos dos años después: «Dejamos de hablarle a la gente, hablábamos a fantasmas»
La exsecretaria de organización del partido, que dejó abruptamente la política hace casi dos años, carga contra algunas de las decisiones estratégicas y habla de una formación sumida en la «paranoia» y la «búsqueda de enemigos internos»
Lilith Verstrynge, secretaria de Organización de Podemos, abandona la política
“Las despedidas son difíciles y tristes. Dejo mis responsabilidades políticas y también el acta de diputada. Mil gracias a la militancia de Podemos y a las personas que habéis confiado en mí estos años”. Este fue el escueto mensaje con el que Lilith Verstrynge dejó sus cargos en Podemos y abandonó la política. Casi dos años después, ha escrito un artículo en la revista Equator en el que narra su paso por el partido, desde su puesto como asesora en Bruselas hasta convertirse en la ‘número tres’ y muñidora de los principales acuerdos electorales. El artículo, escrito en inglés, repasa su progresivo desencanto con la formación y lanza críticas a la dirección de la que formaba parte: “Habíamos empezado a hablar a fantasmas”.
Se trata de la primera explicación pública que brinda la exdirigente desde que decidió abandonar la formación y su cargo de diputada en el Congreso. En el texto, sostiene que de forma paulatina fue distanciándose de la deriva del partido, de su ensimismamiento y de la constante “búsqueda de enemigos internos” que, dice, “convirtió la política en un ejercicio de lealtad ciega”. También se muestra crítica sobre la visión de algunos de sus dirigentes sobre la concepción del propio Podemos: “Lo máximo que conseguimos crear fue un partido online, uno que sonaba a nuevo pero que había heredado muchos viejos vicios y no consiguió introducir ninguna mejora organizativa de verdad”.
Verstrynge abandonó el partido en un momento muy delicado. Podemos se integró en la coalición de Sumar después de unas complejas negociaciones y obtuvo cinco diputados como parte de esa alianza, entre ellos el de su entonces ‘número tres’. Pero poco después de las elecciones, tras las negociaciones frustradas con Yolanda Díaz para entrar en el Gobierno, la dirección decidió romper con el grupo parlamentario y pasar al Grupo Mixto. Su dimisión llegó poco después de un mes después de aquello.
La entonces dirigente no dio más explicaciones que aquel tuit y tanto la secretaria general, Ione Belarra, como Irene Montero publicaron mensajes en la misma red social en el que hablaban de la importancia de cuidarse y dejaban entrever que detrás de la salida de Verstrynge había algún problema de salud. “Ahora lo fundamental es que te cuides y que estés bien. Podemos siempre será tu casa. Gracias por tantísimo trabajo en condiciones tan difíciles. Un abrazo enorme”, dijo por ejemplo la líder de Podemos.
No hay nada de eso en la narración que hace ahora la exdiputada. “Quizás la manera más simple de describir lo que ocurrió durante aquellos meses finales es que me fui desencantando. De repente, nueve años parecían mucho tiempo. Me sentía mucho más mayor que mis amigos y eso que era la única que todavía no se había casado ni tenía hijos. Aunque había aprendido mucho en una organización que había ayudado a redefinir Europa después de la crisis financiera, también me había vuelto más dura y cínica, había comenzado a sentir, de forma anticipada, una cierta orfandad política”, escribe en un texto titulado ‘Adiós a Podemos, mi despedida de la política con 31 años’.
Verstrynge se acercó a Podemos desde muy joven, al calor de las movilizaciones del 15M, y empezó a trabajar en el partido como asesora en Bruselas, después de la histórica irrupción en aquellas elecciones de 2014.
En 2021, Pablo Iglesias abandona el liderazgo del partido y toma las riendas Ione Belarra, que la elige como secretaria de Organización. Es ahí donde empieza a encontrar elementos estratégicos que no le terminan de convencer, según cuenta en el artículo. Un puesto de ese tipo requiere un contacto permanente con los territorios, en un partido que siempre ha adolecido de una estructura firme en este sentido. “Poco después de estrenarme en el puesto, un dirigente del partido me sugirió que lo que deberíamos hacer es cerrar cada delegación territorial y convertir Podemos en un partido con 10 líderes nacionales fuertes”, relata. “Aquello no era viable y no podía creer que alguien con tanta importancia en el partido realmente aconsejara algo así, pero aquella actitud era típica de un partido que no estaba interesado en su estructural, en el tedioso trabajo de levantar cuadros locales, entrenar dirigentes, mantener encuentros regulares y mantener una infraestructura que mantuviese vivo al partido entre ciclos electorales”, diagnostica.
“Paranoia y menguante debate político”
Para cuando ella llegó a la dirección, dice, hablando en primera persona del plural, “no se habían dado cuenta de que su base estaba cambiando”. “La fuerza inicial de Podemos fue que sacó a cientos de miles de personas de la apatía, pero en 2020 la principal experiencia de trabajar en Podemos era el menguante debate político y la creciente paranoia interna”, dice.
Pero según su experiencia, los problemas más serios comenzaron con la llegada de Yolanda Díaz como líder del espacio político, tras ser designada por Pablo Iglesias en su despedida. “Aunque Iglesias esperaba que Yolanda Díaz liderase Unidas Podemos, nuestra coalición, ella tenía otras ideas. Lanzó una nueva coalición progresista llamada Sumar para presentar una nueva cara ante los votantes”, cuenta.
Verstrynge narra también el enfado de Iglesias con la nueva estrategia de Díaz y habla de su “constante presencia” en los medios de comunicación, “a veces anticipando las posiciones oficiales del partido”, y su omnipresencia en los chats grupales. “Unos meses después decidió dar un discurso para oponerse a la nueva alianza de Díaz y preguntó se podría reunir a una multitud de 40.000 personas. Era imposible. En aquel momento quizás podríamos haber juntado a 2.000 si el tiempo acompañaba. ¿Cómo no era capaz de comprender que Podemos ya no era un partido capaz de reunir 40.000 personas en ningún evento?
Verstrynge reconoce la campaña sucia contra el partido, con una ingente cantidad de ataques y causas abiertas en la justicia que quedaron en nada. Pero cree que la estrategia del partido para combatirlo durante tantos años acabó llevando a sus dirigentes a una suerte de “zona de confort”, “el victimismo”.
Con los años, y sobre todo después de la ruptura con Sumar y el paso a la oposición contra el Gobierno, Verstrynge defiende que el partido dejó de hablarle a la gente. “En lugar de demostrar a los votantes que Podemos podía seguir haciendo política, decidimos votar en contra, o amenazar con votar en contra, de cualquier cosa que el Gobierno de Sánchez proponía”, incluso contra “derechos a favor de las personas desempleadas”, dice sobre el rechazo de Podemos a la reforma del subsidio de desempleo del Gobierno, que se votó pocos días antes de su marcha de la política.
“Habíamos empezado a hablar a fantasmas. La constante y amenazante presencia del fascismo y la búsqueda de enemigos internos convirtió la política en un ejercicio de lealtad ciega. La conspiración estaba por todas partes y culpábamos indiscriminadamente a los periodistas y a los medios, hasta el punto de afirmar que era mejor tener votantes que no leyeran ninguna noticia. Los medios ya no eran una herramienta sino un enemigo”, sostiene.
La dirigente, que ahora se dedica a estudiar, dar clases en la universidad y a colaborar en diferentes medios de comunicación, reconoce que no tiene planes de volver a la política. “Para hacerlo necesitaría estar segura de que he aprendido lo suficiente para hacer las cosas mejor y de que pueda volver a confiar lo suficiente en un proyecto como para creer en é. Ninguna de las condiciones se da en estos momentos”, explica. Y hace una reflexión sobre algunas de las nuevas experiencias políticas de izquierda en diferentes partes del mundo como Your Party en Reino Unido. “Si no construyen una organización con democracia interna no veo mucho futuro en ellas”, dice. “Y nunca deben dejar de hablar a sus seguidores. Cuando la gente siente que su participación deja de importar, se van a otro lado. Podemos transformó el bipartidismo en España, eso es innegable. Pero la política real va de crear algo suficientemente duradero que supere el momento de insurgencia”, zanja.