 
			La inepta oposición
Con ese personal y sin un trabajo de preparación eficaz, tal vez imposible por falta de argumentos sólidos, el PP ha cosechado en el Senado un nuevo fracaso que, por mucho que su poderosa escuadra mediática se esfuerce en disfrazar, se añadirá al ya largo debe de su líder, Alberto Núñez Feijóo, cada vez más debilitado y desdibujado
A la vista de los fracasos sucesivos, y sistemáticos, de las iniciativas de oposición que ha venido adoptando el PP desde el inicio de la legislatura, cabe preguntarse si un partido y sus líderes, que se han creado una imagen de incompetentes sin remedio, pueden aspirar a ganar unas elecciones. Por muy bien que les vayan los sondeos o, mejor dicho, por mucho éxito que les auguren las encuestas menos fiables que hoy circulan en la escena pública.
El último episodio de esta triste marcha hacia la nada ha sido la comparecencia del presidente Sánchez en la comisión de investigación sobre los casos de corrupción en el PSOE que el PP ha organizado en su feudo parlamentario, el Senado. Con todo a su favor, incluido un presidente de dicha comisión escorado hasta la indecencia contra el líder socialista, la derecha ha fracasado clamorosamente en su intento. Sánchez no ha salido ni mínimamente herido del encuentro y los portavoces del PP, que Alberto Núñez Feijóo estaba convencido de que hundirían en la miseria al presidente del gobierno, han aparecido como unos políticos de muy escasa altura, incapaces de ir más allá de la denuncia sin pruebas y del insulto.
Se dirá que los senadores que han actuado este jueves en el Senado no son las primeras espadas del partido, pero lo malo es que han mostrado una mediocridad tan grande que por mucho que las figuras del PP sean mejores que ellos, la diferencia cualitativa no puede ser tanta como para convertirlos en eminencias. Mírese si no a lo que dan de sí Miguel Tellado o Cuca Gamarra.
Con ese personal y sin un trabajo de preparación eficaz, tal vez imposible por falta de argumentos sólidos, el PP ha cosechado en el Senado un nuevo fracaso que, por mucho que su poderosa escuadra mediática se esfuerce en disfrazar, se añadirá al ya largo debe de su líder, Alberto Núñez Feijóo, cada vez más debilitado y desdibujado.
Tanto que se podría sugerir que al político gallego le queda poco tiempo en el cargo. Si no fuera porque cambiar de cabeza de la lista electoral a un año, o año y medio de las elecciones, fuera considerado algo parecido a un suicidio por parte de cualquier experto. O porque en el horizonte no se vislumbra ninguna alternativa clara a ocupar ese puesto y el nombre de Isabel Díaz Ayuso es demasiado conflictivo dentro del PP como para atribuirle en este momento posibilidades serias de triunfar en ese empeño. Pero si Feijóo sigue equivocándose, y ya lo ha hecho unas cuantas veces, hasta esas seguridades de partida podrían cambiar.
Es difícil saber qué posición ocupa José María Aznar dentro del PP. Si es la referencia última sin cuyo visto bueno nadie puede dar un paso importante o si el hacedor de todas las operaciones de calado. Pero no hay duda de que es un personaje tan importante que nadie dentro del partido se ha atrevido hasta ahora a criticarle y menos a mostrarse en desacuerdo con sus opiniones.
Pues bien, esta misma semana, en una entrevista en Onda Cero, Aznar ha dado un repaso sin citarle a buena parte de lo que Feijóo viene haciendo o sugiriendo. Ha dicho que en estos momentos no ve factible una moción de censura para convocar elecciones y ha rechazado en términos muy tajantes cualquier posibilidad de un pacto con Puigdemont y Junts. Además, ha advertido de que un eventual pacto con Vox para gobernar no es ineluctable, que él está en contra de los populismos y ha criticado a quienes proponen expulsar a los emigrantes “porque a ver quién hace el trabajo que hacen ellos”. Eso a los pocos días de que Feijóo se sacara de la manga una política antiinmigración no muy distinta de la Vox. De la que, por cierto, nadie ha vuelto a hablar en el PP.
Aunque este tipo de desavenencias suelen perder dramatismo con el paso del tiempo, está claro que el mensaje de Aznar, tan preciso y variopinto, es una advertencia muy clara para Feijóo. De lo que se deduce que entre unas y otras cosas, en Génova no deben estar precisamente tranquilos. Y encima Pedro Sánchez no deja de sonreír.
 
			 
			