El polémico rascacielos del Puerto de Málaga «desaparece» de la ciudad: de proyecto estrella a invisible

El polémico rascacielos del Puerto de Málaga «desaparece» de la ciudad: de proyecto estrella a invisible

El Puerto de Málaga oculta a sus consejeros el proyecto de David Chipperfield y los informes técnicos y lo envía a Puertos del Estado sin presentarlo a la ciudadanía

El proyecto de rascacielos que transformará la bahía de Málaga eleva la altura a 144 metros “al menos”

Un edificio de unos 144 metros de altura y unos mil metros cuadrados de planta ha desaparecido. La torre destinada a cambiar para siempre la Bahía de Málaga desde el dique de Levante del Puerto es, diez años después de que se anunciara por todo lo alto, un fantasma al que apenas se ha podido entrever, literalmente envuelto en bruma, antes de evaporarse rumbo a Madrid.

No solo se le ha preservado del examen de la ciudadanía rasa; ni siquiera las personas más cualificadas saben exactamente qué quiere hacer en esa parcela portuaria (y por tanto pública) el grupo Hesperia y el fondo inversor catarí Al Alfia. Se supone que el proyecto de un fastuoso hotel firmado por el renombrado arquitecto David Chipperfield, el más debatido en la ciudad en la última década, entró en el Puerto el 7 de marzo, pero los miembros del Consejo de Administración del Puerto no han podido verlo, a pesar de haberlo solicitado formalmente en varias ocasiones.

Tampoco pudieron verlo este miércoles, cuando se reunió el Consejo. Sin embargo, Carlos Rubio, presidente de la Autoridad Portuaria, sí mostró cinco diapositivas (entre ellas las tres recreaciones que se mostraron a los medios en febrero), una tabla con parámetros y unos planos de alzada, sin que estuviera previsto, sin oportunidad para el debate y sin facilitarles una copia. “En 15 minutos, no más”, asegura Justiniano Sen, consejero por la sección sindical de UGT que pidió, en vano, los documentos que estaba mostrando. “Alegó que estaban en tramitación técnica”, asegura.

Un par de horas después, Sen y los demás consejeros se encontraron con que los medios locales anunciaban que el Puerto había dado el visto bueno al proyecto remitiéndolo a Puertos del Estado para que emitiese su informe. Por la noche, en Canal Málaga, Rubio confirmó que había enviado el proyecto ese mismo día tras comprobar que “cumple en general con todo lo que es exigible”. “Exactamente lo contrario de lo que se nos decía”, denuncia UGT.

UGT denuncia vulneración de sus derechos

La decisión de enviar el proyecto a Puertos del Estado tras meses de evasivas se ha tomado al margen del Consejo de Administración. “Nunca se ha informado al Consejo en un procedimiento concesional previamente al momento en el que el mismo debe adoptar la decisión”, asegura a este medio Carlos Rubio, que advierte: “En este caso, esto no ocurrirá hasta que el Consejo de Ministros adopte una decisión”.

UGT denuncia la reiterada vulneración del derecho de información de los consejeros. “No es una facultad discrecional concederla o denegarla”, dice Justiniano Sen, el vocal de UGT en el Consejo, que insiste: “Yo no estaba pidiendo votar nada, sino simplemente que se aborde el punto para debatirlo”. Javier Salas, consejero por su condición de subdelegado del Gobierno, trasladará a Puertos su “estupor” por lo sucedido y planteará sus dudas sobre el procedimiento. “No hemos tenido opción ni de opinar, cuando cualquier procedimiento menor pasa por el Consejo”, señala a elDiario.es Andalucía.

Sen lleva desde marzo pidiendo que se le entregue el proyecto y se le dedique un punto del orden del día. En abril, era demasiado pronto. En septiembre, que era un asunto complejo, no urgente (por estar judicializado) y para el que no había tiempo, a lo que UGT replicó sugiriendo la posibilidad de un monográfico, como se ha hecho para asuntos de rango muy inferior, como concesiones de chiringuito. Y en octubre, UGT pidió nuevamente incluir el tema en el orden del día y nuevamente se denegó.

Por eso fue una sorpresa que, cuando ya había comenzado el Consejo, Rubio anunciara que en el informe de Presidencia (un documento de trámite con actuaciones ordinarias recientes: de tráficos, ferias, acuerdos…) iba a incluir “unas pinceladas” sobre el hotel. “No le dimos mucha importancia, aunque me llamó la atención que lo que mostró tenía fecha y sello del día”, relata Sen.

Dos horas después se encontró con que, en realidad, el proyecto ya iba camino de Madrid: “Algo de tanta entidad no solo se trata de dar cuenta, sino de explicarlo al Consejo. Es lo que se hace con todos los puntos. Si un consejero lo pide fundadamente, no puede negarlo. Menos aún algo que es de debate público [el proyecto acumula 1.400 alegaciones en contra]. Tiene que incluirse, aportarse la documentación, y luego debatirse”. Rubio lo niega: “Si en este caso informó” fue por la petición de UGT y “por la singularidad del proyecto”.

De proyecto estrella a invisible

Sea lo que sea lo que presentó Hesperia el 7 de marzo, al límite del plazo, hay quien duda de que Chipperfield se haya embarcado en serio con un plan tan incierto y de que exista un proyecto arquitectónico y hotelero con todos los parámetros necesarios. Cuentan fuentes portuarias que el acceso está vigilado y técnicos de infraestructuras lo desconocen. Hace dos meses, la concejala de Urbanismo Carmen Casero, dijo que no sabía nada, a pesar de que fue ella quien recibió a Chipperfield en febrero.

Aquel día se había prometido a la prensa todos los detalles, pero sólo se entregaron tres fotografías en las que se observaba, en la distancia o envuelto en niebla, un anodino edificio blanco sin concreción. Ni siquiera se permitió a los periodistas acceder a la supuesta maqueta; por lo que se pudo ver luego, tampoco aportaba mucho. Sólo se añadió una cifra: que “por ahora” mediría 144 metros. Después, a pesar del interés de la ciudadanía por este asunto, no se ha filtrado ni un render, ni un dato. Sea lo que sea, lo que entregó Chipperfield ha permanecido bajo siete llaves.


Imagen del proyecto de rascacielos de David Chipperfield aportada a la prensa

El proyecto ante los tribunales ya no es el vigente

El rascacielos del Puerto de Málaga es, sin disimulo, una patata caliente: sus promotores no parecen tener prisa por abrirla, y ya recibieron un plazo extra el año pasado, del que salieron apartando a Seguí y anunciando a Chipperfield. Y las administraciones prefieren no pronunciarse, a la espera de que sean los tribunales los que lo hagan: el Ayuntamiento dice que ya hizo lo que debía (modificar el plan especial), el Puerto que no hay prisa porque el Gobierno ya ha dicho que esperará a los tribunales, y el Gobierno (por boca de Óscar Puente), que para qué tratar el asunto si está en los tribunales, obviando que el Gobierno no tiene que refrendar una sentencia, sino evaluar si levantar la prohibición general de construir un hotel en ese suelo es de “interés general”. No hay ninguna norma que le impida pronunciarse antes de que se sustancien los pleitos.

La opacidad de ahora contrasta con la trompetería con la que en 2015 se presentó en público su primera versión, ahora un “proyecto básico”. De la mano de unos misteriosos cataríes vinculados supuestamente a la familia real de aquel país, José Seguí había acudido con su rascacielos a Paulino Plata (por entonces presidente del Puerto), que le compró la idea y convocó un trámite concurrencia de proyectos al que no concurrió nadie, nada más que Seguí y sus inversores. En un pretendido segundo plano pero dispuesto a poner alfombra roja, el alcalde Francisco de la Torre (PP), que amasaba esta idea desde hacía años.

Eran tiempos en los que todos los implicados defendían con orgullo un edificio supuestamente singular que iba a cambiar el skyline de Málaga. Pero ocurrió que a una parte muy relevante de la ciudadanía no le gustó el cambio que pretendían imponerle: un edificio oscuro con forma de supositorio, colocado en una parcela pública para uso de los clientes de un hotel de lujo, que opacaría La Farola y dominaría la vista de la bahía durante siglos.

En los años siguientes, el Ayuntamiento y la Junta se han afanado en modificar la normativa urbanística para encajar el proyecto, mientras las críticas crecían desde todos los frentes (ciudadano, académico, Colegio de Arquitectos, Academia de Bellas Artes), y partidos que lo habían defendido inicialmente (el PSOE) empezaban a mostrar sus dudas y, finalmente, se sumaban a la oposición.

Ese proyecto firmado por Seguí y su tramitación es lo que están evaluando los tribunales. Sin embargo, ya no es el proyecto que llegará a la mesa de Puertos del Estado: el arquitecto es otro (David Chipperfield), ahora mide más (de 135 metros a “al menos 144”), el diseño ha cambiado (no se sabe bien a qué) y el basamento ha crecido. “Un cambio de diseño y una nueva filosofía”, anunció el alcalde el pasado 6 de febrero. De ahí que la Academia de Bellas Artes, impulsora de uno de los recursos, haya presentado un escrito al Puerto advirtiendo de que los cambios son tan sustanciales que es necesario iniciar un nuevo procedimiento para licitar el espacio, si es lo que se quiere hacer.

Rubió insiste que no es así, porque son “pequeñas modificaciones de un proyecto básico” que sigue cumpliendo los parámetros con los que se convocó la concurrencia y del plan especial del Puerto, modificado para la ocasión. Rubio cree que ahora el promotor ya querrá presentarlo. “Creo que va a generar un nuevo icono para la ciudad de Málaga; en mi modesta opinión Málaga está necesitada de iconos en el siglo XXI, y este edificio viene a representar ese icono”. Es imposible comprobarlo si no se puede ver.